Exclusión educativa, un fracaso de la sociedad

Actualizado
  • 12/06/2023 00:00
Creado
  • 12/06/2023 00:00
El 70% de las personas que están recluidas en un centro penitenciario no finalizaron el noveno grado
El 70% de los jóvenes, de 15 a 24 años, que están dentro del sistema penitenciario tienen un nivel de escolaridad no superior al noveno grado.

“Cada vez que perdemos a un joven del sistema educativo no pierde solo el Ministerio de Educación (Meduca), pierde toda la sociedad panameña”; con estas palabras el viceministro académico del Meduca, Ariel Rodríguez, expresó su preocupación ante el hecho de que el 70% de los jóvenes, de 15 a 24 años de edad, que están dentro del sistema penitenciario tengan un nivel de escolaridad no superior al noveno grado.

Datos del Meduca plantean que solo en el 2021 cerca de 14,000 estudiantes salieron del sistema educativo, una realidad que para José Jackson, joven que lidera la organización Dame un Chance, dedicada a impartir tutorías y clases de inteligencia emocional a los jóvenes del sistema penitenciario, representa un fracaso social.

“La gran mayoría de los jóvenes con los que trabajamos, por no decir todos, han evidenciado un grado de exclusión educativa”, plantea Jackson, quien en más de cinco años visitando los centros penitenciarios de la nación, ha tenido contacto con cientos de jóvenes en conflicto con la ley.

“Estamos en un país en donde de cada diez estudiantes que entran a la primaria, seis no terminan la secundaria”, señala Jackson, una aseveración que coincide con el hecho de que el nivel de escolaridad promedio en Panamá es de 11,6 años, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Censo.

Los jóvenes en conflicto con la ley sufren un estigma social.

Esta realidad es catalogada como un “crimen” por el joven Jackson, quien considera que es “muy fácil agarrar a estos jóvenes cuando cometen un delito, meterlos en una cárcel para que se pudran”, lo difícil, es generar un contexto para que estos niños y adolescentes puedan estudiar y superarse, pero ese es su derecho, explica.

“No es posible que seamos capaces de culpar a un joven por salirse del colegio, cuando no tenemos un ambiente que les garantice el acceso libre a la educación”, pondera el activista.

El líder de Dame un Chance pide a la población dejar de utilizar el término “deserción escolar” y comenzar a hablar de “exclusión educativa”, dado que el primero plantea que fue el joven quien desertó del sistema educativo, mientras que el segundo establece que el sistema entiende que el joven, debe estar dotado de todas las herramientas para que finalice con éxito su ciclo educativo.

Estos planteamientos son comprendidos por el viceministro Rodríguez, quien explicó a 'La Decana' que aquello que los estudiantes hacen o dejan de hacer en el aula de clases, es un reflejo de lo que viven en su contexto familiar y social.

El nivel de escolaridad promedio en Panamá es de 11,6 años, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Censo.

Un de los problemas, según Jackson, es que nuestro sistema educativo solo tiene un psicólogo por cada tres o cuatro escuelas, algo que imposibilita que los estudiantes puedan recibir ayuda especializada para saber manejar los problemas que encuentran en sus hogares.

Ante esta situación, Rodríguez asegura que desde el Meduca están reinstalando las escuelas para padres, con el propósito de instruir a los tutores en la formación de sus hijos. “Cuando un chico llega a un centro educativo ya tiene formada el 60% de su personalidad, pues el hogar es el principal bastión educativo”.

Otro punto que destaca, es la necesidad de que los educadores “enseñen valores”, de allí que estén impulsando la capacitación del docente en liderazgo y otros aspectos fundamentales. “No podemos seguir educando con los ojos vendados, necesitamos educadores del siglo XXI. Tenemos que dejar de intentar llenar a los jóvenes de teoría y aprender a conversar con ellos”.

A esto se suma el rol que tienen los jóvenes en el desarrollo de las políticas educativas, pues no se puede crear políticas en pro de ellos, dejándolos de lado.

Sobre el estado del sistema educativo, Jackson piensa que no se debe generar una opinión polarizada sobre él, pues dentro de los colegios los “jóvenes tienen siete horas en las que no está expuesto a las pandillas, donde tienen docentes que se percatan de lo que hacen y donde puede obtener amigos”.

“Nuestro sistema educativo no es el mejor del mundo, pero con sus luces y sombras, es lo mejor que tenemos. No se trata de que el sistema no hace lo suficiente, pues muchos docentes no se dan abasto, tienen que hacer de padres, madres, psicólogos y muchos roles. Sí, hay mucho que hacer y mejorar, pero es necesario apoyar que los jóvenes regresen a los colegios, en un entorno seguro”, pondera el activista.

El estigma social

“Hay muchas personas que piensan que nosotros no podemos cambiar, yo lo sé, porque lo he vivido”, con estas palabras el jóven Manuel (nombre ficticio), denuncia que en Panamá hay un estigma sobre las personas que han comido un delito y que les impide rehacer sus vidas, tras cumplir con sus condenas.

El líder de Dame un Chance lamenta que, “a los jóvenes en conflicto con la ley les ha tocado la parte más fea y vergonzosa de la sociedad panameña. No merecen que el mismo país que tiene el Canal de Panamá y la mayor cantidad de rascacielos de la región, los tenga excluidos”, además, ve con preocupación que haya sectores de la sociedad panameña que no tengan consideración con estas personas.

Aun así, Jackson asegura que entiende el “odio” que genera este colectivo, pues vivimos en una sociedad que es “víctima de la delincuencia”.

En este punto coincide el defensor del Pueblo, Eduardo Leblanc, quien comentó a este medio que la temática de los derechos humanos en la población carcelaria es una de las “más difíciles” para él, porque se trata de una población que ha “perjudicado” al resto del país. “Aun así, es importante recordar que ellos tienen derecho a reivindicarse y volver a la sociedad”.

“Si somos capaces de ver al niño del pasado, en lugar del maleante del presente, seremos capaces de entender que ese niño no tuvo una guía y una familia que lo apoyara”, piensa Jackson.

“Es necesario que como población logremos conectar, de forma empática, con la historia de vida de estos jóvenes, para que dejemos de ver los derechos humanos como algo reservado para unos pocos” agrega el joven activista.

El también profesor considera que si como sociedad seguimos siendo selectivos con aquellos a los que se les garantiza los derechos humanos, no lograremos tener un progreso equitativo y mantendremos los mismos problemas.

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