• 13/08/2014 02:00

Mi abuelo construyó el Canal de Panamá

"Varias fuentes históricas nos ofrecen, es indudable que entre Panamá y Jamaica hay más que lazos de hermandad"

Hoy, se sabe que fueron muchas las nacionalidades que concurrieron a nuestro Istmo, por virtud de la emigración de sus hombres y mujeres, para participar en la construcción del Canal de Panamá. No obstante, no siempre se ha estimado con suficiencia el impacto de aquel fenómeno social en la conformación de la identidad panameña.

Con suma agudeza, Velma Newton, una notable historiadora e investigadora barbadense, en una muy difundida obra suya que lleva por título: Los hombres del Silver Roll: Migración Antillana a Panamá 1850-1914, ha dicho que ninguna de esas migraciones tuvo un impacto tan duradero sobre la sociedad panameña como aquellas procedentes de las Antillas Británicas. ‘De unos cuantos cientos en el decenio de 1850, la comunidad creció hasta convertirse en 1920 en el grupo extranjero más numeroso con cerca de 36,000 personas, de las cuales aproximadamente 4,000 vivían en la Zona del Canal y las 32,000 restantes representaban el 31 % de los 103,876 habitantes de la República de Panamá’. Esa fue la magnitud del impacto del Caribe en el Istmo, desde una etapa muy temprana del proceso de constitución de Panamá como una entidad nacional con personalidad propia. Al parecer, los panameños y panameñas somos mucho más caribeños de lo que comúnmente se admite.

En 1882, The Star & Herald, el diario más antiguo del país, al comentar sobre la oleada de inmigrantes de las colonias del Caribe señalaba que: ‘estos llegaban en cantidades excesivas y aumentaban el número de ociosos’. La referencia tenía que ver con la abultada cifra de desocupados que rondaban las ciudades terminales de Panamá y Colón, luego de la interrupción de los trabajos de construcción del Canal por los franceses. Con voz áspera, un columnista del mismo diario sugería a sus lectores, dos años después, que el Istmo bien podría llamarse ‘Nueva Jamaica’, pues había sido colonizado por jamaicanos, a tal grado que su antigua personalidad [la de Panamá] había ‘desaparecido por completo’. Otro colega suyo (1887) era de la opinión que mucho ganaría el país si por algunas circunstancias la masa de antillanos se viese obligada a irse de estas tierras.

Ese era el tamaño de la impronta del Caribe entre nosotros, ya a finales del siglo XIX. Barbadenses, martiniqueños, grenadinos, santalucenses, pero sobre todo, jamaiquinos.

Existen referencias documentales en las que se sostiene que hubo un momento del desarrollo poblacional del Istmo en el cual los inmigrantes del Caribe superaban, con creces, al resto de los habitantes. Aún para la década de 1920, y pese a que las obras de construcción del Canal hacía tiempo que habían cesado, continuó el flujo de antillanos hacia Panamá. Jamaica seguía aportando el mayor número de llegados.

Si se tienen presente ‘datos’ como esos, que varias fuentes históricas nos ofrecen, es indudable que entre Panamá y Jamaica hay más que lazos de hermandad. Esa nación nos entregó lo mejor de sí: sus hijos e hijas, entre ellos mi abuelo, quienes cavaron cerca de 300 millones de yardas cúbicas de tierra para hacer posible la gran vía acuática. Hace 100 años, mi abuelo construyó el Canal de Panamá. Hoy, mi abuelo sigue vivo. Él vive en mí y mis descendientes.

Gracias abuelo por esa maravillosa obra que le dejaste a Panamá y al mundo entero.

*DIRECTOR DEL OBSERVATORIO PANAMÁ AFRO ‘DR. GEORGE PRIESTLEY’.

Lo Nuevo
comments powered by Disqus