• 21/03/2024 00:00

No juguemos con la democracia

La historia de nuestro país nos enseña que en 1968, los políticos panameños, para mantenerse en el poder abusaron de todas las normas electorales y constitucionales [...]

Como en cualquier deporte, las reglas del juego deben ser claras, coherentes y sobre todo, no se cambian una vez comienza y menos dependiendo de si me gusta o no me gusta el equipo que va ganando.

En el interior del país y usando un lenguaje coloquial, de hacerlo, lo llamaríamos trampa y tramposo al que se le ocurriera siquiera pensar en hacerlo.

La historia de nuestro país nos enseña que en 1968, los políticos panameños, para mantenerse en el poder abusaron de todas las normas electorales y constitucionales, enseñándoles a los policías que podían ser el fiel de la balanza y estos, pensando en sus propios intereses, rompieron el orden constitucional; lo que provoco 21 años de desconocimiento de la voluntad popular con todas las consecuencias que cada cual sufrió y conoció.

Mi formación jurídica no me permite guardar silencio ante los hechos que están ocurriendo.

Nunca hasta ahora, después de 1999, el Tribunal Electoral, magistrados o árbitros electorales, cambiaron o permitieron los cambios de las reglas antes, durante o después de terminado el torneo electoral.

Luego de la vuelta a la democracia, los magistrados del Tribunal Electoral han sido celosos guardianes de las normas electorales, de su interpretación, aplicación y ejecución.

Nunca han permitido injerencias externas en materia electoral. Siempre han mantenido la doctrina de primacía en temas electorales convirtiéndose en guardianes de la normas constitucionales en los temas electorales del país. Así han actuando y así lo han manifestado en todos los debates en materia electoral que están registrados en las memorias y actas de discusión que reposan en la Asamblea Nacional. Y ni pensarlo una vez haya iniciado el torneo electoral o haya concluido el mismo.

De permitirlo ahora es trampa. Y la trampa, trae consecuencias de todo tipo.

Siendo miembro del Partido Panameñista, partido que ha visto derramar la sangre de tantos muertos, exiliados, presos y desaparecidos, ciudadanos panameños que lucharon por defender el respeto a su libertad de sufragio, no puedo callar.

El Dr. Arnulfo Arias ganaba elecciones en las urnas, voto a voto. Nunca en la trampa, nunca en el cambio de las reglas, siempre exigiendo reglas clara, aplicación de las mismas y conteo de sus votos que salían debajo de las piedras.

Como ciudadano panameño, hijo de un hombre de leyes, que daba su vida por ver a su Panamá gozando algún día de sus libertades secuestradas en los cuarteles; en su nombre y en el de toda una generación de hombres y mujeres que la dictadura militar les robó sus derechos de crecer en un país en donde el sufragio electoral se respetara, y pudieran ejercer libres cada cinco años sus derechos, ser elegidos y elegir en buena lid, le digo a todos los panameños: No juguemos con la democracia.

El autor es abogado, exministro de Gobierno y Justicia
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