Sistema de partidos y alianzas electorales

Actualizado
  • 11/11/2018 01:00
Creado
  • 11/11/2018 01:00
Con todo, los partidos políticos forman parte de algo que a su vez los sobredetermina y les establece una forma de actuar 

El comportamiento de los partidos políticos en Panamá, dada su naturaleza y funcionamiento dentro del sistema político presidencialista, pareciera ser fácil de predecir.

Por su naturaleza, la ausencia de una elaborada estructura político-ideológica que le dé densidad a las propuestas programáticas, hace que la matriz básica en el espectro de centro-derecha, derecha donde se ubica la mayoría, sea un ‘conjunto vacío ideológico'. Dicho espacio tiende a llenarse con actividades incapaces de articular voluntades políticas con propuestas programáticas de desarrollo nacional de mediano o largo plazo.

Por su funcionamiento, la competitividad que establecen por el número de adherentes, la capacidad de movilización (organización), y por las garantías que ofrecen a donantes más allá del financiamiento público, los lleva a parecerse más a maquinarias electorales que a partidos políticos propiamente. Desde esta perspectiva, la cuestión de las alianzas en tanto está en gran medida supeditada a la condición partidaria, se asemeja más a una distribución de espacios y recursos de poder, que a una convergencia de plataformas programáticos de contenido político—ideológico.

Sin embargo, hay un factor extraordinario que importa destacar: es la interacción que establecen algunos partidos con el mundo exterior, especialmente con el ámbito del trabajo, las profesiones, la producción etc. Esta relación con los grupos de presión, gremios, sindicatos y movimientos sociales aporta un plus estratégico que surge, de una modalidad de relación e interacción de ciertos partidos con determinados sectores de la sociedad civil. Con todo, los partidos políticos forman parte de algo que a su vez los sobredetermina y les establece una forma de actuar con otros partidos y con la sociedad: es lo que se llama, sistema de partidos.

EL VACÍO IDEOLÓGICO

En un extraordinario alcance analítico, Humberto E. Ricord planteaba hace algunos años, que a raíz de la separación de 1903, se produce una ‘compactación' entre grupos liberales y fracciones conservadoras para dominar la presidencia, que dura hasta 1908. Los doce años de la presidencia de Porras apuntalan una transitoria hegemonía liberal que irá debilitándose a partir de su fraccionamiento en ‘partidos individualistas', y marcarán su ocaso ideológico.

Otro tanto le ocurrirá al conservadurismo cuyo colapso y desaparición definitiva ocurre a mediados de los 30. Será expresión a juicio de Ricord, de esta ‘esclerosis ideológico—política' en el siglo pasado, los personalismos en la política: el Dominguismo (Domingo Díaz), Panchismo (Francisco ‘Pancho' Arias), Jimenismo (Enrique A. Jiménez), Porrismo (Belisario Porras), Arnulfismo (Arnulfo Arias). Este proceso de vaciamiento ideológico y de degradación de las individualidades en la política criolla tendrá su cenit, en la crisis del orden político oligárquico de 1968.

Con una matriz político-institucional distinta pero de naturaleza presidencialista, la crisis de hoy tiene un parecido de familia, entre otras manifestaciones, con las crisis del ayer republicano: el vacío ideológico. Hoy se manifiesta como la ausencia de significaciones que vinculen voluntad política con directivas estratégicas de sociedad, medio ambiente y desarrollo, en su vínculo con el contexto internacional.

MISIÓN Y VISIÓN DE FLACSO

La Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) es un organismo regional, instituido por la UNESCO para impulsar y satisfacer necesidades en el conocimiento de las Ciencias Sociales.

El Programa FLACSO-Panamá busca dotar a la población de análisis sobre los principales problemas que la aquejan, y contribuir con las estrategias de programas de solución.

El vacío ideológico ha posibilitado el surgimiento de pequeñas identidades que representan a reducidas élites sociopolíticas, carentes de fortaleza programática y de soporte cultural: Varelismo, Mireyismo, Torismo, Torrijismo, Navarrismo, Mimismo, Martinelismo, Cortizismo, etc.

Aún cuando son la expresión de tiempos políticos distintos, estos ‘ismos' están marcados por la vanidad individualista y por una orientación política basada en el poder de la clientela. Este modelo de hacer política sin ideología descansa en un soporte cultural que privilegia el protagonismo del individuo. Es lo que Ángel Flisfisch de manera elegante llamó, el ‘paradigma del príncipe'.

