Entre lo peor y lo pésimo

MADRID. Pasa la factura y llega el dilema. Los planes de estímulo de la economía puestos en marcha por los gobiernos para amortiguar l...

MADRID. Pasa la factura y llega el dilema. Los planes de estímulo de la economía puestos en marcha por los gobiernos para amortiguar la crisis económica, la menor recaudación de impuestos asociada a la recesión y el mayor gasto vinculado al aumento del desempleo están devorando las cuentas públicas de la mayoría de países.

Los políticos se debaten entre dos opciones igualmente impopulares para cuadrar las cuentas: o se opta por el odioso recorte de gasto o por el aborrecible aumento de ingresos con mayores impuestos.

Cualquiera de las dos opciones puede tener consecuencias indeseadas.

La recuperación es aún demasiado tímida y no se la puede asustar. La mayor presión fiscal amenaza con retraer aún más el consumo y la inversión, pero el tijeretazo al gasto tampoco ayuda a impulsar el crecimiento y amortiguar la pérdida de empleo. Y no es seguro que el repunte del crecimiento, por sí mismo, llene las arcas del Estado lo suficiente como para compensar la enorme factura de la recesión.

Y el ejercicio de equilibrismo presupuestario se produce además en año electoral para Estados Unidos (se renueva más de la mitad de la Cámara de Representantes y del Senado) y Reino Unido (elecciones generales).

Precisamente en Alemania, tras una campaña electoral en la que los partidos han lanzado diversas propuestas fiscales, unas promesas de bajada de impuestos que los alemanes cuestionan, a tenor de una encuesta que indica que el 81% piensa que subirán. Más aún cuando los pronósticos apuntan un incremento del paro, hasta ahora contenido.

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