¿Está la Unión Europea en cuidados intensivos?

Actualizado
  • 03/04/2020 06:35
Creado
  • 03/04/2020 06:35
Convertida junto a EEUU en el foco mundial del Covid-19, el proyecto europeo enfrenta la crisis más grande del continente desde la II Guerra Mundial

El próximo 18 de abril se cumplirán 69 años de la creación de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero en 1951, el germen institucional de lo que sería casi cuatro décadas después la Unión Europea (UE), una institución que enfrenta hoy la peor crisis de su historia.

Entonces solo habían pasado seis años de la victoria sobre el nazismo en la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), y la idea de una Europa unida se planteaba como una necesidad para la paz y la prosperidad de un continente aún en cenizas por la destrucción del conflicto.

Muy lejos quedan los recuerdos de ese proyecto, más que nunca cuestionado en estos momentos; el último golpe recibido por el bloque comunitario llegó en forma de pandemia con la aparición del nuevo coronavirus (Covid-19).

Con 928,437 contagiados y 46,891 fallecidos en 205 países al 2 de abril, la enfermedad ha puesto en jaque al modelo económico mundial, golpeando con una dureza inusitada a Europa y su proyecto político.

Del total global de casos positivos, unos 455,901 se encuentran en países europeos, siendo Italia (110,574 casos), España (102,136), Alemania (73,522) y Francia (56,989) las naciones más afectadas. Las cifras de muertos ya empiezan a recordar los números de un conflicto armado, con un total de 32,778 defunciones en poco más de dos meses.

Fronteras cerradas, el tráfico aéreo cancelado y naciones enteras paralizadas son algunas de las medias sanitarias radicales que han tomado los europeos para romper la cadena de contagios del virus, un continente entero en cuarentena en el que cada día que pasa las consecuencias económicas se hacen más cuantiosas.

Al respecto, la directora del Fondo Monetario Internacional (FMI), Kristalina Georgieva, dio casi por hecho que el mundo entrará en una recesión “igual o peor” que la de la crisis financiera de 2008-2009.

En este escenario, a diferencias de otras partes del mundo, la UE partía con ventaja –al menos en papel– dada su solidez institucional y una fuerte integración comercial, política, migratoria y social. Un supuesto que hasta ahora ha demostrado todo lo contrario.

Respuestas tardías, poca coordinación, falta de iniciativa e incluso abandono de países por sus pares dentro del bloque, son solo algunos ejemplos de la fallida gestión de la crisis por Bruselas, que ya está dejando graves heridas en el proyecto europeo, pero sobre todo en la idea de una región unida.

Cuando empezaron a aumentar rápidamente los casos a principios de marzo, no hubo ninguna directriz comunitaria clara, por el contrario, cada gobierno empezó a tomar medidas unilaterales y descoordinadas unas de otras.

Peor aún, mientras Italia se veía obligada a tomar medidas cada vez más draconianas para frenar el virus, países como Alemania apenas hacían pronunciamientos al respecto, lo que obligó a Roma a pedir ayuda a China y Rusia, que casi de inmediato enviaron insumos clínicos, respiradores, médicos y epidemiólogos. No fue hasta finales de marzo que los hospitales alemanes empezaron a recibir pacientes italianos y franceses luego de que sus sistemas sanitarios fueran rebasados.

El confuso incidente en el que la República Checa confiscó unas mascarillas donadas por China a Italia; o la más reciente negativa de Alemania, Holanda y Finlandia de aprobar los “coronabonos”, mecanismo colectivo que permitiría reunir fondos para combatir el virus, solo mellan aún más la credibilidad de la supuesta “solidaridad europea” que ya estaba en entredicho por el asedio de Berlín y el Banco Central Europeo (BCE) a los países del sur para cobrar sus deudas en 2008.

En ese sentido, el presidente de Francia, Emmanuel Macron, cuestionó a los gobiernos alemán y holandés por actuar “como si Italia o España fueran responsables del virus” pidiendo una salida “solidaridad a la crisis”.

Sin embargo, pese a los llamados “solidarios” pareciera que el daño ya está hecho en la ya cuestionada imagen de Bruselas, al calor del creciente euroescepticismo, principalmente abanderado por la extrema derecha.

Las declaraciones de Attilio Fontana, presidente de la provincia italiana de Lombardía, una de las regiones más castigadas por el brote, evidencia la frustración de una parte de Europa que se siente “traicionada” por el rol del bloque en la crisis. Al ser preguntado sobre la gestión de la UE, señala sin cortapisas;

“¿Europa? ¿Qué es Europa? Es algo inexistente en los momentos que cuentan, cuando sería oportuno tener a alguien cerca con una voz que aportase seguridad y afrontase problemas (…) Europa ha demostrado en esta crisis su inutilidad. Para qué sirve una Europa que no está cerca de quien sufre. Me siento muy ofendido por los recursos financieros ridículos que la UE puso a disposición de Italia cuando se anunció todo esto”, dijo Fontana este martes al diario El País.

Si bien el BCE anunció el 19 de marzo un plan de 750,000 millones de euros para la compra de activos públicos y privados, lo que en principio daría un respiro a las economías más afectadas, parece que esto no será suficiente para enfrentar la crisis. Desde Madrid apelan a una especie de “plan Marshall” europeo para el coronavirus, propuesta que solo se quedará en papel mientras los Estados del norte, mejor posicionados económicamente y menos afectador por Covid-19, no den luz verde a una ayuda de este tipo.

Por el momento, ni científicos ni políticos se atreven a estimar la fecha en que podría terminar la crisis, pero pocos dudan de que las consecuencias económicas y sociales serán profundas.

Para la UE el coronavirus llega en su peor momento. Tan solo en los primeros tres meses de 2020 la UE ha recibido tres heridas importantes: la salida formal del Reino Unido con el “brexit”, primer país que abandona el proyecto europeo; la segunda con el agravamiento de la crisis migratoria en el Mediterráneo en medio de chantajes de Turquía y que hizo evidentes las debilidades de Bruselas; y ahora la emergencia sanitaria del Covid-19, que está poniendo en jaque el estado de bienestar europeo, una de las conquistas sociales más importantes de la postguerra. Todo esto en medio de la lucha geopolítica mundial entre China, Estados Unidos y Rusia, en la que Europa vuelve a ser continente terreno para las disputas de las potencias. Por tanto, el cómo gestione esta crisis la Unión Europea, podría determinar si sale viva o no de cuidados intensivos.

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