El efecto post mortem y el plan cubano

Los acontecimientos ocurridos recientemente en Venezuela, tras el fallecimiento del Presidente Hugo Chávez, demuestran una vez más el ta...

Los acontecimientos ocurridos recientemente en Venezuela, tras el fallecimiento del Presidente Hugo Chávez, demuestran una vez más el talante inconstitucional que ha caracterizado al régimen bolivariano desde hace mucho tiempo. La muerte de Chávez, un acontecimiento mundial por las características faraónicas de su protagonista, no ha sido obstáculo para que los sucesores del mandatario fallecido –en menos de 24 horas- hayan decidido saltarse nuevamente los formalismos de la constitución, y colocar al vicepresidente Nicolás Maduro como presidente encargado, hasta nuevas elecciones, pautadas para los próximos 30 días a partir de su juramentación, y para las cuales será el candidato.

Lo que se avecina ahora en Venezuela no es otra cosa que el resultado de un plan castrista llevado a la perfección por el régimen chavista desde el mismo instante en que se decidió el regreso a Caracas del fallecido líder tras declararlo ya desahuciado. Muchos sostienen que Chávez retornó a Venezuela muerto y embalsamado, porque de otra forma no se entiende porqué el gobierno bolivariano decidió exhibirlo en capilla ardiente por 14 días continuos en la Academia Militar de Caracas, desde el pasado 6 de marzo. Ningún cuerpo que no haya sido previamente preparado soporta tantos días sin inhumación y sin la natural descomposición.

El plan cubano ha estado funcionando desde los mismos días de la campaña electoral del año pasado, en la que Chávez fue literalmente ‘levantado’ para que cumpliera con las exigencias del calendario. La decisión inédita de adelantar las elecciones presidenciales de diciembre a octubre, es una muestra fehaciente de que al ex líder le iba a ser imposible llegar en buenas condiciones para finales de año.

Para enero de 2013, cuando ya era evidente que Chávez no se juramentaría el día 10, el Tribunal Supremo de Justicia usó este argumento como causa sobrevenida creando la figura de la ‘continuidad administrativa’ para justificar su ausencia. El plan de los Castro se cumplía a la perfección. Por el contrario, cumplir con lo que dicta el artículo 233 de la Constitución Venezolana significaba convocar a unos nuevos comicios en febrero, que hubiese ganado el opositor Henrique Capriles, quien entonces gozaba de la euforia y el efecto post electoral de la contienda anterior.

Maduro no ha sido nunca bien visto por las huestes chavistas, máxime si tomamos en cuenta la pugna por el poder que existe entre el sector civil que éste representa, y el militar, encabezado por el teniente Diosdado Cabello, presidente de la Asamblea Nacional.

Ahora, tras la muerte de Chávez, se consuma el plan de los Castro, cuyo fin era anunciar la muerte del mandatario una vez que estuviese ‘preparado’ su cuerpo para ser exhibido públicamente y, al mismo tiempo, esperar a que la MUD se desmantelara progresivamente. Con la noticia del deceso, Maduro se ha adueñado del efecto post mortem, un factor afectivo que se apoya en el dolor colectivo, y que le servirá a los chavistas como argumento electoral para ganar las elecciones que se avecinan en las próximas semanas.

Lo más seguro es que Maduro gane los nuevos comicios. Ya el Tribunal Supremo de Justicia ha sentenciado que el presidente encargado podrá postularse como candidato sin renunciar a su cargo, lo cual es otra flagrante violación a la constitución. La oposición tendrá que reagruparse en tiempo récord para definir estrategias, porque de lo contrario volverá a sufrir otra derrota que podría significar su acta de defunción.

ANALISTA POLÍTICO

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