Panamá: el país de la desigualdad económica

Actualizado
  • 14/10/2012 02:00
Creado
  • 14/10/2012 02:00
Carol y su tía Flor caminan por La Cuchilla de Calidonia en busca de Pedro Páramo. Se detienen en uno de los comercios, preguntan el val...

Carol y su tía Flor caminan por La Cuchilla de Calidonia en busca de Pedro Páramo. Se detienen en uno de los comercios, preguntan el valor del libro: $10. No. Mucho para el presupuesto.

Es m edio día y el sol radiante se esconde tras las nubes grises. El cielo anuncia un aguacero. Las mujeres no encuentran lo que necesitan al precio que pueden pagar. Entonces deciden ir a Salsipuedes, en la avenida Central, donde tienen la esperanza de conseguir la novela de Juan Rulfo a un costo asequible.

—En esta situación no hay mucho para libros—, dice Carol. Cajera y madre soltera de un niño de 9 años. Ella, que nunca ha leído la historia del hombre que vaga por el pueblo fantasma en busca de sus ancestros, ahora acompaña a su tía, porque va a patrocinar el libro para su primo de 17 años. Se lo pidieron en el colegio, pero en su familia, algunos desempleados y ella con un sueldo de $416 mensuales, ‘no alcanza para estos lujos’, dice. Por eso caminan y caminan.

Las mujeres invierten tiempo porque necesitan estirar el dinero. Ellas no son las únicas, ni la minoría. Su historia se repite en el 66% de hogares panameños con ingresos de $599 mensuales, o menos. Basta dar una vuelta por las ’Jumboferias’ y ver las filas para entender que la mayoría del pueblo está tratando de estirar la quincena.

Y es que el salario mínimo de Panamá es el de menor capacidad adquisitiva en la región, según el último informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL).

La realidad es difícil de creer para los especuladores de la bolsa: aquí, en la ’Dubái de América’, el país con mayor Producto Interno Bruto (PIB), con 10.6% ($30,676.8 millones), de crecimiento, se registró un puntaje negativo de 5.5% en la capacidad adquisitiva. El ciudadano promedio tiene menos posibilidad de consumo que los habitantes de países como Venezuela, que registró -5.2, y Honduras, con -0.3.

Esto quiere decir que en Panamá, quien antes compraba con $100 ahora necesita $105.50, detalla el economista Juan Jované.

‘ESTIRANDO EL DINERO’

En la última década el país ha tenido una evolución económica favorable y sostenida que lo ubicó entre los 10 principales destinos de inversión en el mundo. Sin embargo, a pesar del alto crecimiento, no se logra redistribuir la riqueza y crear igualdad de oportunidades, porque se mide el aumento salarial en base al costo de la Canasta Básica de Alimentos (CBA), que ronda los $314, y no a la Canasta Básica Familiar (CBF), que debería incluir: transporte, educación, salud, entre otras necesidades, dice el dirigente si ndical Rafael Chavarría.

Y si aumenta el transporte y la vivienda, y no aumentan los salarios. ¿Qué pasa?

La población de los estratos más altos es cada vez más rica y los pobres más pobres, dice la economista y docente de la Universidad de Panamá (UP), Aracelly de León. Las cifras sustentan su posición: solo 40% de la población, que tiene el 70% del presupuesto nacional, puede consumir 75% de bienes y consumo. El resto, la mayoría del 60%, tiene acceso al 25%. Su presupuesto representa solo 9,5% del nacional.

Por eso la gente intenta estirar la plata sobreviviendo con lo básico y un libro termina siendo ‘un lujo’, como en el caso de la familia de Carol.

—La situación familiar es bien dura, cuenta— el desayuno y el almuerzo de una semana lo compro en el supermercado, los de la segunda semana, en la tienda, a crédito, anotando $2 por día. Para la cena le doy a la abuela $40 por quincena, solo para colaborar. No puedo con el resto.

Mientras las noticias hablan del crecimiento económico más alto de la región y el viceministro de Economía, Omar Castillo, señala que ante el auge económico los panameños deben aprender a ahorrar, aunque sea un dólar cada día, Carol cuenta que tiene que hacer magia con lo poco que gana porque ahora es la única que tiene trabajo formal en su familia: madre, abuelos, dos tíos y primos viven del ‘rebusque’. Todos conviven en Villa Guadalupe, en la casa de los abuelos pa’ ahorrarse la vivienda. Familia extendida. Constante de Latinoamérica que suple necesidades y genera solidaridad en tiempos de crisis, dice el sociólogo Roberto Pinnock.

Y e l Gobierno afirma sentirse satisfecho por la disminución del desempleo a un 4,6%, mientras los tíos y primos de Carol sobreviven, como otros 500 mil panameños, con camarones, trabajos ocasionales, y compran en ’Jumboferias’, haciendo filas de 1 a 4 horas.

