La nutricionista Vanessa Leone contrasta los beneficios, mitos y realidades del alimento
- 10/03/2010 01:00
QUITO. “Tal vez no sea el fin. Ni siquiera el principio del fin. Tan solo el fin del principio”. La frase de Winston Churchill tras la derrota alemana en África, puede aplicarse a lo sucedido entre el gobierno del presidente Rafael Correa y la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONAIE).
Se trataría del claro fin de una alianza de movimientos sociales, entre ellos los indígenas, que empujó a un político novato, Correa, a triunfos sin precedentes en dos elecciones presidenciales, una asamblea constituyente, dos referendos y unos comicios legislativos.
En su asamblea extraordinaria, concluida el 26 de febrero, la CONAIE resolvió lanzar una escalada de protestas “permanente y progresiva” contra el gobierno y llamó a trabajadores y estudiantes a unirse para rechazar las políticas “neoliberales y colonialistas” de Correa.
Por su parte, el presidente, quien se precia de haber trabajado como joven voluntario en un pueblo indígena antes de empezar sus estudios universitarios, calificó la decisión de “separatista” y dijo que los indígenas están “siguiendo el juego a la derecha”.
En su habitual cadena de radio y televisión, Correa se refirió con lenguaje duro a la dirigencia indígena, descalificando al presidente de la CONAIE, Marlon Santi, por su poca preparación.
Santi replicó en declaraciones al canal privado Ecuavisa , diciendo que “Correa está enfermo de odio y de vanidad”. Acusó al mandatario de haber traicionado los principios de la alianza que lo llevó al poder y anticipó que las protestas del movimiento indígena no caerán en la violencia.
Correa tuvo a la CONAIE como uno de sus principales aliados en las elecciones de 2006, luego en la Asamblea Nacional Constituyente de 2007, y en los nuevos comicios presidenciales de 2009, pero ya el año pasado comenzaron los desencuentros, en especial acerca de la minería, la explotación petrolera y el manejo del agua.
Los indígenas, al igual que las organizaciones ambientalistas, se sintieron traicionados, pues creían tener un acuerdo con Correa de que se cerraría la puerta a las grandes explotaciones.