Radiografía de una industria dulce

Actualizado
  • 11/09/2013 02:00
Creado
  • 11/09/2013 02:00
¿Cuál es el costo de transición? Donde antes había campos de arroz ahora nace la palma, donde los agricultores tradicionalmente sembraba...

¿Cuál es el costo de transición? Donde antes había campos de arroz ahora nace la palma, donde los agricultores tradicionalmente sembraban el grano, ahora se extienden hectáreas y hectáreas de caña de azúcar. Sin políticas, sin una estrategia a seguir, el mercado ha dictado nuevas reglas: los intereses han cambiado.

‘El agro es un sector incierto, y el mercado no manda las señales adecuadas para invertir en él. Por eso ahora es más rentable cultivar palma para extraer aceite que tomates’, apunta Aristides Hernández, consultor y economista.

Pero ¿dónde queda la soberanía alimentaria?, ¿podremos comer aceite de palma y vivir del biocombustible? Para algunos esta conversión es el inicio de la pérdida de soberanía alimentaria, y con ella, de la seguridad de poder cubrir las necesidades.

Para el ministro de Desarrollo Agropecuario, Oscar Osorio, ‘siempre habrá países que vendan’. ‘Pero, ¿a qué precio?’, pregunta Rodrigo Cambra, vicedecano de la Facultad de Ciencias Agropecuarias de la UP. ‘¿Podremos pagarlo?’

PALMA: EL DIFÍCIL EQUILIBRIO

Para los expertos, esta pregunta tiene una respuesta concreta: ‘por ahora no podemos volcar la utilización de palma aceitera en biocombustible porque para consumo humano es más rentable’. Esta explicación la brinda Ricardo Jiménez, gerente del Proyecto de Investigación de Palma Aceitera del Instituto de Investigación Agropecuaria de Panamá (IDIAP).

El ingeniero agrónomo explica que todo se traduce en un asunto de rentabilidad económica. Es decir, cuando el precio del aceite cae, los grandes productores del mundo en cultivo de palma aceitera, como Malasia, Indonesia, Nigeria, y hasta Colombia, se decantan por producir sólo biocombustible, relegando el aceite para consumo humano para que la producción siga siendo rentable.

¿Qué se necesita para producir biodiésel en Panamá y lograr que sea tan rentable como el aceite de consumo humano?

Edgardo Cortés Alvarado –pionero en el estudio de la palma aceitera– detalla que tenemos que prepararnos para potencializar esta agroindustria. Si al abrirse el mercado de producción de palma aceitera, Panamá tiene la capacidad para sembrar 100 mil hectáreas, esta cantidad podría expandirse, ya que para la elaboración de biodiésel se necesitarían 200 mil hectáreas como máximo y 50 mil como mínimo.

El especialista explica que producir biodiesel en Panamá solo podría lograrse a través de una ‘inversión horizontal’. ¿Qué significa esto? Sembrar la palma, extraer el aceite crudo y refinarlo hasta convertirlo en biodiésel.

Hay que tomar en cuenta que el biocombustible es más caro que el diésel tradicional. Si volcáramos toda la producción de palma aceitera a biodiésel nos quedaríamos sin aceite de consumo y entonces se tendría que exportar soja y girasol, lo que encarecería los precios del aceite de consumo local.

Por ahora, las apuestas siguen encaminadas hacia la potencialización del cultivo de palma aceitera. ‘Este es el boom del momento’, explica Víctor Watts de la Asociación de Palmicultores de Chiriquí, región líder en producción de este cultivo, que hasta diciembre del año pasado ya contaba con 18,936 hectáreas de palma sembradas en la provincia. Una cifra que se duplicó en el último año.

Watts estima que en esta región el cultivo de la palma ha reemplazado en más de un 80% los cultivos de arroz, banano y plátano.

En Barú esto ha supuesto que casi el 90% de las plantaciones de plátano hayan sido sustituidas por palma aceitera. Los registros apuntan que hasta el año pasado había 5,995 hectáreas de plátano sembradas en Chiriquí, la provincia que hace menos de una década dejó de ser la faraona de la producción regional y exportación de este rubro.

EL ORO VERDE

La frase que se utilizó para el boom del cultivo de banano en las provincia de Chiriquí y Bocas del Toro se ha vuelto a emplear para el cultivo de la caña, el nuevo ‘oro verde’ local.

Aunque en Panamá solo hay cuatro ingenios, los promotores del etanol como biocombustible esperan que aquellas zonas que llevan años sin ser sembradas se llenen de caña.

La meta es mezclar hasta el 10% del combustible que utilizan los motores de gasolina, y para ello, las previsiones indican que se requerirán 10 millones de litros de etanol en 2013, 38 para 2014 y 80 en 2016.

A pesar de que la medida se aprobó hace dos años, con la promulgación de la Ley 42 de 2011, solo un ingenio azucarero de los cuatro que hay en el país (ver nota relacionada) se decidió a explorar este negocio.

