La ‘Guerra de las Galaxias', Trump se lanza a la conquista militar del espacio

Actualizado
  • 11/08/2018 02:01
Creado
  • 11/08/2018 02:01
Pese al claro predominio militar de Estado Unidos en todo mundo, la Administración Trump considera que ‘no es suficiente', anunciando que es la hora de ‘dominar el espacio'. Bajo esa idea, Washington creará una nueva rama del Ejército para controlar el cosmos

Los tambores de la guerra dieron un nuevo y peligroso paso este jueves, luego de que el Gobierno de los EE.UU. formalizara su proyecto de incluir plenamente al espacio sideral dentro del dominio militar del Pentágono.

‘Ahora ha llegado el momento de escribir el próximo gran capítulo en la historia de nuestras fuerzas armadas, para prepararnos para el próximo campo de batalla (...). Ha llegado el momento de establecer la Fuerza Espacial de Estados Unidos', anunció en rueda de prensa en Washington D. C. el vicepresidente estadounidense, Mike Pence.

Siendo una idea antes adelantada por el presidente Donald Trump, la Casa Blanca inició formalmente los trámites para presentar la propuesta ante el Congreso.

El proyecto, que para el 2020 debe estar en operaciones, podría alzar un costo aproximado de al menos unos $8,000 millones.

‘La historia ha probado que la paz solo se llega por medio de la fuerza (...) en el ámbito del espacio exterior, la Fuerza Espacial de los Estados Unidos será esa fuerza',

MIKE PENCE

VICEPRESIDENTE DE LOS ESTADOS UNIDOS

En un documento publicado esta semana por el Departamento de Defensa, señala que la propuesta contempla la creación de una Agencia Espacial, que tendrá como objetivo la investigación, innovaciones y el desarrollo de tecnologías militares en el plano de la ‘guerra espacial'.

Igualmente están incluidos la formación de un Comando del Espacio, estructura castrense que coordinará las operaciones de una nueva rama de las fuerzas armadas estadounidenses, la Fuerza Espacial, que se sumarían a las ya existentes: el Ejército, la Guardia Costera, la Armada, la Infantería de Marina y la Fuerza Aérea.

‘El Comando Espacial de los Estados Unidos, será responsable de preparar y disuadir los conflictos en el espacio, dirigiendo a las fuerzas de los Estados Unidos en ese conflicto, si así ocurriera', indica el documento.

También subraya que el proyecto contempla la preparación de tropas especializadas en la ‘guerra espacial', contado en un inicio con soldados de los estamentos ya existentes. Eventualmente las nuevas instituciones tendrán sus propios uniformados tanto en los aspectos de las operaciones militares, como la inteligencia, cibernética, entre otros.

CONTROLAR EL COSMOS

Pence aseguró que los ‘adversarios' de los Estados Unidos ya están ‘trabajando' en armas para la ‘guerra espacial', señalando directamente a China, Rusia, Corea del Norte e Irán; siendo ese, uno de los principales argumentos de la Administración Trump para justificar el nuevo despliegue militar en el cosmos.

Lo anunciado por el Gobierno estadounidense, mantiene el tenor de los lineamientos de la Estrategia de Seguridad de Washington, hecha pública en diciembre de 2017, y entre cuyos cuatro ‘pilares vitales' , identificados como de interés nacional, estaba lo que la Casa Blanca denominó la ‘preservación de la paz a través de la fuerza'.

‘La historia ha probado que la paz solo se llega por medio de la fuerza (...) en el ámbito del espacio exterior, la Fuerza Espacial de los Estados Unidos será esa fuerza', sentenció el vicepresidente estadounidense.

DE REAGAN A TRUMP

Aunque los cambios colocados por Trump son inéditos en términos de las incorporaciones a las instituciones de seguridad estadounidenses, no es la primera vez que Washington se embarca en una empresa para ‘dominar' el cosmos.

Durante la Guerra Fría, los Estados Unidos y la Unión Soviética (URSS) protagonizaron una carrera espacial sin precedentes, con hitos científicos transcendentales como el primer hombre en viajar al espacio de la mano del soviético Yuri Gagarin en 1961, o la llegada del Apolo 11 a la Luna, por parte de los estadounidenses en 1969; ambos como expresiones de una feroz batalla militar y propagandística que libraban ambas potencias.

Fue en este contexto que, en 1983, el entonces presidente Ronald Reagan lanzó la Iniciativa de Defensa Estratégica (SDI, por sus siglas en inglés), que popularmente sería conocida como ‘La Guerra de Las Galaxias' —en alusión al filme de George Lucas de 1977—.

La SDI fue expuesta por Reagan como un programa de protección frente a los misiles intercontinentales soviéticos, una suerte de ‘escudo defensivo' , que incluso utilizaría ‘láser' que neutralizaría posibles ataques. Inclusive, llegando a prometer la puesta en órbita de lanzaderas nucleares, que permitieran romper el equilibro nuclear de la época.

A pesar de que una parte importante de la opinión pública estadounidense la consideraba como irrealizable y onerosa, esta se mantuvo hasta 1993. Si bien no se desarrolló totalmente y cumplió en gran medida una función propagandística, esto no evitó que se desencadenara un escalamiento militar durante los 80. Además, para la economía soviética la SDI fue una verdadera sangría, al tener que destinar valiosos recursos a la carrera armamentística, que junto con los gastos por la guerra en Afganistán, terminarían por hundir a la URSS.

Fue precisamente durante el periodo del mundo bipolar, en el cual ambas potencias firmaron el Tratado sobre el Espacio Ultraterrestre, el principal acuerdo internacional que norma el espacio sideral. Este instrumento prohíbe el uso de armas de destrucción masiva en la órbita de la Tierra, apuntando claramente a evitar la militarización del espacio sideral, con restricciones sobre el uso bélico de la Luna y el espacio exterior.

Hoy, más de 50 años después de haberse rubricado aquel pacto, que representó un importante avance normativo en la disminución de las escaladas militares en el mundo, el mismo podría saltar por los aires de concretizarse la actual propuesta del Pentágono, encaminándose el planeta a un aumento de las ya altas tensiones entre las potencias; visto por algunos analistas como una consecuencia de la decadencia de la hegemonía global estadounidense, en paralelo al ascenso de Pekín y Moscú como nuevos contrapesos en el naciente orden multipolar.

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