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Conflicto entre Rusia y Ucrania desafía la seguridad alimentaria
- 23/03/2022 00:00
- 23/03/2022 00:00
La Asociación Nacional de Distribuidores de Insumos Agropecuarios y Maquinarias, Andia, se inclinó por los mercados del Caribe y Colombia para abastecer de fertilizantes al sector agropecuario para la cosecha del presente año, a propósito del posible impacto del conflicto entre Rusia y Ucrania. Eso sí, los precios están al triple en el mercado internacional.
Bienvenido Pereira, presidente de la organización, indicó que ayer se cotizó la tonelada de urea en $850, por lo que invariablemente impactará en el precio de los alimentos. La urea es un fertilizante esencial para la producción de casi todos los cultivos, por lo que prevé que el alza se reflejará en los mercados. La estrategia de la Andia es comprar fertilizantes en forma escalonada. Los socios de la Andia la adquirían de Rusia y Marruecos, por eso voltearon la mirada a otros países productores. “El tema es complicado”, admite Pereira, “pero está garantizado el abastecimiento de fertilizantes para arrancar los cultivos, no en su totalidad, pero sí la mayoría de los agroquímicos para los cultivos agrícolas”.
Virgilio Saldaña, productor de cebolla, recibió ayer una cotización de fertilizante al doble de lo que lo adquirió la última vez. Eso le complica la vida, asegura. Se suma también al alza del combustible y le resulta una ecuación menos competitiva como trabajador del campo. “El peor impacto, no obstante, es no poder conseguir el producto”, afirma. Ya siente un ambiente de escasez de algunos insumos, alerta. “No sé si el gobierno está claro sobre el riesgo de desabastecimiento ante la posibilidad de que no se puedan adquirir los productos o por no ser sujetos de crédito. No siempre se traslada el costo de la producción al consumidor, todo depende de la oferta y demanda del producto que está en el mercado, además se trata de material perecedero que afecta mucho al productor”, señala Saldaña.
La pandemia evidenció la importancia de la estabilidad alimentaria y del flujo de la cadena logística de suministros para evitar alza en el costo de los productos. El conflicto en Europa pone a prueba a los productores que intentan discernir entre continuar en la actividad que cada vez es menos rentable, o dedicarse a otra cosa.
Este año la Cervecería Nacional tenía planificado importar de Rusia el 100% de la cebada malteada. En el corto plazo, no obstante, no han tenido un impacto en el abastecimiento porque la carga que estaba en tránsito salió sin problemas a pesar del conflicto bélico entre Rusia y Ucrania. Pero, la semana pasada se toparon con que uno de los embarques no logró pasar del proveedor al puerto, y tampoco hay una fecha de normalización. Así las cosas, el grupo cervecero buscó un proveedor temporal en Colombia que garantiza el proceso de abastecimiento y producción de la cerveza, una de las bebidas más consumidas por los panameños. Aunque la cebada malteada la adquirieron un poco más cara, “la empresa no tiene planeado modificar el precio de la cerveza a corto plazo; espera que el efecto sea temporal, “eso sería un golpe temporal, pero nada que necesite cambiar el precio del producto en el mercado”, dice a La Estrella de Panamá, Eloy Lever, director de insumos de la Cervecería Nacional.
La cervecería arrastraba problemas de abastecimiento de materias primas por la pandemia (vidrio y latas, por ejemplo, son difíciles de conseguir actualmente). Pero el conflicto en Europa empeora la difícil situación, aunque no necesariamente rompe la cadena de abastecimiento. “En muchos lugares eso ha generado subidas de precio, pero no en todos lados pueden ser completamente transferido a consumidores sin deprimir el mercado”, añade Lever.
Rusia y Ucrania juegan un papel importante en la producción y el suministro de alimentos a nivel mundial. Rusia es el mayor exportador mundial de trigo y Ucrania es el quinto. Juntos, proporcionan el 19% del suministro mundial de cebada, el 14% del trigo y el 4% del maíz, lo que representa más de un tercio de las exportaciones mundiales de cereales. También son proveedores líderes de colza y representan el 52% del mercado mundial de exportación de aceite de girasol. El suministro mundial de fertilizantes también está muy concentrado, con Rusia como principal productor.
Como parte del impacto del conflicto en Europa, el ministro de Desarrollo Agropecuario (Mida), Augusto Valderrama, indicó a 'La Decana', que por la pequeñez de nuestro mercado, no prevé una crisis en el abastecimiento de trigo, maíz y arroz, productos que se importan principalmente de Estados Unidos y cuyo contingente tarda de cuatro a cinco días en barco para llegar al país.
“Todos los productos alimenticios de gran escala comercial van a aumentar. Los pequeños productores que usan otros abonos orgánicos se les va a apoyar con otros abonos para que no dejen de producir”, manifiesta Valderrama. El apoyo para los pequeños productores de frijol, yuca, ñame, arroz y hortalizas se traducirá en donación de abono orgánico, sobre todo aquellos en áreas de extrema pobreza que se incluyen en el plan colmena.
