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- 07/04/2013 03:00
EEUU. A dos años de la muerte de uno de los mayores enemigos de Estados Unidos (EEUU): Osama Bin Laden; solo dos soldados de los 25 que participaron en la operación que acabó con su vida, siguen vivos.
La cadena estadounidense NBC anunció recientemente que uno de estos militares falleció el viernes pasado durante una maniobra de paracaidismo nocturna en el estado de Arizona, su nombre era Brett D. Shadle. Las fuerzas armadas se encuentran investigando las causas del accidente que produjeron su muerte.
El caso es que con su muerte son ahora 23 los muertos que pertenecieron al famoso equipo número 6 de los Navy Seal que dio muerte a Osama.
La muertes de los otros 22 militares de la unidad de élite del ejército estadounidense ocurrió a dos meses de la muerte del líder de Al Qaeda.
El 6 de agosto de 2011, insurgentes talibanes derribaron el helicóptero en el que viajaban 31 soldados, 22 de ellos eran parte de los Navy SEAL.
No obstante EEUU nunca confirmó ni desmintió que en el helicóptero viajara casi todo el equipo que acabó con la vida de Bin Laden.
Uno de los que aún viven es Matt Bissonnette, quién fue dado de baja del ejército por realizar revelaciones sobre la muerte de Osama en un libro.
En su libro se contó cómo fue el asalto al refugio en el que se escondía el terrorista, una versión distinta a la oficial, que fue dada por el presidente Barack Obama en aquel entonces.
El segundo se dio a conocer en febrero de este año. Fue además el soldado que mató al otrora líder de Al Qaeda.
Según la poca información que se conoce del mismo no tiene pensión ni seguro médico tras retirarse del Ejército. Y es que el Gobierno sólo ofrece un seguro médico durante 180 días para quien deja el Pentágono y sólo si acepta mantenerse como reservista. Además, este militar en retiro dijo que su familia se encuentra en proceso de cambio de nombre debido a que no posee ningún tipo de protección gubernamental.
Este inusual y coincidente destino de los miembros del cuerpo de elite norteamericano ya es calificado como ‘maldición’.
Dos años después de la muerte de Osama su muerte sigue llena de incógnitas y suposiciones.