Carol prefiere comprar el almuerzo de la semana en la tienda de la esquina porque no confía en la salubridad de las ’Jumboferias’: 1 kilo de pollo, 1 kilo de arroz o chuleta, verduras y a veces, cuando hay, plátano pa’ las tajadas, sino, va’ pelao.

Los alimentos del desayuno los compra en el súper. Gasta $30 por quincena, pero solo le alcanza para una semana, por eso al inicio de la siguiente tiene que ir a la tienda a comprar jamón, queso y jugo, a crédito. Por eso para Carol el concepto ‘ahorro’ es una utopía. No porque no quiera, dice. Sino porque todo el dinero se me va en el día a día. Porque que a pesar del estandarte de pleno empleo, el aumento del costo de la vida desmejora la capacidad adquisitiva y ella no tiene muchas opciones. Es inevitable.

Así es la economía de la clase obrera panameña en el ’boom’ económico del país, y en época de pleno empleo, según las noticias. Mientras el presidente y los diferentes funcionarios del Gobierno repiten el discurso: ‘se está haciendo lo posible para ayudar a los consumidores con ‘Jumboferias’ y ‘Jumbotiendas’, para llevar comida más barata al pueblo’, los especialistas apuntan a que estas iniciativas no solucionan el problema de la desigualdad.

Y quedó demostrado en el último informe de la encuesta del Índice de Confianza al Consumidor (ICC) de Ipsos y TMG Panamá para el último trimestre de 2012: el nivel de confianza de los consumidores en un marcador en el que debajo de 100 es desconfianza, se ubicó en 94 puntos, reflejando una caída de 13 puntos desde los marcados en enero. La gente está sintiendo sus bolsillos vacíos.

EL PROBLEMA DESIGUALDAD

Tiene varias aristas y se refleja en educación, salud, nutrición, calidad de vida, e incluso en el ejercicio del poder y toma de decisiones, explica De León.

Para ella la brecha desigual comienza a abrirse desde el factor educación. Mientras la población más pobre no logra completar seis grados de escolaridad, la mayoría de gente que llega al nivel superior de enseñanza pertenece a los estratos de mayores ingresos. Los inversionistas prefieren contratar extranjeros y nacionales de estratos económicos altos, mejor preparados que el promedio general panameño.

La otra arista de la desigualdad es causa y efecto, y se ancla en el salario mínimo, que para Yakarta Ríos, de la organización de Consumo Ético, se ha contraído respecto a las necesidades de los hogares.

Con un alza del 6% en el Índice de Precios al Consumidor (IPC), que mide la inflación e indica que los salarios han perdido 6% de su capacidad adquisitiva en 2012, frente al impuesto sobre la renta de 7% y otros más, la ministra de Trabajo Alma Cortés asegura que el último aumento de 15% del salario mínimo, equivalente a $30, es suficiente para cubrir la inflación y demás impuestos. Chavarría no está de acuerdo con ella. El salario mínimo debe estar entre $600 y $700 para suplir las necesidades básicas, dice. Por eso la capacidad de adquisición de la población sigue siendo mínima ante tantos aumentos.

Ríos va más allá. Según la especialista, para que alguien pueda consumir dignamente en Panamá y suplir todas sus necesidades, incluso el ahorro del que hablan los representantes del gobierno, debe ganar un salario mínimo de $1000. Como eso no ocurre, la mayoría de panameños están condenados a depender de las ’Jumboferias’ o de un solo vendedor, un único proveedor que en la mayoría de casos, como en el de Carol, es elegido no por la calidad sino por el crédito.

La gente lucha para sobrevivir ‘estirando la plata’. Cuando viene la quincena paga y pide crédito y por eso hay un endeudamiento en la compra de los alimentos. Mientras se construyen mega proyectos, edificios vacíos porque no hay demanda que acapare la oferta, mucha gente se endeuda por comida en la Dubai centroamericana, dice Ríos.

Esto contrapone la imagen de bonanza económica que identifica al país.

—Y entonces, el crecimiento del 10,6% ¿En qué me beneficia a mí? pregunta Carol ¿A mi hijo, a mis primos? a nosotros no nos llega.

Para los economistas, sindicalistas de gremios de trabajadores y defensores de los derechos de los consumidores, mientras no haya políticas gubernamentales a favor de la población, el crecimiento económico abre la brecha de la desigualdad. Para que esto no se convierta en un problema, el consultor Juan Panels, aconseja controlar el gasto público, incentivar la educación e inyectar más presupuesto en el sector primario, para beneficiar el agro y la manufactura.

Es que en pleno crecimiento económico, a Carol solo le alcanza pa’comer y transportarse. Ella y todos en su familia ayudan para mantenerse ‘con camarones, limpiando patio y casa ajena’, agrega su abuela.

La igualdad es indispensable para convertir la riqueza en desarrollo sostenible. De lo contrario, el sueño de la Dubai centroamericana se esfumará más rápido de lo que pensamos, concuerdan especialistas.

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