UNA NECESARIA ACOTACIÓN

No obstante lo anterior, las identidades que de manera desdibujada orientan un eje político del presente, se construyeron a fines de siglo pasado en torno a los liderazgos carismáticos y a los proyectos político-ideológicos de Arnulfo Arias y Omar Torrijos. Ellos configuraron una matriz ideológica política que se instaló desde el conservadurismo al nacionalismo, ambos de naturaleza populista. El primero expresó los intereses de la pequeña burguesía urbana y rural, en alianza con sectores profesionales de raigambre conservadora. Fue en su primera época, un frente anti-oligárquico.

El segundo, afirmó a la clase media profesional e intelectual progresista, en alianza con sectores obreros y empresariales modernizantes, configurando el primer bloque pluriclasista moderno de la sociedad panameña. Moderno tanto por sus tareas (recuperación del Canal y perfeccionamiento estatal) como por su composición social. Desde el siglo pasado nos llegan como ecos, plataformas ideológicas programáticas menores que se insertaron también como referentes: El Partido del Pueblo orientado al mundo del trabajo, y la Democracia Cristiana (hoy Partido Popular) hacia una fracción de los sectores medios profesionales. ¿Qué queda de todo esto? Casi nada.

EL SISTEMA DE PARTIDOS

Una de las manifestaciones de la crisis institucional que padece la sociedad panameña es la crisis política. El vacío ideológico, como parte de la crisis es el reflejo de partidos políticos que operan como extensiones del régimen presidencialista. La sucesión de crisis podría hacer pensar que esta ya no es tanto del régimen político sino de un Estado que se ha abierto al dominio de determinados grupos y ha perdido su condición de espacio público para ser el espacio privado de determinados sectores de poder. Pareciera que ya no interesan los objetivos sociales estratégicos del desarrollo, y que todo se reduce al usufructo corporativo del poder.

Pero el sistema de partidos no puede ser otra cosa que parte de ese régimen. Aun cuando se postula que el sistema de partidos es el resultado de un proceso de interacción político partidaria en el encuadre de una regulación electoral (Código Electoral), debe ser teóricamente algo más que sus unidades partidarias.

De manera simplificada, en el sistema de partidos de Panamá, el criterio numérico constituye una ‘variable primaria' pero no es la única. La ‘distancia ideológica' y la ‘forma organizativa' constituyen otras (Sartori).

Dando por buena la variable primaria y haciendo abstracción del elemento ideológico y organizativo, formalmente el caso panameño se definiría tentativamente como de multipartidismo (seis y ocho).

De este sistema, el ‘núcleo duro' lo han constituido tradicionalmente dos partidos, el PRD y el P. Panameñista. Desde el III quinquenio electoral (2009-20014) hay que agregar al Partido Cambio Democrático (CD). Esta centralidad partidaria la constituyen organizaciones que están por encima de los 300,00 adherentes c/u.

LA ALIANZA MÍNIMA GANADORA

Los partidos que coordinan políticamente el sistema de partidos hoy son tres. Por tanto, cualquier análisis preliminar de futuras alianzas pasa por esta consideración básica y elemental. Como el espectro dominante en el sistema de partidos es la franja de la derecha, el tema político ideológico no es un obstáculo para forjarlas. Es aquí donde comienza a operar el postulado de la ‘alianza mínima ganadora': Esta establece como óptimo electoral, aquella que permite ganar una competencia distribuyendo lo menos posible espacios y recursos del poder. Por lo tanto, bajo esta directiva de elección racional, los partidos ejes no estarían orientados a forjar alianzas entre sí, sino hacia la periferia, hacia el conjunto de partidos pequeños: Partido Popular (21,701); Molirena (81,163); Partido Alianza (30,523).

COROLARIO

El número de adherentes de los partidos periféricos no es un criterio decisivo. Son otros los elementos a tomar en cuenta: amplitud o focalización social, implante regional, capacidad organizativa y de movilización, potencial de absorción del segmento de indecisos y conexión con otros factores de poder electoralmente estratégicos. Estos son los mínimos pesos políticos a tomar en cuenta en las alianzas. Algunos movimientos serán predecibles, pero en su conjunto ‘la suerte está echada', dijo el César.

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