Smithsonian censa manatíes de Panamá con nuevo método

Actualizado
  • 22/08/2017 02:05
Creado
  • 22/08/2017 02:05
El conteo de los manatíes se realiza con sonares en el humedal San San Pond Sak, con el fin de presentar recomendaciones de políticas para asegurar la especie

En las oscuras aguas del humedal de San San Pond Sak en la provincia de Bocas del Toro, Panamá, un grupo de científicos del Instituto Smithsonian de Investigaciones Tropicales (STRI, por sus siglas en inglés), desarrollan un censo pionero, a través de sonares, de la población casi extinta de manatíes antillanos, como parte de un proyecto destinado a la conservación de la especie.

Según el biólogo marino del Smithsonian y líder del estudio, Héctor Guzmán, ‘este estudio es el más completo de su tipo. Ofrece estimados poblacionales confiables usando sonares, del número de manatíes, siendo esto es vital para la supervivencia de esta especie vulnerable'.

El estudio tiene como fin presentar recomendaciones de políticas para asegurar la especie.

El manatí es un animal del orden sirenia que tiene unos cincuenta millones de años de habitar en los ríos y mares de todo el mundo. Hubo una época en la que existían unas 35 especies, de las cuales la mayor parte ha desaparecido. Actualmente solo hay tres y están la bajo amenaza de la extinción: el manatí amazónico, el manatí africano y el manatí antillano.

De este último, hay menos de 2,500 adultos en el mundo, principalmente en México y Belice, de acuerdo con la Lista Roja de Especies Amenazadas publicada por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN).

El organismo internacional estima que en el 2008 sólo había de 10 a 20 manatíes en Panamá, la población más baja en los veinte países en los que habita la especie, mencionó Guzmán.

Adicionalmente, su comercio está totalmente prohibido y el animal está listado en el Apéndice I de la Convención sobre el comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestre (Cites).

El manatí antillano es una subespecie que se alimenta y cría en los ríos y humedales costeros desde el golfo de México hasta Brasil.

En Panamá, los manatíes están protegidos desde el año 1980 y su hábitat se encuentra en el occidente, principalmente en los ríos y humedales San San, Changuinola, Sixaola, Soropta, Manati, Caña y Damani. Los humedales San San Pond Sak y Damani-Guariviara, ambos ubicados en Bocas del Toro, están protegidos internacionalmente por la Conservación Ramsar.

En el caso de la población de manatíes de San San Pond Sak, donde se realiza el censo, el Smithsonian indicó que monitoreos con sonar acústico en 2013 estiman en menos de veinte individuos el máximo poblacional mensual dentro del humedal.

En 1990, nueve manatíes antillanos se extrajeron de San San y Changuinola y fueron introducidos al Canal de Panamá junto a otro ejemplar del Amazonas peruano ( T. inunguis ), para el control de plantas acuáticas.

Para finales de 1980, se estimaba la población del Canal de Panamá en más de 35 individuos, además de un registro de 37 muertes entre 1997 y 2007 por colisiones con barcos. Recientemente, se ha estimado en el Canal una población entre 16 y 59 manatíes.

Sin acciones de conservación eficaces, se espera que el 20% de estas grandes criaturas desaparezcan en los próximos cuarenta años, indica Guzmán.

‘Las parejas de madre y cría se observan comúnmente corriente arriba, fuera del área protegida. Hace tres años lo comunicamos a las autoridades y recomendamos modificaciones a los límites de la reserva a lo largo de los ríos. Cada año hay por lo menos dos muertes de manatíes, en su mayoría crías o juveniles. Nuestras estimaciones indican que aunque la población parece constante, no se recuperará si los manatíes jóvenes continúan muriendo por colisiones con botes y el uso ilegal de redes de pesca', advirtió.

LA AMENAZAS

La cacería comercial y de subsistencia que se practicaba (principalmente por indígenas y afroantillanos) para extraerle el aceite de su cuerpo y la carne para abastecer el consumo en barco y poblados costeros es lo que ha llevado al declive de la especie.

También la deforestación y consecuente actividad agrícola y ganadera han causado la degradación del hábitat natural del manatí y la contaminación crónica de ríos y zonas costeras.

La erosión en las riberas de los ríos y manglares aumenta la sedimentación y disminuye la calidad del agua afectando las praderas de pastos marinos y vegetación emergente que componen la dieta principal de la especie.

Actualmente, la importancia de los manatíes yace casi exclusivamente en el turismo. Dentro de los planes de manejo de San San y Tortuguero se contemplan actividades de bajo impacto realizadas por organizaciones locales, pero sin reglamentaciones. Los expertos consideran necesario mantener la calidad del hábitat de los manatíes a nivel local y regional, al igual que monitorear sus movimientos, distribución y abundancia estacional, contribuyendo así a su conservación.

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