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- 03/11/2011 01:00
Trinidad y Escatología
PERIODISTA Y DOCENTE UNIVERSITARIO.
Desde la perspectiva humana, que busca una explicación para todo, el ser y la naturaleza de la Trinidad es un gran misterio. Tres seres divinos, unidos en propósito y acción, pero de personalidades diferentes, forman un solo Dios. Las Sagradas Escrituras contienen evidencias, tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento, sobre la pluralidad de la Trinidad.
Un reciente simposio internacional, organizado por la Universidad Adventista Centroamericana, con sede de Costa Rica, abordó los temas de Trinidad y Escatología. Este último, fundamentado en las profecías de Daniel y Apocalipsis referentes al tiempo del final de la historia de este planeta, con un sentido escatológico para restaurar el cosmos.
Si bien es difícil explicar el origen del pecado, es enteramente clara la justicia de Dios al proceder contra el mal. Las Sagradas Escrituras enseñan que no hubo ningún error en el gobierno divino que diera lugar a la rebelión de Lucifer contra su Creador. Surgió de un ser perfecto con libertad moral y capacidad de elegir entre el bien y el mal.
Luego de una gran batalla en el Cielo, sede del gobierno de Dios, Lucifer, convertido en Satanás, fue expulsado junto con los ángeles a los que engañó. En la Tierra, recién creada, tentó e hizo pecar a Adán y Eva, quienes al violar la ley divina fueron condenados a la muerte eterna.
Si es un misterio el origen del pecado, también lo es el plan de salvación mediante el cual Dios proveyó en Cristo un fiador a la raza humana, para redimirla del pecado y su condenación. Satanás trata de que tantos como sea posible rechacen la justicia salvadora de Cristo que les garantiza un lugar en la eternidad.
Vencedor sobre la muerte y el pecado, Cristo resucitó y ascendió al cielo donde realiza actualmente una obra de intercesión en favor del ser humano. La segunda venida de Cristo, visible para todo ojo humano, significará el momento culminante de la historia de este planeta por su impacto cósmico. Las señales de ese acontecimiento ocurrirán en la naturaleza, entre las naciones, en las sociedades, entre las religiones y en el corazón humano.
En el contexto de ese clímax escatológico se producirá la unión del poder religioso con el poder civil que desatará una persecución internacional con leyes contra la conciencia y la libertad de culto. Serán tiempos de angustia indescriptibles. Los mandamientos divinos se convertirán en prueba de lealtad al Creador.
La venida de Cristo producirá, entonces, la derrota final de los poderes de este mundo. Aunque parezca lejano, ese día llegará. Los justos serán resucitados y junto con los santos vivientes serán llevados al cielo donde permanecerán durante 1,000 años literales. Será un periodo de juicio sobre Satanás, los ángeles caídos y los impíos, necesario en vista de la naturaleza cósmica del problema del pecado y para que sea evidente la conformidad universal con el carácter justo de Dios.
Al final de los 1,000 años, Cristo regresará como Señor y Rey del Universo. Se producirá la resurrección de los impíos y Satanás los reunirá para lanzar su ofensiva final contra Dios. Apocalipsis hace referencia a que fuego del cielo los consumirá y no quedará ni raíz, ni rama. Serán creados, entonces, un cielo nuevo y una Tierra nueva.
La inspirada escritora Ellen White lo anticipó con estas palabras: ‘El gran conflicto ha terminado. Ya no hay más pecado ni pecadores. Todo el Universo está purificado. La misma pulsación de armonía y gozo late en toda la creación. De Aquel que todo lo creó manan vida, luz y contentamiento por toda la expansión del espacio infinito. Desde el átomo más imperceptible, hasta el mundo más vasto, todas las cosas animadas e inanimadas, declaran en su belleza sin mácula y en júbilo perfecto, que Dios es amor’.