En cuanto a la harina, un producto de importación sin restricción en Panamá pero que en el mercado internacional ha triplicado el precio, es posible que se refleje un alza en artículos derivados como panadería y pastelería.
La guerra, de acuerdo con el economista Eddy Tapiero, ha vuelto disparar nuevamente el valor de los insumos principales a través de aumentos en el costo de la energía, de restricciones a las exportaciones y de bloqueos de los puertos exportadores, especialmente en la región del Mar Negro, lo que impulsará otra ronda de aumentos en los precios para el consumidor.
El economista escribió un análisis en el que plantea que Panamá es un importador neto de granos y de alimentos procesados del exterior, que satisfacen distintas necesidades locales, desde insumos para elaborar pan y engrosar salsas, hasta alimento animal. El precio inicial de la cadena es el precio mundial, más el de transporte del origen hasta el puerto de entrada. A ese valor se añaden los márgenes de producción del transporte del puerto a las áreas procesadoras y de los procesos de transformación, distribución, mercadeo y ventas a nivel local que se reflejan luego en un aumento en precios al consumidor. Panamá también importa otros productos alimenticios que tienen estos granos lo cual, por paralelismos, implica un aumento en el precio de estos productos. Por otro lado, el aumento en los costos energéticos y de los fertilizantes aumentarán los costos de producción local que se reflejará en un aumento en los precios locales. En conjunto, el panorama no es positivo y se necesita actuar de manera racional y rápida.
La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) emitió un informe reciente en el que alerta que las interrupciones logísticas y de la cadena de suministro en la producción de granos y semillas oleaginosas de Ucrania y Rusia, y las restricciones a las exportaciones de Rusia tendrán repercusiones significativas en la seguridad alimentaria. Esto es especialmente cierto para unos cincuenta países que dependen de Rusia y Ucrania para el 30% o más de su suministro de trigo. Muchos de ellos son países menos adelantados o países de bajos ingresos y con déficit de alimentos del norte de África, Asia y el cercano oriente. Muchos países de Europa y Asia central dependen de Rusia para obtener más del 50% de su suministro de fertilizantes, y la escasez allí podría extenderse hasta el próximo año.
Los precios de los alimentos, que ya estaban en aumento desde la segunda mitad de 2020, alcanzaron un máximo histórico en febrero de 2022 debido a la alta demanda, los costos de insumos y transporte y las interrupciones en los puertos. Los precios mundiales del trigo y la cebada, por ejemplo, aumentaron un 31% en el transcurso de 2021. Los precios del aceite de colza y el aceite de girasol aumentaron más del 60%. La alta demanda y los precios volátiles del gas natural también han elevado los costos de los fertilizantes. Por ejemplo, el precio de la urea, un fertilizante nitrogenado clave, se ha triplicado con creces en los últimos 12 meses.
La intensidad y la duración del conflicto siguen siendo inciertas. Las posibles interrupciones en las actividades agrícolas de estos dos principales exportadores de productos básicos podrían aumentar gravemente la inseguridad alimentaria a nivel mundial, cuando los precios internacionales de los alimentos y los insumos ya son altos y volátiles. El conflicto también podría limitar la producción agrícola y el poder adquisitivo en Ucrania, lo que provocaría una mayor inseguridad alimentaria a nivel local.
No está claro si los agricultores ucranianos podrán cosechar los cultivos de cereales que deben estar listos para junio, y entregarlos al mercado. El presidente de Ucrania, Volodimir Zelensky, garantizará a su población los alimentos como parte de la estrategia para resistir la invasión rusa. La provincia de Vinnitsia, segunda productora de trigo y girasol, será clave para garantizar las reservas de ese país en productos como harina, azúcar, cebada y otros.
Es probable que los países que dependen de las importaciones de trigo aumenten los niveles, lo que agregará más presión sobre los suministros mundiales. Egipto, Turquía, Bangladesh e Irán son los principales importadores mundiales de trigo, comprando más del 60% de su trigo de Rusia y Ucrania, y todos ellos tienen importaciones sobresalientes. Líbano, Túnez, Yemen, Libia y Pakistán también dependen en gran medida de los dos países para su suministro de trigo. Es probable que el comercio mundial de maíz se reduzca debido a las expectativas de que la pérdida de exportación de Ucrania no será cubierta por otros exportadores y debido a los altos precios.
El informe de la FAO añade que las perspectivas de exportación de aceite de girasol y otros aceites alternativos también siguen siendo inciertas. Los principales importadores de aceite de girasol, incluidos India, la Unión Europea, China, Irán y Turquía, deben encontrar otros proveedores u otros aceites vegetales, lo que podría tener un efecto indirecto en los aceites de palma, soja y colza, por ejemplo.
Ante este escenario, la FAO sugiere diversificar los proveedores y proteger las actividades de producción y comercialización para satisfacer la demanda.