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- 22/09/2018 00:00
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De todas las fincas que hemos visitado durante la campaña de Agro Turismo en Panamá, “La Gira” fue probablemente la más inaccesible de todas. El acceso se realiza a través de una carretera en mal estado, que solo es posible cruzar en un vehículo 4×4, por lo que optamos por tomar el transporte público, a un precio de tres dólares.
El camino arranca en el chorro El Macho, en El Valle de Antón, continuando durante más de una hora por Río Indio hasta arribar al Jordanal, en Cirí Grande. No hay paradas definidas. Cuando te quieres bajar, simplemente golpeas el techo de la cabina para notificar al conductor.
Las escaleras ascienden hasta la casa familiar. Somos recibidos con un desayuno de bollos de maíz y café orgánico. Durante el desayuno le pregunté a Remigio Morán cómo había arribado a la zona. Me comenta que fue en 1946. En la provincia de Coclé buscó un lugar donde asentarse. Recorrió las montañas hasta encontrar un terreno en Jordanal, donde conoció al señor Rodolfo Jarquiñez, al que le compró 27 hectáreas por $70, antes de que falleciera.
Hasta la construcción de la carretera, en 2001, la montaña era virgen. En el lugar se encuentran culebras. Antes se veían conejos salvajes y monos. Cuentan que la finca está embrujada, que en la quebrada reside la Tulivieja. Un día Remigio la escuchó y le disparó. Desde entonces, no la han vuelto a escuchar. Es posible practicar senderismo entre las raíces de los centenarios higuerones.
“La Gira” no cuenta con hospedaje formal, pero sí con una zona de camping ubicada frente a la casa de los propietarios. En la noche, bajo el cielo estrellado, salen los monos jujuná.
Se alquilan toldas para que las parejas pernocten al calor de una fogata. El máximo de visitantes que pueden recibir es de 14, que pueden utilizar el baño de la residencia familiar.
El menú ofrece comidas tradicionales y naturales. Uno de los platos favoritos es la “muca”: arroz con porotos, carne o pollo, que se mete en hojas de bijao para absorber el sabor. Es una especie de lonchera de campo.
Otro platillo es el sancocho de gallina de patio, elaborado con productos de la finca: maíz, yuca, ñampí, etc. Puede ir acompañado de un jugo de frutas de la época: naranjas japonesas, nance y mandarinas. Junto a la residencia crecen las orquídeas, incluyendo la flor del Espíritu Santo.
Un río arrastra los pétalos que caen de las flores que crecen en los árboles. A pesar de que estamos en temporada lluviosa, las aguas lucen limpias.
En su lecho se encuentran piedras de varios colores: rojas, blancas, anaranjadas y moradas. Algunas con formas peculiares. En la finca organizan concursos en los que se premia al que pueda recoger la piedra más singular.
Antes de visitar Finca “La Gira” se deben hacer arreglos con antelación para el transporte. Se puede ir desde La Chorrera o El Valle. Es recomendable vestir pantalones largos y llevar repelente para garrapatas. A pesar de los inconvenientes, no dudaría en retornar a este paraíso de la biodiversidad panameña.