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- 18/02/2010 01:00
PRISTINA. Banderas de Kosovo, de Albania, de Estados Unidos y de la Unión Europea ondearon ayer por todas partes en las calles de la capital kosovar, Pristina, para celebrar el segundo aniversario de la declaración de independencia de Serbia.
El 17 de febrero (ayer), es el día grande de Kosovo, la fiesta nacional de la ex provincia serbia poblada mayoritariamente por albaneses étnicos, que conmemoró en la víspera con diversos actos festivos e institucionales.
El Parlamento de Pristina celebró ayer a mediodía una solemne sesión que incluyó al primer ministro Hashim Thaci y al presidente Fatmir Sejdiu.
Al acto fueron invitados representantes diplomáticos extranjeros en Kosovo, miembros de la misión Eulex de la Unión Europea y congresistas de Estados Unidos.
La principal avenida de la ciudad fue adornada con las banderas de los 65 países que han reconocido la independencia de Kosovo.
Aparte del acto institucional, desde horas de la mañana se celebraron conciertos y actividades para niños, a quienes se les dio día libre en el colegio. Por la tarde, varias estrellas de la música local participaron en un gran recital.
Las celebraciones se extendieron por toda la región, en fiestas organizadas por las corporaciones locales.
La secretaria de Estado de Estados Unidos, Hillary Clinton, felicitó por su parte ayer a los kosovares por el segundo aniversario de la declaración de independencia de Serbia, y elogió a Pristina por sus esfuerzos de crear un país seguro y próspero.
Señaló que la fiesta nacional de la ex provincia serbia es una buena ocasión para celebrar la evolución de Kosovo hacia una república “abierta, unitaria y pluralista”, y su compromiso de buscar la democracia.
El progreso que ha registrado Kosovo en estos dos años refleja su determinación a ser un miembro responsable de la comunidad internacional y contribuir a la estabilidad en la región de los Balcanes.
Clinton alabó al Gobierno de Kosovo por sus “continuos esfuerzos de crear un futuro”.
Agregó que Estados Unidos seguirá siendo un firme socio de los kosovares y el Gobierno de Pristina, y apoyará el fortalecimiento de las instituciones de Kosovo, ayudando a ese país a avanzar en su objetivo de convertirse en un Estado democrático y multiétnico, que cumpla sus aspiraciones euro-atlánticas.
Los festejos se dieron en momentos en que Kosovo y Serbia siguen enfrascados en la misma disputa, con Pristina intentando consolidarse como país viable y Belgrado denunciando lo que cree una clara ilegalidad. La declaración de independencia terminó con años de mediación de la ONU para cerrar un acuerdo: el Gobierno serbio, que ofrecía autonomía pero nunca independencia, y la mayoría albanokosovar, que exigía la soberanía y recordaba la represión bajo la gestión del ex presidente serbio Slobodan Milosevic.