• 27/03/2013 01:00

Humo tóxico azota Panamá

Importantes áreas residenciales y comerciales de la ciudad de Panamá, se encuentran inmersas dentro de una gran extensión de un manto gr...

Importantes áreas residenciales y comerciales de la ciudad de Panamá, se encuentran inmersas dentro de una gran extensión de un manto gris, como resultado del incendio en el vertedero de Cerro Patacón.

Las autoridades han manifestado que no existe peligro. Expertos en temas de salud y ambiente vienen señalando que la situación no ha tenido un manejo adecuado desde el punto de vista de la evaluación de los tóxicos, emanados por el fuego y la información a la comunidad.

Existe un completo desconocimiento con respecto a criterios, metodología, monitoreo y equipos utilizados para evaluar los niveles de contaminación en el ambiente. Es necesario medir los peligros causados por este desastre, evaluar la toxicidad y el riesgo de exposición a que se ha visto sometida la población.

Se debe tener en cuenta que dentro de los contaminantes químicos pueden encontrarse furanos y dioxinas (carcinógenos), que a mediano y largo plazo pueden traer desafortunadas consecuencias a las personas expuestas a estas condiciones.

Lamentablemente, el incendio en el vertedero de Cerro Patacón no es el único problema ambiental por el que atraviesan el país. También puede observarse la acumulación de basura en los grandes centros urbanos, como Panamá, Colón y el Distrito de San Miguelito, entre otras conglomeradas, a lo ancho y largo del territorio nacional, donde es notoria la falta de disponibilidad de servicio de recolección de basura oportuno y adecuado.

Por otro lado, la población Ngäbe en Cerro Punta, Chiriquí ha denunciado que la policía les agredió y reprimió cuando escenificaban una protesta pacífica de respaldo a la comunidad de Viguí, donde solicitaban al gobierno cancelar el proyecto hidroeléctrico Barro Blanco.

Organizaciones ambientalistas, indígenas, campesinas y otras, han realizado protestas y hecho llamados de atención al gobierno, principalmente a la Autoridad Nacional del Ambiente (ANAN), sobre los impactos negativos en los asentamientos poblacionales y el medio ambiente, que pueden generarse por la excesiva construcción de hidroeléctricas y explotación de minas, sin que a la fecha se haya visualizado el interés de ANAN de cumplir su responsabilidad de cuidar y vigilar la salud ambiental del país.

Otro aspecto de ingrata recordación, que penosamente ha sido descuidado, es el relativo a las medidas de bioseguridad e higiene ambiental en los hospitales. Tal es el caso del Complejo Metropolitano de la Caja de Seguro Social, que debido a la presunta ausencia de medidas apropiadas de prevención, se ha visto enfrentada a bacterias como la KPC y la clostridium difícil, que han cobrado la vida de cientos de pacientes.

Es incomprensible que instituciones que tienen la obligación de velar por la salud de todos, enfermos y trabajadores, no apliquen todas las medidas de bioseguridad que garanticen la salvaguarda de la vida de pacientes y trabajadores.

Hechos como los acontecidos, obligan a que la ciudadanía se constituya en fiscalizadora de la administración pública, sobre todo cuando se trata de instancias que tienen que custodiar el bienestar de la población.

Es evidente la urgente necesidad de establecer un sistema eficiente, coherente y dinámico, que asegure el cumplimiento de las normas de protección al medio ambiente y con ello salvaguardar el derecho a la calidad de vida de la población.

*ECONOMISTA Y EDUCADORA.

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