• 20/10/2018 02:00

La ciencia no es dogmática

‘El científico [...] debe tener presente que en ciencia una teoría jamás está probada [...]'

La revolución de la ciencia como método para conocer la realidad consistió principalmente en su rompimiento con el principio de autoridad y la confianza irrestricta en el razonamiento abstracto. Sin embargo, el modelo mental de creer en la autoridad de los expertos y el dar excesiva confianza al razonamiento abstracto en detrimento de la contrastación empírica, sigue siendo importante fuente de error en ciencia.

Karl Popper propuso el falsacionismo como criterio para distinguir el campo de lo científico del campo de lo no científico. El falsacionismo como criterio de demarcación consiste en que una teoría es científica solo si es falsable. Falsable, aquí, significa que dicha teoría tiene postulados que sirven para hacer predicciones sobre el mundo real, y por tanto es al menos concebible un contraejemplo que podría refutar la predicción, cosa que a su vez pondría en aprietos la teoría. Una teoría es un sistema que propone relaciones de causalidad que pueden tener diversos grados de complejidad según el fenómeno o grupo de fenómenos que intenta explicar, pero toda teoría debe ser capaz de proponer proposiciones tipo p -$> q (si se da la condición p, entonces debe producirse el evento q). La proposición sería concebiblemente falsable si hallamos al menos una situación en que p -$> ~q (se da la condición p, sin embargo no ocurre q). En principio, ante un postulado p -$> q, el hallazgo de una situación en el mundo real en que p -$> ~q, constituye un evento de falsación o refutación del postulado. Así, ante la proposición ‘todos los cisnes son blancos', el hallazgo de un solo cisne negro serviría para refutar la proposición.

En las ciencias que estudian fenómenos complejos, multifactoriales, la atribución de causalidad es mucho más difícil y eso las hace mucho más susceptibles a error. En ellas, la falsabilidad impone retos particulares, pero no insalvables. Mientras las proposiciones de una teoría sean al menos concebiblemente falsables, se les considera dentro del ámbito de la ciencia. La Economía, la Sociología, la Psicología y también la Medicina, son ejemplos de ciencias que estudian fenómenos complejos en que los fenómenos tienen relaciones causales complejas, multifactoriales, pero las consideramos ciencias por razón de lo expuesto. En ellas se espera que las teorías sean capaces de hacer proposiciones susceptibles de falsabilidad.

¿Por qué es esto importante? Principalmente por dos razones. La primera, para diferenciar lo que es ciencia de lo que no lo es. Si un sistema epistemológico no es capaz de formular postulados tipo p -$> q, entonces no es científico, punto. No hay ‘pero' que valga en esto. El falsacionismo propuesto por Popper es sujeto de importantes críticas en lo relativo a su correspondencia con la realidad de la historia de la ciencia, pero como criterio de demarcación es un referente obligatorio. La astrología no es una ciencia precisamente porque no es capaz de formular postulados falsables.

La segunda razón es que aún quienes hacen ciencia muchas veces olvidan que esta, a diferencia de los dogmas, no venera la autoridad. Lo que importa en ciencia es la correspondencia de la realidad con la teoría, y cuando chocan siempre gana la realidad. Como decía el Nobel de Física Richard Feynman: ‘si [la teoría] no concuerda con la evidencia, está equivocada. En esa simple sentencia está la clave de la ciencia. No importa qué tan bella sea tu hipótesis, no importa qué tan listo seas, quién postuló la hipótesis o cuál sea su nombre. Si no concuerda con la evidencia, está equivocada'. Y para martillar el punto del rompimiento de la ciencia con el principio de autoridad, está la sentencia del Dr. Bernard Fisher, investigador médico con importantes aportes en la biogénesis del cáncer de seno: ‘en Dios confiamos. Todos los demás requieren data'.

Por ello es crucial que quien hace ciencia y quien sigue ciencia, nunca debe sustentar una teoría con referencia a la eminencia ni al número de sus proponentes. El llamado consenso científico no es un argumento a favor de una teoría porque los paradigmas, por definición, son teorías aceptadas por la enorme mayoría de los expertos en un campo, y muy fácilmente se convierten en dogmas, sin embargo ello no los hace más robustos frente a la evidencia que los refuta. El científico siempre debe tener presente que en ciencia una teoría jamás está probada, sino solo corroborada provisionalmente. Los dogmas son propios de la religión, no de la ciencia.

ABOGADO

‘[...] consenso científico no es un argumento a favor de una teoría, [...] los paradigmas, [...], son teorías aceptadas por [...] los expertos en un campo [...]'

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