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- 03/06/2009 02:00
- 03/06/2009 02:00
Los puntos de vista expresados por don Enrique Santos Calderón, miembro prominente de acaudalada e influyente familia colombiana y actual Presidente de la SIP, que fueran recogidos en publicación de la decana Estrella de Panamá el l de junio, sobre el eximio Presidente de Bolivia, Evo Morales Ayma, me han motivado, más que impelido, como periodista y aprendiz de escritor, a expresar los míos, en la esperanza de que este medio, donde yo escribía en la época de mis maestros Leonidas Escobar, J. Duque y Ripardo, haga fiel a la balanza de apreciaciones sobre este líder auténticamente americano, permitiéndome su publicación.
La introducción del artículo de don Enrique debió extraerla de alguno de los folletos que se publican en Bolivia. Pudiera ser que por ello no menciona que este ilustre indígena desciende de una de las tribus culturalmente más avanzadas de América, la Aymara –mil años mas antigua que la Inca—, cuna de astrónomos, ingenieros, arquitectos y agrónomos, una de cuyas muestras la constituye la gran Tiwanaku. Coincido con su escrito en los orígenes humildes del presidente boliviano, algo que lo hace más grande, pero tengo que aclararle que él no “pastaba llamas cerca de Oruro”, él las llevaba a pastar. Descolló como líder cocalero contra el crimen de extirpar el cultivo de coca —símbolo sagrado y ceremonial—, una planta medicinal que otras culturas y países han transformado fabricando con ella el veneno de la droga. Dice bien don Enrique que Evo Morales tiene una “trayectoria humana y política impresionante”, pero es que así la practica e inspira la cultura de sus ancestros, así como el respeto por la vida, la tierra y los ancianos. Siento que los factores de su “coctel de gobierno” lo constituyen los fundamentos del humanismo histórico referente de su raza, como antítesis del neoliberalismo de otras culturas.
He tenido el privilegio de visitar Bolivia antes y después, con Evo Morales, y todo es diferente, enfocado al bien común, algo difícil de digerir para algunos. La chequera es la de la recuperación de las riquezas del país, algo que todavía mandatarios de otros países indoamericanos prefieren que continúe en manos foráneas que no permiten que sus beneficios lleguen a las mayorías. En cuanto a la polarización política, es fruto de pequeños grupos que, viudos del poder, intentan dañar el nuevo proceso político de un país mayoritaria, ancestral y visceralmente aborigen.
Coincido con el colega Santos en que las “torpezas de una oposición agresiva, irracional y miope”, como las que también existen en nuestros países, son muy dañinas, pero así vienen siendo sus miembros históricamente. Esa injusticia social, el abuso, la burla, la discriminación y el contraste entre la opulencia despectiva y el hambre reprimida, han dado paso a procesos democráticos solidarios. Con todas las presiones y sabotajes, es de confiar, tal vez en Dios, que el solidario Evo gane las elecciones de diciembre, mi estimado don Enrique.