• 11/04/2009 02:00

La importancia de la oración

Deja que Dios entre a tu corazón cada amanecer de tu vida. Él quiere ser tu luz y tu salvación, tu roca firme y tu fortaleza en medio de...

Deja que Dios entre a tu corazón cada amanecer de tu vida. Él quiere ser tu luz y tu salvación, tu roca firme y tu fortaleza en medio de las vicisitudes y luchas diarias. No importa lo difícil de la prueba que estés enfrentando en este momento, si oras Dios iluminará tu vida, con más luz que las propias estrellas y que el radiante sol. La oración es vida.

No llores, el Señor ha escuchado tu oración y ha enviado su aliento de vida sobre tu vida, El quiere que sientas su amor en cada latido de tu herido corazón. “Está alguno entre vosotros afligido, haga oración, está alguno alegre, cante alabanzas”, (santiago 5:13). Dios te dice en este día que te abandones en sus brazos, que Él es tu lugar de descanso, la fuente de vida que puede saciar todo tu ser, toda tu alma y tu espíritu. No llores y ora, busca el arrullo divino. Derrama tu alma, no sólo para que Dios te escuche, sino para que tú puedas escuchar a Dios.

“Y todo lo que pidiereis en oración, creyendo, lo recibiréis”, (Mateo 21:22). Y entre sollozos exprésale a tu Padre Celestial, que Él es tu eterno amor, tu respirar, tu suspirar, la razón de tus sueños, tu fiel amigo. Ora y fortalece tu barca. Las tribulaciones no te destruirán, Dios te abrigará con su amor, proveerá para tus necesidades y sanará tus dolencias. La oración es la ruta más corta hacia los milagros. Ora sin cesar, deja que la oración mueva cada punto de tu existencia. La oración hace la diferencia, lo cambia todo, aún los imposibles se doblegan ante ella.

Derrama tu alma en oración con profunda humildad, es la forma más elevada de conocer a Dios y de entender su eterna voluntad. No importa lo que diga la gente de ti, no importa si eres vil y menospreciado por muchos. La única forma de llegar lejos y de alcanzar los cielos es arrodillándote cada día.

“ Y le dijo Jehová: Yo he oído tu oración y tu ruego que has hecho en mi presencia. Yo he santificado esta casa que tú has edificado, para poner mi nombre en ella para siempre, y en ella estarán mis ojos y mi corazón todos los días ”, (I Crónicas 9:3).

-El autor es periodista.aquilinoortega14@hotmail.es

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