• 27/12/2012 01:00

Economía y la crisis política panameña

El planteamiento no es, para nada, nuevo. Nació con la aseveración equivocada de uno de los genios de la Economía quien, para evitar los...

El planteamiento no es, para nada, nuevo. Nació con la aseveración equivocada de uno de los genios de la Economía quien, para evitar los ciclos de recesión, sostuvo que ‘los gobiernos debían ser los grandes operadores modulares de los resortes económicos, aumentando (casi siempre) o disminuyendo (casi nunca) el gasto público, combatiendo el desempleo, impulsando el crecimiento y controlando la inflación de manera permanente’.

Sin embargo, ‘John Keynes no tuvo en cuenta la naturaleza psicológica de los políticos y los funcionarios deshonestos que gastan los recursos de acuerdo a sus intereses electorales. De esa manera, un congresista o un gobernador regional favorece una inversión pública en su circunscripción, aunque no tenga mucho sentido para el conjunto de los ciudadanos porque, para ellos sencillamente no existe el bien común sino decisiones que beneficien a unos u otros, y a quienes las toman, pues ellos tienen también sus propios intereses. Casi todos los funcionarios con acceso al presupuesto oficial se quedan con un porcentaje o encarecen los servicios públicos de acuerdo con el empresario privado que les paga una coima. La tesis de John Maynard Keynes demostró no ser buena para las Sociedades de Acceso Abierto, esas respetuosas de la Ley, que se guían por la competencia y los méritos y en donde se castiga penalmente el enriquecimiento ilícito, el peculado y la colusión entre empresarios y funcionarios dedicados a esquilmar a los contribuyentes, y resultó ser de terrible consecuencias para las Sociedades de Acceso Limitado, en donde la alianza entre el poder político y el poder económico elige a los triunfadores, divide el botín y le asigna las migajas al resto porque se convierte en la mejor coartada para abultar exponencialmente los presupuestos del Estado’. (Carlos Alberto Montaner, diario La Prensa, 19 de septiembre del 2011).

El drama que en la actualidad sacude a Panamá encaja perfectamente en el modelo Keynesiano aplicado en una sociedad que dista muchísimo de poder catalogarse como ‘sociedad abierta’. Muy por el contrario, ejemplos múltiples de corrupción sin castigo —hechos y no pronunciamientos mal intencionados de un opositor político— no han escapado a la atención pública; se suman a un gobierno que no ha respetado la separación de los Poderes, ni la Constitución Nacional, ejemplarizándonos como una ‘sociedad limitada’ y con mala distribución de su riqueza, lo que nos está llevando al desastre económico, político y social que sufren hoy muchos, y antes florecientes, Estados de Europa.

Cierto es que, con orgullo, mostramos al mundo índices de crecimiento económico envidiables, pero… la deuda pública y el déficit fiscal en aumento envían señales de peligro, preocupantes. Tanto que, la revista The Economist advirtió que si Panamá continuaba el camino actual, con el crecimiento del malestar, no sería otro Singapur sino el próximo México de Centroamérica.

A pesar de las palabras certeras y oportunas de la Iglesia Católica, con su llamado a la reflexión y a la corrección de conductas políticas y empresariales criticables, persistimos en errores tan graves como la impuesta, recién derogada, Ley 72. ¿Recuperaremos la sensatez?

*CARDIÓLOGO

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