• 14/01/2019 01:00

Los peregrinos le harán el verano a Panamá

Con solo 36 años de la visita del primer sumo pontífice a Panamá, la historia nos premia otra vez con la presencia del papa Francisco

¡Qué más quiero en esta vida! Solo eso me faltaba aquí en la Tierra: ver a dos papas. El primero fue el polaco Juan Pablo II, en plena Guerra Fría, un cinco de marzo de 1983, lo vi cuando pasaba la caravana al lado de la iglesia del Carmen en la vía España, y logré apreciarlo, porque me trepé en un guayacán totalmente floreado de amarillo que hacía esquina con Félix B. Maduro y creo que el Santo Papa también me vio desde su papamóvil agitándole dos banderitas, la nacional y una amarilla con blanco, y estoy más que seguro que me distinguió, porque hizo un ademán de quitarse el gorrito, pero se contuvo.

Con solo 36 años de la visita del primer sumo pontífice a Panamá, la historia nos premia otra vez con la presencia del papa Francisco, junto con casi 350 mil visitantes de los cinco continentes, incluyendo peregrinos, voluntarios y medios. Esta visita será maravillosa, porque también es la primera vez que habrá en el istmo de Victoriano Lorenzo tantos jóvenes juntos, que, tal como sucedió en Cracovia hace dos años, la alegría reinará bajo el sol panameño como nunca.

En 1983, nunca pensé que vería al papa Juan Pablo II a 200 metros. Ya lo había visto por televisión a su arribo al aeropuerto y había quedado conforme y hasta llorado de la emoción cuando se detuvo a pocos pasos de la escalerilla del avión a besar el suelo panameño. ¡Chispas!

Hace una semana me enteré de que el presidente Juan Carlos Varela ha sido peregrino en dos ocasiones, fue detrás del representante de Pedro en 1987 a Buenos Aires y a Río de Janeiro en el 2013. O sea, tengo que admitir que es buen católico, mucho mejor que yo, que últimamente me da por salirme de las iglesias a la hora de entregar la limosna.

Les juro que ya estoy viviendo la JMJ con una intensidad enorme, pues delante de mi mujer, a cualquier grupito de jóvenes bien vestidos, aunque vistan con pantalones rasgados o hechos trizas y conectados con alambres desde las dos orejas hasta el celular, les saludo efusivamente preguntándoles ‘¿como están?', ‘¿de qué país provienen y cómo los tratan?'. Mi señora dice que cómo se me ocurre preguntar en cualquier lado, que esos niños estarán en La Pintada o en el mismo Penonomé, pero no por acá, en donde no hay tantos sanitarios y entonces me pega suavemente. No importa, dicen que el espeso del chicheme se verá del 22 al 27 de enero del 2019. Si se asoman por acá, los voy a invitar a chupar naranjas frescas y jugosas en la casa de Goyito Herrera, en la entrada hacia el cerro Marta.

Vivamos con alegría la JMJ.

ESCRITOR COSTUMBRISTA.

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