Matrimonio igualitario, polarización y el futuro de la familia tradicional

Actualizado
  • 08/03/2023 00:00
Creado
  • 08/03/2023 00:00
Es importante alcanzar un consenso que permita a los homosexuales formalizar sus relaciones ante el Estado, que no implique modificar el Código de la Familia
El enorme problema que afrontan es que es imposible ser progresista cuando en su visión, la familia y las tradiciones son el enemigo a vencer.

En un fallo del 16 de febrero de 2023, el pleno de la Corte Suprema de Justicia declaró que no son inconstitucionales la frase “entre un hombre y una mujer”, contenidas en el artículo 26 del Código de la Familia, ni la expresión “las personas de ese mismo sexo”, incluida en el precepto 34, numeral 1, también del Código de la Familia de la República de Panamá.

A propósito de ese fallo nuestro criterio es que el Estado no puede dar la espalda a la situación de violencia y discriminación que atraviesa la sociedad homosexual de nuestro país, por lo cual se hace necesario que se permita a las parejas homosexuales disfrutar de derechos por medio de una figura de “unión civil” o en inglés common law marriage.

Esta figura garantiza que todos los ciudadanos puedan disfrutar los derechos de formalidad ante la ley, sucesión, pensión, etc.

Las uniones civiles pueden tener prácticamente idénticos derechos y obligaciones que un matrimonio civil, y diferenciarse solo en la denominación.

Esta sería una forma en que se puedan adelantar avances considerables en la condición actual de las parejas homosexuales en Panamá, y muchos creo que estarían de acuerdo; sin embargo desde hace algún tiempo, pero sobre todo luego del fallo de la CSJ del 16 de febrero, he estado verificando el hecho de que el debate sobre el matrimonio homosexual está fragmentado; para muchas parejas homosexuales y para muchos de los que se oponen al matrimonio homosexual, esta figura de “unión civil” serviría de punto intermedio, y pondría fin a la polarización que frente a este tema existe, y sus consecuencias conflictivas.

La polarización del debate

Dentro de un debate polarizado las posiciones dominantes son asumidas (entre otros actores) por los medios de comunicación y, (o), las oenegé que financian estos temas.

La polarización del debate frente a este tema ha llevado al uso de expresiones despectivas para referirse al contrario. Esto no ayuda a encontrar un consenso si es esto lo que realmente se busca.

Además, “empezamos una fase de la mentira en la política: las fake news“, las opiniones, sobre algunos temas, son modeladas por las pistas que reciben de las élites económicas, políticas y sobre todo de los medios de comunicación. (Rodriguez, Juan, 2019).

Para Felipe Botero, codirector de Congreso Visible y docente del Departamento de Ciencia Política de la Universidad de los Andes. “El problema es lo que pasa cuando nos enfrentamos con gente que piensa diferente y no hay espacios donde se busquen consensos”, cuando se afronta un tema dentro de la sociedad, con sinceridad, respetando los puntos de vista en la búsqueda de un consenso, debemos reconocer primeramente las riquezas que existen dentro de las posiciones que nos adversan, sin embargo dentro del fenómeno de la polarización del debate, “lo que más se busca es lograr un efecto, que empobrece el debate y la argumentación. Es descalificar al otro, no sus argumentos”. (idem).

El discurso de la dignidad humana

Algunos sectores que son predominantes en la construcción y promoción del discurso a favor del matrimonio igualitario, incluyendo medios de comunicación tradicionales, sustentan sus motivaciones en la dignidad del ser humano.

Lo paradójico es que apelan a la “vida digna” del ser humano en términos de igualdad ante la ley para contraer matrimonio, mientras que en otros temas de enorme relevancia para la dignidad humana no solamente guardan silencio, sino que se han convertido en portavoces de posiciones que atentan contra la vida digna.

Esto lo podemos observar en el debate sobre del futuro del seguro social y su sistema solidario, donde estos mismos medios de comunicación que defienden a capa y espada el matrimonio homosexual, son los portavoces del gran capital y del neoliberalismo que busca acabar de raíz con la dignidad de los panameños imponiendo medidas paramétricas para elevar la edad de jubilación del hombre y la mujer, y como efecto de estas medidas que se quieren imponer, los panameños trabajarán durante toda su vida y jamás tendrán la oportunidad de vivir y disfrutar del fruto de su trabajo.

Ante ese debate (y otros) donde la dignidad humana se enfrenta a los intereses del capital financiero, se les cae la máscara de defensores de la vida digna y ustedes, lectores, serán testigos de las posiciones conservadoras que tomarán esos medios de comunicación frente al tema de la seguridad social, abanderando incluso la posibilidad de que los fondos del seguro que todos pagamos sean utilizados por los dueños del capital para la especulación financiera y los enormes riesgos que esto conlleva.

