• 15/04/2018 02:03

Cuando es mejor saber que ignorar

A mi manera

La palabra ‘ignorante' se puede interpretar en dos sentidos. Calificar a alguien de ignorante sobre algo determinado no es denigrante y tampoco lo es confesar uno esa ignorancia. Usarla para ofender, como sinónimo de estupidez, sí lo es. Hay quienes consideran la ignorancia como fuente de tranquilidad, porque no inquieta lo que no se sabe. Esta aclaración es para señalar el perjuicio de ignorar algún asunto o situación importante que puede afectar nuestra vida, ya sea por falta de la información necesaria, o por no prestarle atención. Una breve noticia sobre el infame negocio de medicamentos falsos o adulterados despertó mi interés en conocer esta actividad sobre la que sabía muy poco. La Organización Mundial de la Salud (OMS) afirma que hay más sanciones por el uso del tabaco que por el comercio de medicamentos falsos (caso de Panamá con la venta de bebidas alcohólicas). En 2015 el Ministerio de Salud de Panamá (Minsa) identificó cerca de 50 medicamentos que entran ilegalmente al país, especialmente pastillas contra la disfunción eréctil, analgésicos y productos cosméticos. A finales de septiembre 2017, ‘Pangea X', operación internacional en 123 países, incautó en Panamá 179 642 medicamentos falsificados y productos sin registro sanitario en bodegas y distribuidoras sin permisos del Minsa. El crimen organizado siempre buscando formas de lavar dinero sucio encontró, además del boyante negocio inmobiliario, la fabricación y tráfico de medicamentos falsos que no curan, como afirman, cáncer, lupus, malaria, infertilidad, artritis, etc. Campeonas en contrabando de pastillas auténticas y falsas, las sidenafil (Viagra, Cialis) que consumen quienes la necesitan, pero también jóvenes ‘vigorosos' para ‘potenciarse', harían bien en informarse sobre las posibles consecuencias, aunque tal vez hablar de esto es tabú, asunto de ‘con mis hijos no te metas'.

Los fármacos falsos o adulterados mueven miles de millones de dólares en todo el mundo; consumirlos impide la atención médica que requiere el enfermo. Es tan despiadado este negocio que trafica con la salud de las personas, que en África y otros países en desarrollo (eufemismo para subdesarrollo, pobreza) se calcula en 30 mil millones de dólares el gasto en medicamentos falsos; son incontables las muertes de niños por malaria y neumonía, entre otras; en África subsahariana se calculan en 116 mil las muertes por malaria tratada con fármacos falsos.

Los delincuentes usan Internet para ventas en línea, lo que dificulta controlar las falsificaciones y el tráfico; la operación ‘Pangea X' eliminó 3584 sitios web. Por nuestras aduanas han pasado hasta materiales para implantes dentales y equipo quirúrgico, amén de medicamentos y suplementos dietéticos falsos. No puede uno dejar de pensar que los funcionarios a cargo de inspeccionar las mercancías no son muy diligentes; o que tal vez no cuentan con la capacitación y los instrumentos para detectar falsificaciones. Hace escasos días en farmacias de El Chorrillo, San Antonio y Colón las autoridades encontraron fármacos ilegales; de enero a abril 2018 se han incautado 62 mil 116, cifra que en menos de cuatro meses supera los 62 mil 194 de 2017, lo que indica lo lucrativo del negocio que con precios bajos y engañosos anuncios son ganchos para atrapar incautos. Tal es el caso de la red que vendía fosfoetanolamina (píldoras contra el cáncer) a la que, para reducir los costos en un 75 %, mezclaban con sustancias importadas de China; la organización criminal se valía de Internet y de 33 empresas, algunas de ellas sociedades offshore de Estados Unidos y Uruguay, sí señor, de Estados Unidos, donde una empresa norteamericana con sede en Miami vendía el producto. En Montería, Barranquilla y Bogotá se incautaron 55 mil unidades, 19 mil y ¡8 toneladas! respectivamente de fármacos ilegales; según el Pharmaceutical Security Institute, nuestra vecina Colombia es uno de los diez países que más medicamentos falsifica para este perverso negocio.

Imagine perder un hijo, un familiar por haber caído en el engaño de estos criminales (o de farsantes curatodo que se anuncian en radio, tevé y diarios). Por tal razón, no bastan las noticias sobre acciones policivas o de Aduana que detectan medicamentos falsos; las noticias informan, pero no educan. Ojalá este tema despierte el interés que despertó el diseño, el precio y la falsificación de camisetas del Mundial y la ‘pelotera' que desató en redes sociales un tuit pesado del exviceministro Zarak. Corresponde al Minsa ilustrar a la ciudadanía sobre el peligro de consumir fármacos de dudosa procedencia, cómo detectarlos, dónde no comprarlos, el riesgo de no conocer el idioma en la etiqueta, etc. Ante el criminal negocio, perder la tranquilidad que proporciona la ignorancia vale la pena. Puede salvar vidas.

COMUNICADORA SOCIAL.

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