• 26/10/2011 02:00

Mujer rural

PERIODISTA Y DOCENTE UNIVERSITARIO.. ¿ Puede una condición de género determinar la situación socioeconómica de un sector de la població...

PERIODISTA Y DOCENTE UNIVERSITARIO.

¿ Puede una condición de género determinar la situación socioeconómica de un sector de la población y definir las perspectivas o futuro de este grupo? La respuesta para el común de las personas pudiera ser afirmativo y esto condiciona la vida cotidiana que orilla la pobreza para quienes así opinan. Para otros, quizás los menos, hay un panorama diferente que encierra distintas percepciones, pero que traen consigo un compromiso para recorrer un camino tortuoso, con la posibilidad de alcanzar mejores escenarios para el desarrollo óptimo de la familia y la comunidad.

Hace poco se celebró el Día de la Mujer Rural y se aprovechó la oportunidad para hacer entrega de fondos por más de 700000 balboas a 59 comunidades. Esto posibilitará proyectos de desarrollo sostenible en cinco provincias y dos comarcas indígenas por parte del proyecto Corredor Biológico Mesoamericano del Atlántico Panameño, segunda fase (CBMAP II), que desarrolla la Autoridad Nacional del Ambiente.

En esta jornada, un grupo de damas aprovechó para testimoniar su gestión comunitaria en diferentes iniciativas que las ubican en un mercado local de productores, para convertirlas en luchadoras contra las inclemencias de su circunstancia interiorana y otras calamidades sociales y con la conciencia de proteger los recursos naturales.

El trabajo al lado de agricultores, producción de materiales, accesorios, plantas ornamentales, frutales y medicinales, viveros, alimentos, zoocriaderos y un conjunto de respuestas que labran con sus manos les da la convicción del papel que ocupan en ese panorama del campo panameño.

Rufina Santana es Naso Teribe y forma parte de la cooperativa Productores Unidos y narra: ‘el cacao es para nosotros lo más importante y las mujeres trabajamos en coordinación con otras organizaciones para hacer una labor más eficiente y mejorar la calidad del producto’.

Cuenta además que junto a los compañeros cosechan esta materia prima: ‘se recoge, se echa en la cesta, después se saca la semilla y se lleva al secado. Necesitamos hacer esto con mucho cuidado, porque las condiciones del tiempo, la lluvia o el viento, pueden dañar este material que habrá de exportarse para producir el chocolate’.

Iris Miranda es presidenta de la Cooperativa de Bambú en Gualaca, Chiriquí. Coordina, junto a 21 socias, la recuperación del suelo degradado. ‘La mujer rural en ese sector era tradicionalmente ama de casa; ahora va al vivero con sus niños y hace las bolsas con los plantones, necesarios para reforestar. Queremos repoblar las áreas donde están las hidroeléctricas’.

María Marisol Castillo es de Santa Marta en La Pintada, Coclé. Siembra piña, poroto, maíz, árboles maderables para tratar de ‘cuidar el medio ambiente’. Al principio, dice con entusiasmo, era un poco difícil para nosotras, pero hemos ido adquiriendo conocimientos de cómo se trabaja en esta organización rural, cómo se produce y, sobre todo, la manera de proteger el ambiente.

Elvira Guillén es de Corazón de Jesús, en Narganá Guna Yala y se dedica junto a otras mujeres y hombres a la conservación de tortugas marinas. El proyecto se desarrolla con estudiantes del colegio local: ‘ellos llevan la conciencia a sus padres y éstos a la gente de islas adyacentes sobre la necesidad de proteger estas especies marinas’.

En diferentes comunidades, la faena cotidiana de las mujeres, ya sea de apoyo o autónoma, como la de las damas de Caldera en Chiriquí, que han desarrollado desde un vivero de plantas ornamentales y árboles maderables hasta una fonda de comida criolla, tiende a sacarlas de la miseria tradicional del campo.

Esta visión de género conduce a una conciencia ambiental y les hace partícipes de la transformación del medio rural en una perspectiva promisoria.

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