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'Con los modelos populistas y autoritarios, la libertad de expresión no está garantizada'
- 18/02/2020 06:00
- 18/02/2020 06:00
En medio de la crisis venezolana, medios de comunicación fueron censurados. La libertad de prensa y la democracia desaparecieron dejando al país en la penumbra. Luz Mely Reyes, periodista venezolana, vio en el revuelo una oportunidad. “La gente necesitaba estar informada de la situación en tiempo real”, pensó. Así nació “Efecto Cocuyo”, para iluminar con información las noches oscuras de su patria. Hoy es una de las fuentes digitales que mayormente consumen los venezolanos. Y, a pesar de los riesgos que implica su trabajo, por sus constantes denuncias sobre el asedio a los medios en su país, ella considera que “es la mejor época para ser periodista, especialmente en Venezuela”.
Su labor ha recibido importantes reconocimientos, como el Premio Gabriel García Márquez y el Premio a la Libertad de Prensa y a los Derechos Humanos. Ha sido considerada una de las 30 mujeres más influyentes de Iberoamérica y persona del año de la revista Times. La entrevista con la periodista ventila su lucha por la democracia y la libertad de prensa.
¿Qué enseñanza dejó al periodismo la época de Hugo Chávez, Nicolás Maduro y Juan Guaidó?
Diría que la primera enseñanza es que con los modelos populistas y autoritarios, la libertad de expresión no está garantizada. Y, como no está garantizada la libertad de prensa, tampoco lo está la democracia.
Otra de las lecciones aprendidas es que el liderazgo que apela a los extremos y a la emocionalidad persigue que las sociedades se polaricen. Y, cuando tienes una sociedad polarizada, temas que son importantes para todos se ven premiados por esa polarización, lo que evita llegar a consensos necesarios para solucionar un problema. Eso lo vemos desde Estados Unidos, que ahorita vive uno de los procesos polarizadores más grandes. Lo vemos en México. También se está gestando en El Salvador. Lo vimos muchísimo en Venezuela. Así fue como durante 20 años esa polarización afectó la toma de decisiones para solucionar problemas básicos.
Venezuela es un país que perdió la democracia frente a los ojos de todo el mundo. La gente no creía lo que estaba pasando en el país: descartaban las críticas que se hacían, no atendían los llamados de atención y veían como algo minúsculo que desde el poder se atacara a un periodista.
Se bombardeó la credibilidad de periodistas y medios. Vimos cómo se socavaron las bases fundamentales de una democracia. En el caso de Venezuela, no solo lo vivimos con los medios. También ocurrió con las instituciones, con el poder legislativo, con el judicial, con las fuerzas armadas, que fueron poco a poco controlados por el régimen. Prácticamente fueron sometidos a la lógica autoritaria de quienes están en el poder.
Le diría que es milagro verlo vivo (ríe). Yo le decía, cuando era columnista, que con su popularidad, tuvo la oportunidad de unir al país. Pero, no pudo hacerlo porque vivía de la confrontación. Y, lejos de unir al país, lo que hizo fue profundizar la división. Es lo mismo que percibo en los liderazgos con característica autoritaria, disfrazados de carismáticos y populares, que están lejos de unificar a sus países y que terminan dividiéndolos.
Quieren imponer su visión. Entonces cuando ven que existen grupos que no están de acuerdo, en lugar de buscar consenso terminan enfrentándose. Entonces terminan siendo una especie de dictadura de mayoría, como pasó en mi país, en su momento, porque ya no lo es, aunque, siguen siendo un gobierno autoritario.
Es una pregunta un poco dicotómica. Te diría que hay que ver muchos matices. En este momento la sociedad venezolana es víctima de un gobierno autoritario para el que no es importante la cantidad de gente que se muere, que está desnutrida. Esa gente que está sufriendo y que se va del país. Por tanto, hay un carácter de víctima desde los derechos humanos.
No podemos dar por sentado que tenemos una democracia, sino que todos los días hay que hacer algo para mejorarla, para cuidarla y para fortalecerla, de manera que nuestros hijos y nietos puedan vivir en un país democrático. Es también un aprendizaje para muchos países que descartan que algo como lo que ocurrió en el mío, pueda pasarles. Les tengo una mala noticia y es que este modelo es replicable, y funciona tanto, que veo cómo en otros países usan las mismas tácticas para descalificar el periodismo, para minar la credibilidad, para comprar y desmantelar industrias de medios.
Otra pregunta complicada. Creo que a lo que no renunciaría es a la fe en mí y en la humanidad.
Cuesta hacerlo uno misma. Prefiero referirme a como me han definido otros. Unos dicen que soy aguerrida, otros que soy valiente. Creo que lo soy porque defiendo el periodismo en el que creo. Pero, realmente diría que soy una periodista apasionada por lo que hace, por el oficio que escogí para vivir. Soy una mujer dedicada a lo que ama.
A veces no me gusta hablar mucho de eso. En términos del ejercicio periodístico he sido amenazada, agredida, intimidada por factores de poder, con riesgo de detención, por revelar informaciones. Aunque esto se convirtió en algo tradicional en Venezuela, no es nada extraordinario. Muchos periodistas pasamos por eso. También me vi en la obligación de salir del país en dos oportunidades por seguridad. Eso creo que es un poco de las cosas más fuertes que he tenido que vivir de situaciones asociadas a mi profesión.
He cubierto todos los golpes de Estado registrados en Venezuela. He cubierto tragedias naturales, alzamientos, liberación de presos políticos, violaciones de derechos humanos. En política, todos los procesos electorales. Sigo siendo una reportera. Aunque estoy en posiciones directivas, no he dejado de reportear.
Ese nombre surge después de un año, cuando un grupo de periodistas venezolanos pensamos que queríamos construir una plataforma informativa que contara con claridad lo que estaba ocurriendo en el país. Nosotros siempre decíamos que eran como luces y linternas. Entonces se nos ocurrió que éramos como unos cocuyos, que van iluminando en las noches. Hay muchas leyendas de estos insectos en momentos muy oscuros. Nos pareció muy bonita la metáfora de ser como millones de pequeñas luces, que todas juntas iluminamos una nación entera.
Denis es un héroe. Y, es un héroe no solo porque es un gran ser humano, una persona que me ama y que yo amo, sino porque ha sabido apoyarme en circunstancias realmente difíciles para mí y para la familia. Tengo la bendición, la suerte, la fortuna de contar con un hombre maravilloso que ha sido uno de los pilares fundamentales para que yo pueda hacer el periodismo que hago.
Mis socias: Josefina Ruggiero, Laura Weffer y Danisbel Gómez. Para mí esas son unas mujeres increíbles porque no solamente son talentosas, trabajadoras, sino que tienen una especie de sabiduría enorme. En Latinoamérica hay periodistas que me han inspirado muchísimo, que han sido mis maestras. Por ejemplo, siempre citó a María Teresa Rondero y Gina Morelo (Colombia) y Carmen Aristegui (México). Esas son las que me vienen a la mente...
He tenido maestros hombres. Pero, he tenido la fortuna de tener maestras mujeres. Eso me ha servido para que yo sea maestra de las jóvenes que se están formando.
La verdad es que no sé. Eso fue algo que me sorprendió muchísimo. Creo que tiene que ver con que he tenido un trabajo que me ha expuesto mucho públicamente, que ha sido visible, por distintas razones.