Integración regional, una alternativa para reducir los costos de los alimentos en la región

Producto de crisis como la pandemia del coronavirus, el cambio climático, la guerra entre Rusia y Ucrania y la desaceleración económica, la seguridad alimentaria de América Latina y el Caribe (ALC) se ha visto afectada.

Actualmente, la región registra el costo de la dieta saludable más alto en comparación a otras regiones del mundo, cifra que alcanza los $3,89 diarios por persona, mientras que el promedio mundial es de $3,54. Como consecuencia, 131 millones de personas no pueden acceder a este tipo de dieta. El Caribe es la subregión más afectada con un 52% de la población, seguido de Mesoamérica con 27,8% y América del Sur con 18,4%, según el último informe de Naciones Unidas sobre el Panorama Regional de la seguridad alimentaria y nutrición 2022.

Daniela Godoy, oficial principal de políticas de seguridad alimentaria y nutrición para América Latina y el Caribe de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), mencionó que el tema se vuelve necesario, ya que según el Panorama Regional 2022 la equivalencia del hambre y la inseguridad alimentaria en la región viene aumentando desde el 2014, pero se acentuó más en el contexto de la pandemia entre 2019 y 2021.

Para promover una disminución en los costos de una dieta saludable, Godoy ve importante la cooperación internacional y la integración regional. “Por ejemplo, si nosotros queremos promover una disminución del costo de una dieta saludable, es importante que los alimentos nutritivos no solamente sean producidos en la región, sino que se utilice el comercio para que esos rubros puedan llegar a otros países donde indistintamente no cuenten con suficiente producción agrícola”, enfatizó.

También recomendó mirar todo con un enfoque dentro de un sistema agroalimentario, porque la alimentación de las personas depende de la producción y comercialización, por lo que se debe conocer cuáles son los entornos alimentarios donde las personas pueden acceder tanto física y económica a los alimentos.

“Con un enfoque de sistemas agroalimentarios se puede implementar políticas y soluciones para la seguridad alimentaria y nutricional. También permitiría mirar qué ocurre en las cadenas de suministro, qué ocurre en los entornos alimentarios y qué ocurre con los patrones alimentarios de las personas para que puedan lograr una dieta que sea más variada, más diversa, más nutritiva, inocua y con pertinencia territorial y cultural”, recalcó Godoy.

Para la oficial de la FAO es importante considerar que se requiere un conjunto de actores y sectores que puedan interactuar en este sistema agroalimentario para poder implementar las soluciones. Para ello, dijo que es importante el rol que puedan hacer los países en implementar las políticas y los sistemas de gobernanza, pero sobre todo también es importante el rol que tiene la academia en la evaluación de las políticas públicas, las ideas o investigaciones requerida para tener los datos suficientes y la evidencia para la toma de decisiones, mientras la sociedad civil fiscaliza el cumplimiento de estas políticas públicas y el sector privado mira el rol en las inversiones.

Señaló que todas las políticas públicas orientadas a crear entornos alimentarios más saludables y fomentar el consumo de alimentos nutritivos necesitarán una cooperación internacional, una integración regional, un enfoque de sistema agroalimentario, la participación de todos los sectores y actores, buenas políticas y soluciones.

Otro desafío que tiene la región, según Godoy, es la prevalencia del sobrepeso en menores de cinco años y la obesidad en adultos, que se encuentran por encima de los promedios mundiales.

Los datos reportados por la FAO junto a otros organismos demuestran que hasta 2020 la prevalencia del sobrepeso en menores de cinco años llegó a 5,7% en el mundo, mientras que América Latina y el Caribe esto ascendió a 7,5%.

En lo que respecta a la prevalencia de obesidad en adultos hay mayores diferencias porque en el 2016, el último año de medición, llegó a un 13%. En el 2000, el 16.6% de los adultos de la región tenía obesidad, pero ese comportamiento subió a un 24,2% en el 2016.

La oficial de la FAO explicó que la obesidad y el sobrepeso es un problema multifactorial y es complejo de analizar y de encontrarle una solución, sin embargo, el escenario puede cambiar cuando se tiene soluciones basadas en evidenciay datos .

Los factores que más influyen en los aumentos van desde el alto costo de una dieta saludable, como los entornos alimentarios, que hacen que los niños, niñas y adolescentes no puedan fácilmente acceder a frutas, verduras o agua potable.

“Como región tenemos un desafío de abordar con urgencia la prevalencia del hambre, la seguridad alimentaria, pero también otras formas de malnutrición como el sobrepeso y la obesidad. Ahora más que nunca se necesita fomentar la agricultura familiar en los mercados y comercios agroalimentarios y que los programas de alimentación escolar incluya la educación alimentaria y nutricional”, puntualizó Godoy.

Un paso hacia la dirección correcta, según la oficial de la FO, es que la región ya cuenta con políticas públicas basadas en evidencia que han tenido efecto. Por ejemplo, ya existen siete países que han implementado leyes de etiquetado frontal de alimentos, que han disminuido la compra y consumo de productos con sello de advertencias de nutrientes críticos que pueden generar obesidad y sobrepeso.

“Para reducir los costos de los alimentos, la obesidad y el sobrepeso, implica una serie de políticas públicas, que no solo pongan el énfasis en sistemas agroalimentarios, sino que puedan crear entornos alimentarios más saludables, de tal forma que puedan contribuir a patrones alimentarios más saludables, especialmente en las poblaciones más vulnerables ”, concluyó Godoy.