• 10/06/2018 02:00

Mayo de 1968

El líder de esta revuelta, el activista primordial de este movimiento colectivo fue DANIEL COHN-BENDIT

Cuando esta generación y las que vengan estudien la historia del Siglo XX, sin lugar a dudas, mayo de 1968 será una fecha inolvidable, un referente histórico de la lucha de una generación inconforme, con los valores que imperaban en la sociedad del momento.

De este gran acontecimiento ya han transcurrido cincuenta años, por lo que me pareció atinado recordárselo a quienes lo vivieron, como contárselo a quienes no tuvieron esa maravillosa oportunidad.

El movimiento que se desató fue la típica revuelta estudiantil, debido a la implementación de reformas educativas y un núcleo de la clase obrera que los apoyó, pues padecía similares infortunios: las prohibiciones, el armamentismo, los derechos de las mujeres, la píldora anticonceptiva y el aborto.

Estos grupos franceses combatieron la sociedad opresiva, por una más permisiva; lo que se vivió no fue una revolución como la Revolución inglesa de 1688 ni como la Revolución francesa de 1789, tampoco parecida a la Revolución americana ni muchos menos a la Revolución soviética; pero sí unas grandes revueltas, unos enormes disturbios, de un sector descontento ante un sistema; una cultura que radicalizó el orden, el ‘statu quo'; reaccionando indignados, ante un intento de derrocar lo establecido, ante un mundo repleto de arbitrariedad, de farsas y mentiras, de guerras, como la de Vietnam.

El líder de esta revuelta, el activista primordial de este movimiento colectivo fue DANIEL COHN-BENDIT, quien encabezó a todos los jóvenes manifestantes franceses, que bajo consignas contra De Gaulle y a favor de la cultura, plasmaron en afiches y pancartas populares, eslóganes, lemas y gritos contra las autoridades policíacas. Se inició en la Universidad de Nanterre y terminó en La Sorbona, en el Barrio Latino que se unió a las protestas.

Este gran acontecimiento, fue un sacudón al establecimiento francés de la época, también brotó y se expandió al resto del mundo, que entendió y exigió un cambio radical en la forma de pensar, en la exigencia de ser reemplazados por otros conceptos que suscitan mayor aceptación, a unas nuevas exigencias inconformes con la forma de pensar. Una fractura, una ruptura notable de un tipo de sociedad cuyas exigencias de un cambio la exigían las protestas estudiantiles.

Mayo/68 permanecerá eternamente como un símbolo de heroísmo, de una generación rebelde, que luchó por la justicia y la libertad, ocupando las primeras páginas de la escena internacional del momento. Quizás, como los cambios profundos que la sociedad hoy exige a los Gobiernos de turno, contra la impunidad y la corrupción.

Para algunos, fueron pocos los logros de esta revuelta, para otros muy mediática y de poca trascendencia. Para mí, fue un fenómeno del Siglo XXI de singular interés, de un profundo significado; un icono de la lucha contra un sistema autoritario. Como estudiante me solidaricé, vi nacer mi espíritu de inconformidad, mi deseo de cuestionar, de protestar, de confrontar y de poder cambiar al mundo. Una utopía, que me permitió soñar.

Pocas veces se registran en la historia actos como el de mayo —sus consecuencias han sido perdurables (aperturas de importancia), tales como los movimientos feministas—, que trajo un cambio en el sistema universitario mundial y definió el futuro de los derechos de los estudiantes, la libertad de cátedra y el consejo estudiantil. En Francia, surgieron los ecologistas; en Alemania, el delito a la violación.

Quedaron huellas que explican el fenómeno parisino, libros como el de Ramonet titulado ‘París rebelde', música inspirada en estas manifestaciones, como ‘Revolution' de los Beatles y películas que pretenden recordar lo sucedido, como la del director italiano Bertolucci, ‘The Dreamers'.

Revueltas como esta, deben inspirar a sociedades adormecidas como la nuestra, para que actúen como motor de cambio y canalicen el hartazgo de la mayoría.

ABOGADO

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