Así se vivió el emotivo funeral del papa Francisco. El evento reunió a mas de 200.000 personas en la Plaza San Pedro, con la presencia de 130 delegaciones...
- 03/08/2011 02:00
Como las siete plagas de Egipto
EX DIPUTADA DE LA REPÚBLICA.
C uenta la Historia Sagrada que siete veces rogó Moisés al faraón que liberara al pueblo hebreo, cautivo en Egipto, y lo dejara regresar a su tierra. El monarca negó el permiso cada vez y a cada respuesta negativa correspondió la amenaza de una plaga que caería como castigo sobre el pueblo egipcio. Así fue como el agua resultó imbebible, convirtiéndose en sangre; nubes de mosquitos, hordas de ranas y enjambres de langostas invadieron Egipto; distintas enfermedades diezmaron el ganado y causaron úlceras en la piel; una tormenta de granizo mezclado con hielo cayó del cielo; una absoluta oscuridad los cubrió durante tres días; en fin, solo después de tanto castigo, permitió el faraón el éxodo del pueblo hebreo. Me pregunto si algo parecido hemos venido sufriendo en Panamá. Hagamos un rápido recuento.
El dietilenglicol ha asesinado a cientos de personas. Todavía no sabemos a ciencia cierta cuántas han fallecido por haber ingerido este veneno y quizás nunca lo sabremos, porque sólo nos enteramos de aquellos que fallecen en hospitales o cuya muerte es denunciada a las autoridades por sus sobrevivientes. Quiénes recibirán castigo por haber repartido veneno a los incautos, aún no se sabe y quizás nunca lo sabremos.
El incendio del bus un 23 de octubre. Escenario dantesco jamás imaginado, que todos sentimos en carne propia al verlo en las pantallas de televisión. Ni esas víctimas, ni sus familiares, ni ninguno de nosotros nos merecimos ese dolor desgarrador.
Las inundaciones desde Prados del Este hasta Chepo y Arraiján. Tanta gente humilde que en Chepo perdió lo poquito que tenía: viviendas, animales domésticos, ganados, siembras. Y los de Prados del Este, que vieron arruinadas sus esperanzas de una vivienda digna, obtenida con el sudor de su frente y sus pequeños ahorros. Boquete también lo sufrió y todavía hoy en Chiriquí las inundaciones causan estragos.
Los reaparecidos dengue hemorrágico y hanta virus. Lo que ya parecía dominado y desterrado de nuestro ambiente, hoy asoma sus fauces nuevamente. Criaderos de mosquitos, transmisores de la enfermedad por doquier: modernos edificios en plena Calle 50 de la capital o en herbazales de comunidades aledañas. Ratas en el interior.
La nueva bacteria nosocomial, cuyo nombre es impronunciable. Traicionera asesina, agazapada en el propio hospital a la espera de que llegue el paciente y, en lugar de salud, encuentre la muerte. Se asegura que su presencia en hospitales es normal, pero no revelan las medidas de esterilización permanente que eviten la propagación de sus efectos dañinos. Después del daño, no sabemos si ha sido importada de algún país europeo, como algunas autoridades administrativas han asegurado, o si es autóctona, como afirman médicos panameños. Mientras se debate su origen, todavía no se dispone del arma efectiva para acabar con ella.
La droga ilegal, incluyendo el abuso del alcohol, que deambula por nuestras calles, día y noche, causando estragos permanentes a nuestra gente. Indigentes que alucinan como perdidos en el espacio, que en algún momento de sus vidas pudieron haber sido seres útiles a la sociedad. Juventud obsesionada por disfrutar —a como dé lugar y cueste lo que cueste— de riquezas muy efímeras, que intenta salir de su infortunio por un camino equivocado, que sólo conduce al cementerio, al manicomio o a la prisión.
El femicidio y el aborto de un embarazo precoz. Ambos son fenómenos de nuestros tiempos, tan dañinos como las plagas bíblicas. Resultan cuando no existen ni valores, ni virtudes que guíen nuestras vidas y enmarquen nuestras conductas. Al echar de lado el valor innato de la persona, irrespetando su derecho natural a la vida, el varón acomplejado sólo se realiza cuando avasalla desenfrenadamente a la mujer, y la adolescente inconsciente se libra de un problema cuando se deshace del ser que ha llevado en sus entrañas.
Al final de cuentas, muchos expertos aseguran que las siete plagas egipcias fueron calamidades causadas por fenómenos climatológicos —terremotos, erupciones volcánicas— no como castigos ordenados por Jehová. Cierto es que muchas calamidades que hemos sufrido últimamente han tenido un origen climatológico, pero algunas las causamos o permitimos nosotros mismos. Estas son más peligrosas.