¿Es esto congruente con el discurso de “vida digna”?

Otro tema de vital importancia son los derechos de la vejez, o derechos humanos de las personas mayores. Todos los panameños y panameñas vamos a envejecer, sin embargo, estos medios en sus agendas no apoyan estas luchas sociales legítimas.

¿Progresistas o conservadores?

Dentro de la misma polarización del debate sobre el matrimonio homosexual subyace un argumento que se cae de su propio peso, y es el de pretender etiquetar a todos los que creemos en la familia tradicional con todas sus imperfecciones producto de la naturaleza humana, como conservadores, y a quienes creen en una sociedad líquida sin tradiciones ni fundamentos, como progresistas.

El enorme problema que afrontan es que es imposible ser progresista cuando en su visión, la familia y las tradiciones son el enemigo a vencer, y no existe dentro de su discurso o análisis ninguna crítica al neoliberalismo, del cual la propia familia tradicional también es víctima.

No se puede pretender ser progresista si has sido cooptado por el discurso predominante y hegemónico que defiende al neoliberalismo en todas sus formas y batallas, tal cual ocurre, como mencionamos con anterioridad, en la batalla por el seguro social.

La familia tradicional: El enemigo número uno

Atribuyen a la familia los males que al propio sistema neoliberal son incapaces de atribuir, por el contrario, son sus mayores defensores y no se puede ser portavoz del discurso hegemónico neoliberal y pretender ser progresista. Pero en una sociedad abierta y líquida, sin formas, sin tradiciones, sin valores, todo es posible si se invierte una gran cantidad de dinero como han estado haciendo estas oenegé en el mundo entero durante muchos años para promover y financiar el aborto, el matrimonio homosexual, y un feminismo radical que atenta contra del matrimonio tradicional.

Considero que todos los hombres y las mujeres conscientes de las brechas de género debemos apoyar la igualdad completa entre hombre y mujer hasta que dichas brechas desaparezcan. Pero la forma como se percibe a la mujer dentro del matrimonio tradicional, según lo que se enseña dentro de ciertos grupos, va generando un rechazo hacia la familia tradicional.

Escritores y activistas de estos movimientos perciben a la familia tradicional como un espacio donde se perpetúa el patriarcado, la violencia contra la mujer y se denigra a la mujer encasillada en labores del hogar.

Algunos de estos activistas han declarado que el gran enemigo es la familia tradicional, por ende, su activismo gira en torno a acabar con la imagen de la familia tradicional hasta lograr transformar la sociedad en una sociedad abierta, líquida, es decir adaptable a las agendas que se impongan desde el discurso dominante.

La Contraloría General de la República, por medio del Instituto Nacional de Estadística y Censo (Inec), realizó durante abril de 2022, la encuesta de “propósitos múltiples” (EPM), que incluyó el análisis de temas emergentes. Según la nota de prensa del Inec “La muestra estadística aleatoria alcanzó 16.324 viviendas, de las cuales 15.332 están ubicadas en áreas urbanas (8.878) y rurales (6.454) y 992 en las comarcas indígenas. En total entrevistaron a 30.554 personas”. (Inec, nota de prensa, 2022)

Los resultados de esta importante encuesta nacional muestran que “en cuanto al aborto, el 76% dijo estar en desacuerdo frente a la modificación de la actual ley para que se permita el aborto por cualquier causa, dándole a la mujer la opción de decidir” (idem).

“El 57% de los entrevistados considera que los homosexuales tienen los mismos derechos que el resto de la ciudadanía. En cuanto a que se legalice la unión del mismo sexo, el 77% manifestó que no está de acuerdo; y con respecto a que a las parejas del mismo sexo se les permita la adopción de menores de edad, el 80% estuvo en desacuerdo y solo un 11% estuvo de acuerdo”. (idem).

Es importante alcanzar un consenso que permita a los homosexuales formalizar sus relaciones ante el Estado, que no implique modificar el Código de la Familia ni el sistema de educación panameño, debilitando o transformando la imagen de la familia ya que es la célula principal de la sociedad, base de los valores y del sentido de pertenencia, refugio y sombra ante las corrientes del individualismo de la posmodernidad, diseño original para el desarrollo de la persona humana, por esto debe prevalecer y permanecer como lo que es hoy, ya que “a pesar de las separaciones, divorcios, las diferencias de edades y de opiniones entre hermanos, de las exigencias de los hijos y otras situaciones que bombardean a la familia, esta tiene potencial para el afecto, identidad y sentido de pertenencia” (Emiliani, Geraldine, 2023).

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