JMJ participa en el encuentro intergeneracional de jóvenes y mayores de Roma

El encuentro contó con la presencia del las enseñanzas del arzobispo de Panamá, monseñor José Domingo Ulloa Mendieta, explicó que “la existencia de las relaciones intergeneracionales implica que cada generación retoma las enseñanzas de sus antecesores, dejando así un legado a sus sucesores”.

La idea de intergeneracionalidad como cohesión social a través del diálogo y la cooperación. En su intervención, el arzobispo de Panamá resaltó que la misión de la iglesia es favorecer y acompañar los encuentros.

La iglesia es, por vocación divina, ‘tienda del encuentro’ en la que conversan Dios y el hombre, la iglesia y el mundo, señaló el arzobispo panameño.

Monseñor Ulloa pidió a los jóvenes contar con “la aportación sapiencial de los ancianos”, idea que el Santo Padre ya había expresado en  marzo en la apertura de la Asamblea Plenaria de la Reunión pre-sinodal.

Hubo referencias al Sínodo de Obispos, que se desarrolla en estos momentos, centrado en los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional, en concreto al dinamismo y la participación de los jóvenes.

Diálogo intergeneracional

El Papa Francisco propuso la actitud de servicio frente a la cultura del descarte “contra esta cultura proponemos servir, los jóvenes más maduros, son aquellos que van adelante en el servicio”.

El evento celebró también la presentación de un nuevo libro, “Sharing the Wisdom of Time” ( Compartiendo la Sabiduría del Tiempo ) que incluye los testimonios de gente mayor de 30 diferentes países.

El Santo Padre escuchó las preguntas de los jóvenes católicos junto con las de los más mayores como parte del diálogo. El Papa Francisco continuó en la misma línea de los sueños pidiendo que los jóvenes puedan hacer realidad los sueños de los mayores, para que puedan dar fruto.

También tuvo una presencia especial la figura del conocido director de cine estadounidense, Martín Scorsese. Le preguntó al Papa sobre cómo proteger a los jóvenes cuando se encuentran con la crueldad en el mundo y en la propia Iglesia. Ante esto, el Santo Padre, hizo un llamamiento a la cercanía, la mansedumbre y la ternura como modo de “sanar los conflictos más feos”.