Diplomáticos contemporáneos de Tomás Herrera

Actualizado
  • 02/04/2022 00:00
Creado
  • 02/04/2022 00:00
No hay duda de la contribución de los oficiales extranjeros con pasado napoleónico que participaron en las corrientes libertadoras

Conseguida la victoria de Ayacucho (1824), las nuevas repúblicas sudamericanas consideraron concluido el período de luchas independentistas, y en la mayoría de esas naciones se produjo una dinámica común donde la búsqueda del reconocimiento internacional –sobre todo de Gran Bretaña, Francia y Estados Unidos– y la delimitación del territorio fueron sus principales signos. Dinámica que llevó a antagonismos cuyas crisis terminaron, en muchas ocasiones, en guerras entre poblaciones que no hacía mucho habían compartido los mismos ideales republicanos y libertarios.

Son numerosos los estudios acerca del papel jugado por la Corona británica en esos años, menos cuantiosos son los referidos a las gestiones francesas para establecer vínculos más estrechos con los nuevos países de la antigua América española (Gonzáles & Pemintel, 2019). No hay duda de la contribución de los oficiales extranjeros con pasado napoleónico que participaron en las corrientes libertadoras de los generales Simón Bolívar y José de San Martín, pero ¿qué podría decirse de quienes, además de Claude Just Henri Buchet-Martigny (1795), cumplieron la tarea de expandir las relaciones galas? Varios de ellos no solo fueron contemporáneos de Tomás Herrera, sino sus amigos.

Las misiones de aproximación fueron cumplidas tanto por oficiales navales como por diplomáticos de carrera. Entre los primeros se encuentra François Chaucheprat, teniente de navío francés que en 1820 cumple campaña en las costas occidentales de América del Sur para establecer las primeras relaciones entre Francia y las nuevas repúblicas, tarea que respecto a Nueva Granada desarrollaban Buchet y el capitán Duval-Dailly. De acuerdo con Puigmail (2015), se esmeró en cultivar la amistad de Simón Bolívar de quien “[...] obtiene la restitución de un navío francés, el 'Ange Guardien', que había sido [capturado] por tener a bordo al general español Baldomero Espartero, quien se dirigía hacia Perú con varios oficiales españoles para ser jefe de estado mayor del ejército” del virrey. Chaucheprat contaba también con conocimientos de cartografía, en 1825 establece un plano del puerto de Ancón en las costas de Perú, el mismo que se encuentra actualmente en el Depósito General de la Marina en París (Vaperau, 1880, citado por Puigmail 2015). Antes de retornar a Francia en 1826, permanece una breve temporada en Panamá donde ordenó sus apuntes para el libro que publicará en 1829 sobre “[...] las rutas de las Antillas y de Tierra Firme” (Lafond, 1844, Documentos 10779 y 10780 en la web Archivo del Libertador, Venezuela). Otro caso dentro este primer grupo fue Jean Stéphane Mouthon o Mouton, teniente de fragata francés, con pasado corsario, quien entre “[...] 1823-1824, comanda el bergantín 'Colombia' durante la expedición de Bolívar al Perú (AGNC, Despachos militares, tomo 11, folio 75, citado por Puigmail, 2015) período en el cual apoyó con el transporte de los primeros cónsules franceses a la costa occidental de Sudamérica. Un tercer protagonista de este grupo fue Jean Soulin, ingeniero naval francés que en 1849 publicó en París sus 'Observaciones oportunas dirigidas al Sr. ministro de Relaciones Exteriores de la República peruana' donde señala parte de su trayectoria como negociador en la búsqueda de acercamientos entre Francia y los nuevos países. Como parte de esos propósitos Soulin fundó y dirigió el Colegio Militar de Ecuador en 1836. Un dato anecdótico sobre este ingeniero galo, que en su paso por Panamá sostuvo una polémica con Tomás Mosquera lo que determinó su presencia en Costa Rica cuasi refugiado en 1848 (Perrier, 1943).

Entre los diplomáticos se encontraba el marqués Bernardo Sassenay, emisario de Napoleón que con gran dificultad llega en agosto de 1808 a Buenos Aires, luego que el bergantín 'Consolador' del capitán Alejandro Dauriac fuera hundido por dos naves británicas frente a Montevideo. El detalle es que Sassenay transportaba tres mil fusiles en el bergantín francés que se perdió en el mar. Su secretario Julián Mellet, más tarde comerciante en Buenos Aires, publicaría sus propias memorias en 1823 mientras que las de Sassenay solo aparecerían en 1892 por obra de su hijo Claude Henri. Mellet se involucró tanto con la causa independentista, que sus contemporáneos en Guayaquil, Lima, Caracas, Cartagena, Bogotá y La Serena le apodaron “el americano”. Otro personaje fue el cónsul Raymonde Baradère en Buenos Aires que apoyaría el bloqueo naval francés del puerto en 1838 cuando la guerra civil asolaba el territorio y le era necesario empoderar las relaciones con Francia (Kloster, 2019).

Un tercer grupo de impulsores de las relaciones franco-latinoamericanas lo constituyeron oficiales extranjeros –no británicos– que pelearon en la 'Grande Armée' en contingentes aliados de los franceses como el mayor Franz Gamer, de origen alemán, que fuera designado para participar en la expedición de Simón Bolívar al Perú –que se iniciaría en septiembre de 1823– pero que “[...] encuentra la muerte durante la batalla de Macaco o Bomboná el 7 de abril de 1822, contra las tropas españolas del coronel Basilo García y Velasco” (Puigmail, 2015).

Los nombres aquí mencionados son solo algunos de los varios ciudadanos que se involucraron en la consolidación diplomática francesa en América Latina hasta la primera mitad del siglo XIX; la pujanza creativa de París y patrones de influencia cultural muy anclados en las élites hispanoamericanas completaron el proceso. El Estado francés se involucró en provocar y consolidar el establecimiento de estas relaciones hasta que, llevado por la práctica imperialista dominante en esa centuria, alcanzaron un punto de inflexión con la invasión a México y el proyecto del canal francés en Panamá. Sin embargo, la presencia francesa en el continente se fue diluyendo en parte por los resultados negativos de esos dos hechos y, de otro lado, por la reorientación de sus prioridades internacionales en la Europa de 1870.

Otra historia será el análisis de cómo Francia recupera posiciones de influencia en el siglo XX a través de una diplomacia económica en América Latina que se complementa con acciones políticas y culturales.

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