• 17/03/2024 00:00

El sistema educativo que necesitamos y exigimos

Faltando 50 días para las elecciones, todos los candidatos han incorporado en sus propuestas de campaña el compromiso de lograr una educación inclusiva y de calidad para todos, en todos los lugares del país.

Aunque reconozco la sinceridad de los discursos, pues todos queremos que nuestros niños y niñas completen una educación primaria y secundaria gratuita, equitativa y de calidad que conduzca a resultados de aprendizaje relevantes y efectivos; no ha sido suficiente con las buenas intenciones de nuestros políticos en los últimos quinquenios, y seguimos estancados, como lo demuestran - año tras año – los resultados de los informes destinados a evaluar la educación en los países.

En ese contexto, estoy seguro de que - al menos en el discurso - alcanzar un compromiso nacional por la educación será uno de los principales retos que enfrente el nuevo gobierno. Para hacerlo contará con el apoyo de las organizaciones de la empresa privada, que han incorporado el tema en las recomendaciones entregadas por escrito a los candidatos; las agencias especializadas del Sistema de Naciones Unidas, con toda la documentación y especialistas para lograr las metas del ODS 4 dedicado a la educación de calidad; los acuerdos y compromisos nacionales, en especial el Acuerdo Nacional por la Educación, vigente desde hace casi una década y; la participación efectiva de la todos los miembros de la sociedad, comenzando con la familia panameña.

Ese compromiso de lograr una educación inclusiva y de calidad para todos se basa - como reza el ODS 4 - en la firme convicción de que la educación es uno de los motores más poderosos y probados para alcanzar el desarrollo sostenible. Con este fin, las próximas autoridades, deberán garantizar que todas las niñas y niños completen su educación primaria y secundaria gratuita. También deberán crear los mecanismos para proporcionar acceso igualitario a formación técnica asequible y eliminar las disparidades de género e ingresos, además de lograr el acceso universal a educación superior de calidad.

Dicho lo anterior démosle un vistazo a las características que debe tener nuestro sistema educativo para promover el aprendizaje efectivo y el desarrollo integral que necesitamos y exigimos para todos nuestros estudiantes. Garantizando la igualdad de oportunidades para todos los alumnos; tanto en el sector público como en el privado.

Para comenzar, el sistema educativo debe ser accesible para todos, independientemente de su origen socioeconómico, género, etnia o ubicación geográfica. Igualmente debe ofrecer una educación de alta calidad que promueva el pensamiento crítico, la creatividad, la resolución de problemas y otras habilidades fundamentales para la vida, asegurando que todos los estudiantes tengan acceso a recursos y apoyos básicos y adicionales según sus necesidades individuales, para así reducir las brechas de desigualdad y promover la inclusión.

El sistema debe además ser lo suficientemente flexible como para adaptarse a las necesidades cambiantes de la sociedad y del mercado laboral, así como para satisfacer las necesidades individuales de los estudiantes; abordando no solo el desarrollo académico de los estudiantes, sino también su desarrollo social, emocional y físico, para lo cual deberá incorporar programas de bienestar y apoyo emocional en el currículo.

En relación con las evaluaciones, estas deben ser justas, equitativas y centradas en el aprendizaje, con el objetivo de proporcionar retroalimentación útil para mejorar el rendimiento estudiantil y su desempeño en las pruebas internacionales, en lugar de simplemente clasificar o etiquetar a los estudiantes.

Como es lógico, el sistema debe contar con docentes y personal educativo bien capacitado, motivado y comprometido, que estén actualizados en las mejores prácticas pedagógicas y que puedan inspirar y guiar a los estudiantes. Así mismo el gobierno debe garantizar que el sistema cuente con los recursos financieros, materiales y tecnológicos necesarios para ofrecer una educación de calidad a todos los estudiantes. En ese sentido, la participación activa de padres, familias, comunidades locales y otros actores relevantes es crucial para el éxito del sistema educativo. Deben involucrarse en la toma de decisiones y apoyar el proceso educativo, desde el hogar y la comunidad hasta las aulas.

Finalmente está el asunto de la innovación y mejora continua, pues no basta con lo señalado anteriormente para priorizar el desarrollo de habilidades como el pensamiento crítico, la comunicación efectiva, la colaboración, la creatividad, la alfabetización digital y la resolución de problemas, que son esenciales para el éxito en la era actual. El sistema debe preparar a los estudiantes para enfrentar los desafíos y aprovechar las oportunidades del futuro, proporcionándoles las habilidades, conocimientos y competencias necesarios para adaptarse a un mundo en constante cambio. Para ello deberá fomentar la innovación y la mejora continua, adoptando nuevas prácticas y tecnologías educativas que mejoren el proceso de enseñanza-aprendizaje y preparen a los estudiantes para enfrentar los desafíos del siglo XXI.

A estas alturas del artículo, es evidente - y me he quedado corto - que estamos muy lejos de alcanzar un sistema educativo como el descrito. Sin embargo, contamos con los recursos financieros destinados año tras año a la educación, así como las posibilidades de apoyo, acuerdos, alianzas y documentos citados al inicio. Que no nos falte voluntad, pues nos jugamos el futuro.

El autor es médico, exrepresentante de la OMS
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