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- 15/10/2008 02:00
PANAMÁ. Para los entendidos, el debate de esta noche promete ser diferente. John McCain está obligado a poner toda la carne en el asador si es que quiere mantener esperanzas hasta las elecciones.
Los dos cara a cara anteriores tampoco han sido beneficiosos para el republicano. En la víspera del primer debate, en pleno “shock” por la crisis financiera, McCain suspendió su campaña e incluso sugirió que el debate no se celebrara. Esta decisión fue vista por gran parte del público como muestra de debilidad ante un enfrentamiento que se preveía predominantemente centrado en la economía, precisamente el punto débil republicano. Finalmente McCain asistió al debate, pero hubo un consenso general que dio la “victoria” a Barack Obama.
En su segundo enfrentamiento, y ya con el “agua al cuello”, McCain no pudo obtener esa contundente victoria que se consideraba necesaria para nivelar la contienda. El senador de Arizona llegó incluso, en un momento del debate, a referirse a Obama como “ese”, lo que causó una ola de criticismo en los medios estadounidenses.
Para hoy, McCain se encuentra ante una durísima elección. Si sigue la corriente del debate —que estará centrado en la economía—, sabe que tiene todas las de perder. Si, por el contrario, desvía la atención y ataca a Obama (Confirmó que sacará durante el debate el tema de la amistad de Obama con el ex radical Bill Ayers), probará al público que está evadiendo el tema económico. Su elección será definitiva, pues no tendrá tiempo para rectificar.