El cine y el teatro panameño albergan una historia de esfuerzos

Actualizado
  • 12/08/2021 00:00
Creado
  • 12/08/2021 00:00
El séptimo arte y las obras teatrales juegan un papel importante en la expresión cultural. Expertos contaron a 'La Decana' el valor de la evolución de este mercado en Panamá
Soberón indicó que el cine debe regresar a la “forma lógica”, luego de los ataques “nocivos” del cine extranjero.

En conmemoración del Bicentenario de la Independencia de Panamá de España, destacamos el impacto del cine y el teatro en la amplia gama cultural del Istmo, desde las voces de quienes aportan a estas artes.

Las primeras filmaciones de las que se tiene noticia en Panamá, pertenecen al cuerpo de cine del ejército de Estados Unidos, que desde 1904 registra los trabajos de construcción del Canal. Desde ese entonces la huella del séptimo arte no ha cesado en su crecimiento, según datos del Programa Ibermedia.

El negocio cinematográfico inició en Panamá alrededor de 1915. “Algunos como Ángela Godoy Cedeño, consideran que Robert Wilcox, quien se establece en Colón, es el primero en exhibir y distribuir películas que adquiere a las casas productoras”, reseña el sitio oficial de este espacio audiovisual iberoamericano.

“No es sino hasta las décadas de 1920 y 1930 que el camarógrafo panameño José Antonio Sosa y el laboratorista francés John de Pool realizan artesanalmente los primeros noticieros panameños. En las décadas de 1940 y 1950, Manuel Ricardo Sánchez Durán rueda noticieros que luego se convierten en la Revista Nacional, producida por John H. Heymann y Jorge Carrasco”, añade el Programa Ibermedia en una publicación especial sobre el cine panameño.

Se trata de una industria cuyos protagonistas han dado vida a través del trabajo arduo, generación tras generación. Hoy, tras la pandemia, los esfuerzos se reinventan y toman impulso.

“El cine ha creado un sentimiento de orgullo en los últimos años, y también ha mostrado la idiosincrasia panameña dando un componente de mayor profundidad a la cultura, más allá del entretenimiento, siendo una herramienta para entender quienes somos y celebrarlo”, apuntó a La Estrella de Panamá el director de cine panameño Abner Benaim (Plaza Catedral, Chance).

Para el cineasta y docente, Edgar Soberón Torchía, el cine panameño es “más joven”, data de hace 130 años y empezó de forma autónoma, para luego ir evolucionando a un arte “más espontáneo” y “sin continuidad”, por lo que se atrasó en la creación de obras que se mantuvieran pese al paso del tiempo.

Aún así, el cine nacional ha prosperado, lo que el docente atribuye a la ratificación de la Ley de Cine, “unos 120 años después de su invención”, lo que permitió la creación de un fondo monetario en pro de esta industria.

Gómez indicó la importancia de recordar la resiliencia del teatro, que se encuentra “herido de muerte” tras la pandemia.

Se dice que el arte es subjetivo a los ojos de quien lo ve, y tanto el séptimo arte como el teatro se presentan como espacios donde las interpretaciones tienen espacio para nacer y crecer, aun cuando también son guiados por las motivaciones de los creadores de las obras y su proyección a través de elementos diversos desde los actores, las direcciones artísticas, la música y los guiones. Por esto, ambos han aportado al crecimiento cultural del país en las últimas décadas, llevando más allá el valor de la huella nacional y lo que significa ser panameño.

En la actualidad, Soberón mira importantes retos, un escenario en el cual es necesario: “Regresar al camino lógico; nos va a costar tiempo, y para hacer un cine que tenga importancia para nuestra historia o cultura, hay que mejorar la educación, contar nuestra verdadera historia, enderezarnos ética y moralmente, y enderezar el país. Si logramos eso, se reflejará en lo que hagamos en el cine del futuro, y ojalá ese cine tenga una importancia significativa”.

Por su parte, Benaim apuntó que el cine nacional “está en marcha” para mejorarse a sí mismo, ya que considera que este arte “pone la cultura en un diálogo con otras culturas”, permitiendo conocer a otros países “desde su interior” a través de las películas, y vice versa. “Ha ido creciendo la demanda y la oferta de cine, así como el nivel de la calidad, el cual ha aumentado, y hay muchos panameños que hacen más películas y hacen sonar sus voces, lo que permite que la industria se torne más interesante”, enfatizó, “con mayor volumen y mayor número de historias por contar, este conjunto de voces en Panamá está empezando a expresarse a través del cine y con el tiempo veremos muchos más y mejores resultados”.

Soberón hizo énfasis en aquellos personajes que se destacan dentro de la historia de la creación cinematográfica en Panamá, tales como: Manuel Sánchez Durán, Carlos Luis Nieto, los hermanos Ochoa, John H. Heymann, Ladislao Sosa, Jorge I. De Castro, Enoch Castillero, Armando Mora, Carlos Montúfar, Jaime Chung, Pedro Rivera, Luis Franco, Gerardo Maloney, Nikolai Proaño, Jorge Cajar, Pituka Ortega Heilbron, Arturo Montenegro, Ariane Benedetti, Aldo Valderrama, Carlos García de Paredes, Alberto Serra, Annie Canavaggio, Enrique Castro, Delfina Vidal, los hermanos Aguilar, Ana Endara, Luis Pacheco, Miguel González, los hermanos Wagua, Enrique Pérez, y Luis Romero.

