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En el Centro de Incidencia Ambiental de Panamá (CIAM) se revisa constantemente cómo evolucionan las normas jurídicas que rigen las actividades humanas con capacidad para impactar la salud ambiental y la salud humana.

Según el abogado ambiental Antonio Chang Kruell, las vallas luminosas y los objetos iluminados en la vía pública pueden afectar la conducta y los hábitos de la población, con alteraciones del sueño, que suele provocar irritabilidad.

Chang Kruell cita el artículo 2 de la Ley General de Ambiente (Ley 41 de 1998), que define la contaminación como la ‘presencia en el ambiente, por acción del hombre, de cualquier sustancia química, objetos, partículas, microorganismos, forma de energía o componentes del paisaje urbano o rural, en niveles o proporciones que alteren negativamente el ambiente y/o amenacen la salud humana, animal o vegetal o los ecosistemas’.

A los letreros ‘led‘ o vallas luminosas, en cualquier modalidad de emisión de luz, el especialista los define como ‘fuentes fijas de energía dentro del espectro visible (luz) y que en las horas nocturnas inciden en la población de las urbes o de las comunidades rurales y las áreas aledañas, por acción del reflejo lumínico’.

‘Es necesaria una regulación en materia de salud humana y ambiental, que permanentemente garantice la protección de los ciudadanos en materia de contaminación lumínica’, sugirió el abogado ambiental. Asimismo, apuntó a que el Municipio se encargue de regular de manera permanente este tema, mientras que el Ministerio de Salud no lo haga.

La contaminación lumínica tiene repercusiones económicas, sociales y medioambientales. Según los estudios internacionales más avanzados, la luz artifical excesiva es nociva.

El Instituto Astrofísico de Canarias y la Comisión Internacional de Iluminación promueven una legislación internacional para controlar el exceso de iluminación artificial y conciencia sobre el problema.