• 14/10/2022 00:00

Decodificando valores: espiritualidad práctica

“Tan solo es necesario ver más allá de los ritos para encontrar el razonamiento que la espiritualidad nos permite: convertimos en más felices y mejores personas”

Muchos consideran que los eventos religiosos están relacionados con lo espiritual, con una relación con Dios y con ideas algo abstractas o lejanas, ya sea en tiempo o espacio. Quizás otros verán a la religión como una antítesis a nuestra rutina diaria de atender a la familia, el hogar, trabajar y ganarnos la vida. ¿Será posible que expresiones religiosas estén íntimamente conectadas con nuestra vida “cotidiana” y que justamente nos ayuden a vivirla mejor, más eficiente y alegremente?

En estos días de fiestas judías, quisiera compartir algunos de los valores de esta religión y su significado en la vida diaria, práctica y “materialista”. A continuación unos ejemplos. los cuales también existen en otras religiones.

La humildad de las bendiciones. Antes de comer o beber se acostumbra a decir una bendición, la cual, interesantemente, nos relaciona con la naturaleza (el origen de la comida) además de dividir la comida según categorías. El vino, así como el pan del sábado (a diferencia del pan en otra ocasión) tiene su propia bendición, las frutas de árboles son un grupo, así como los productos de la tierra (como zanahorias o papas) son otra. La vital agua, irónicamente, cae en el grupo de “todo lo demás”. Es decir, no solo apreciamos y agradecemos por la fortuna de contar con comida, sino recordamos a su fuente natural. Bendiciones nos traen algo de humildad al recordarnos estas no proceden del supermercado, sino del milagro de la naturaleza, mucha más grande que nosotros.

La gratitud de las festividades - Dos veces al año se celebran fiestas relacionadas con al éxodo, la salida de los hebreos de Egipto. Debemos recordar, no solo los judíos de hoy salieron de Egipto, sino toda religión monoteísta existente, pues en ese entonces la mayoría del mundo occidente era pagano, adorando varios dioses e inclusive creyendo en ciertos seres humanos como semidioses.

Una de estas festividades es el Pesaj, o Pascua, la cual celebra el éxodo con la abstinencia del pan. O sea, se come un pan ácimo, parecido a la ostia de la misa. La otra es Sucot, la cual se celebra el éxodo construyendo y quizás residiendo en una cabaña (generalmente techada con hojas de palmas), como reminiscencia a la residencia hebrea en el desierto de Sinaí por 40 años antes de entrar en la “tierra prometida”. Estas dos festividades son más que un recuerdo de este evento, por más transcendental que sea. En la primera nos abstenemos de comer pan y en la segunda de residir en una casa. Ambas festividades nos recuerdan los afortunados que somos hoy de poder contar con dos elementos físicos básicos que, de ausentarse, nuestra vida sería muy difícil: pan y casa, representan a su vez alimento y seguridad. Curiosamente, según el cristianismo Jesús nació en Belén, que en hebreo es “Beit Lejem”, la casa del pan.

La agenda del rezo - El gran rabino Najman de Breslev, fallecido hace unos 200 años en Ucrania, enfatizaba la introspección de forma que debemos “conversar con Dios como si fuera nuestro amigo”. En otras religiones esto puede considerarse meditación o reflexión, pero el objetivo es el mismo: este tiempo de soledad nos permite “pensar en voz alta”, con el propósito de ordenar nuestros pensamientos y el curso de nuestra vida. Como mencionado antes, nuestra ajetreada y rápida existencia de hoy nos da pocas oportunidades para reflexionar sobre lo que hacemos. Inclusive en vacaciones nos preocupamos sobre lo que hacemos y menos “descansamos”. Así el rezo personal no es solo una conexión con el Ser Supremo, sino con nosotros mismos, nuestras acciones, deseos y planes futuros.

Así entendemos que estas y demás expresiones “espirituales” contienen connotaciones humanas prácticas, dentro de la sociedad como con nosotros mismos. En ellas hay una profunda relación entre la palabra y el hecho. Cuando bendecimos o rezamos, en realidad planeamos hacer algo. Así uno puede planear algo y luego no hacerlo (lo que nos recuerda a uno que otro político) e igual hacer algo sin haberlo planeado antes, súbitamente, quizás sin pensar en las consecuencias de lo que hacemos. Ninguno de estos dos casos es recomendable, pues se demuestra un poco valor, quizás hasta desprecio, por los demás. El hecho de planear algo y luego ejecutarlo como planeado, nos demuestra a nosotros mismos, así como a los demás, dos importantes cualidades propias: soy cuidadoso, considerado (pienso en lo que hago) y se puede confiar en mí (hago lo que planeo). Estos dos valores, muchos menospreciados y hasta ignorados, están íntimamente relacionados con la espiritualidad, nos definen como personas y miembros de una sociedad, además de cómo nos apreciamos y somos apreciados por otros.

La espiritualidad no es solo una expresión humana “metafísica” o mística, sino una herramienta útil para vivir mejor nuestra vida diaria, al enfocarnos en nuestra situación, planes y actos. Es posible conseguir espiritualidad en muchas actividades: desde el yoga hasta las artes y los deportes. Pero en todas estas, la espiritualidad no es su propósito céntrico, por lo tanto un marco religioso es recomendable. Tan solo es necesario ver más allá de los ritos para encontrar el razonamiento que la espiritualidad nos permite: convertimos en más felices y mejores personas.

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