“El cine panameño se ha enfrentado a una evolución constante, con la llegada de nuevos talentos y apoyo internacional”.

Por su parte, Benaim hizo hincapié en la admiración por aquellos “cineastas anónimos” que hacen cine desde todos los rincones del Istmo: “En Panamá no tenemos una cultura de cine de estrellas como Hollywood, pero contamos con figuras del patio como Rubén Blades, Rosa Lorenzo, Fernando Xavier de Casta y muchos otros que se mantienen anónimos, pero son ellos los que hacen cine”. Para el director, el punto de inflexión en el cine panameño llegará cuando las historias “empiecen a ser personales, basadas en el contexto histórico del país”, pero que “no dependen de una figura o un hecho histórico, sino que salen de cada uno de los actores, siendo voces singulares que aportarán al colectivo nacional”.

Mientras que para Benaim, su mayor preocupación frente a la industria es que exista un material que cause “impacto emocional, intelectual y con valor de entretenimiento cuando sea necesario”, además de “ofrecer un producto con valor natural”, Soberón considera importante que las nuevas generaciones “aprendan y acepten que no están inventando nada y que no son pioneros”, ¿en qué sentido? pues responde que: “Las semillas fueron lanzadas hace más de un siglo, y se echaron a la tierra con ánimo y algo de locura, hicieran lo que hicieran, fueron hombres y mujeres con la actitud visionaria de aprender y ejercer la comunicación audiovisual del nuevo milenio. Si no procuramos preservar esa memoria, no nos quedará nada que mostrar”.

Detrás del telón

Desde las tablas se percibe una realidad de perseverancia, cambios constantes y una fuerza inagotable, aún más luego de una crisis innegable causada por la pandemia del coronavirus. La actriz y actual vicepresidenta de la Asociación de Teatristas de Panamá (Astep), Sandy Luz Correa comentó que en Panamá hay teatro gracias al trabajo incansable de los profesionales de las tablas que han perseverado durante décadas. “Debemos sentirnos orgullosos de los teatristas y productores que iniciaron todo y nos han abierto el camino al resto”.

“Debemos sentirnos orgullosos de los teatristas y productores que iniciaron todo y nos han abierto el camino al resto”.

Para Correa, el teatro es un “instrumento poderoso” y de alto impacto para comunicar ideas y contribuir al aprendizaje cultural de los seres humanos, y en muchas ocasiones “logra ser una herramienta de transformación social”. “Panamá no escapa de este planteamiento; puedo remontarme a 1950 con la aparición del Teatro Guild, la sala de teatro más antigua de las existentes, luego de esta nació el Teatro en Círculo, posterior el Teatro ABA, y así siguieron apareciendo nuevas salas de teatro y nuevos productores, hasta alcanzar la cifra de 58 productores (individuales y grupales) en el año 2019, y 12 salas de teatro privadas e independientes en marzo 2020 al iniciar la pandemia”, expresó la actriz.

Por su parte, el director y productor teatral, Daniel Gómez Nates, explicó que la dramaturgia “preserva la realidad de una época” y es un apoyo importante cuando se quiere “estudiar la historia de un pueblo”. “No hay que olvidar que en la época de la lucha por la recuperación del Canal, el teatro fue una vía muy importante de apoyo en este tema”, recordó, “obras como 'Lobo Go Home', 'Una Bandera', 'El Fusilado', son prueba de ello. En la actualidad los nuevos autores escriben sobre temas de la problemática actual: corrupción, democracia, participación ciudadana, injusticia social, siendo un teatro variado y con una cartelera equilibrada en donde se puede disfrutar desde comedias ligeras, hasta textos clásicos y universales”.

En cuanto a personajes destacables dentro de la industria teatral panameña, Gómez apuntó a las hermanas Hortas, Edwin Cedeño, Tyrsa Guerrero, Dayra Torres, Ceila Gonzáles, Neysa Ferguson, Javier Ballesteros, Aroon Cevede, Dioana Abugamen, José Avila, Pepe Sarsanedas, Iván García, Roberto Mackay, y Aurelio Paredes; mientras que Correa recordó a personajes como Aurea 'Baby' Torrijos, Bruce Quinn, Elizabeth Vargas, y Alex Mariscal.

Para el futuro del teatro Correa y Gómez vislumbraron que será importante el apoyo consciente del público y la “creatividad de nuestros compañeros actores”. “Hemos sido luchadores y tenaces, creativos y seguimos luchando; ahora los nuevos deben de agarrar la bandera y no dejar que este bello arte muera”, comentó Gómez.

Así mismo, Correa enfatizó: “También deberían sentirse orgullosos de que su gremio no se ha detenido luchando por los derechos de todos los artistas, y por la transparencia”.

“El teatro desde sus inicios se ha caracterizado por ser una de las pocas artes críticas al sistema, y esto ha quedado demostrado en el liderazgo que ejercimos para que las artes escénicas fueran incluidas en la Ley General de Cultura”, agregó Correa.

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