El mercado que promete la Secretaría Nacional de Energía del Estado es un nicho creciente: inicia con una mezcla del 5% de etanol para la capital hasta La Chorrera que dos años después aumenta hasta el 10% en todo el país.

El uso del biocombustible será obligatorio en todo el territorio, a excepción de la industria marina y a la Autoridad del Canal de Panamá. El consumo será tal, que para los meses que restan de 2013, la Secretaría calcula que se requieren 10 millones de litros, lo que representa un beneficio de $12.4 millones para la empresa Campos de Pesé.

Una hectárea de caña genera 90 toneladas de azúcar; y una sóla de esas toneladas de azúcar rinde 62 litros de etanol. Por cada hectárea se pueden obtener 5,580 litros de etanol; lo que multiplicado por los $1.24 por litro ($4.62 por galón) que fijó el gobierno, representan $6,919.

INDUSTRIA MILLONARIA

La caña genera un valor de cerca de 25 veces más que la hectárea de arroz. Un nicho millonario que, sin embargo, pocos han querido.

‘No necesito pedir favores a ningún gobierno. No estoy en ningún partido político. Cuando se promulgó la ley vimos una oportunidad de negocio y empezamos a prepararnos’, asegura Henry Asomenena Chi, director comercial de Campos de Pesé.

Arosemana Chi agrega que los propietarios de la empresa son Carlos Pellas, de Grupo Pellas (que exporta anualmente de Nicaragua 80 millones de litros de etanol), y Henry Arosemena padre, que tiene más de 20 años en la fabricación de alcohol para hospitales, farmacias y cosméticos.

‘No he hecho ningún negocio con el gobierno. Le presentamos un precio de $5.07 el galón, pero decidieron que pagarían $4.62’, detalla. ‘Con este precio estamos perdiendo, pero somos conscientes de que la vida del panameño se ha encarecido y no queríamos ser parte de esa alza que enfrenta el pueblo panameño’, comenta Arosemena en su oficina del área bancaria .

Para adentrarse en el nicho millonario del etanol, asegura Arosemena Chi, han invertido $18 millones en la compra de terrenos, $40 millones en equipos, $57 en salarios y consultorías y $10 millones en alquileres. Un total de $125 millones.

‘Esto es una industria a largo plazo. Estoy seguro de que después de nosotros vendrán muchos empresarios que invertirán en el etanol, y lo podrán fabricar con caña o con los otros productos’, comenta el empresario.

DE AZÚCAR A ETANOL

La caña de azúcar requiere doce meses para ser cosechada y aun así produce menor cantidad que en otros países. ‘En Panamá la hectárea rinde 63 toneladas, mientras que en Colombia 120’, dice Arosemena Chi.

‘Aquí no sabemos hacer otra cosa que alcohol’, comenta el ingeniero Ernesto Gómez, gerente de producción de Campos de Pesé. ‘El proceso empieza con la molienda de la materia prima en la planta, con capacidad para masticar cinco toneladas de caña al día. Se extrae el jugo y es llevado a procesos de evaporación y fermentación’, relata Gómez.

El desecho o gabazo es utilizado para la producción de energía. Sin embargo, por el bajo volumen de caña que se muele, no se vende.

De la zafra de este año, explica Gómez, se obtuvieron 5 millones de litros de sustancia cruda que fue transformada en etanol (una sustancia de 99.9% de alcohol).

Para alcanzar esta cantidad, se cosecharon 4,300 hectáreas de caña que tiene la empresa Campos de Pesé en las provincias de Herrera, Los Santos, Veraguas y Coclé, producto de un agresivo plan de compra de tierras.

¿BENEFICIOS ECOLÓGICOS?

Mientras en la capital funcionarios como Muñoz enumeran dentro de los beneficios del uso del etanol la reducción de la contaminación, en Azuero, el sociólogo Milciades Pinzón está preocupado por la decisión del gobierno.

‘Los promotores de esto no se han sentado a pensar en los agroquímicos que caerán al río La Villa. Cuando los helicópteros riegan los cañaverales, parte de esa sustancia corre hacia el cauce. Ya tenemos experiencia con el río Santa María. ¿Cuál es el beneficio para los residentes de Azuero cuando se termine de contaminar el río?’, relata el sociólogo.

Pinzón critica que la Secretaría sólo hable de las ventajas empresariales de la implementación del etanol para el combustible y no alerte de las afectaciones que podrían recibir las poblaciones que viven en los alrededores de estos campos de cultivo.

La industria de la caña no produce una gran cantidad de empleos, añade Pinzón, además esas plazas pagan el salario mínimo fijado por el Gobierno. Si ya tenemos una temperatura de hasta 36 grados centígrados a la sombra, lo que ocurrirá cuando se siembren esas miles de hectáreas no será un relajo.

Busque mañana la siguiente entrega: Producir o importar: el dilema del agro. ‘Las importadoras de productos agrícolas acumulan hasta un 300% de rentabilidad’.

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