El abogado panameño que quería ser como ‘Gabo'

Actualizado
  • 08/04/2016 02:00
Creado
  • 08/04/2016 02:00
Ramón Fonseca Mora

Antes de convertirse en el abogado panameño más requerido del mundo. Ramón Fonseca Mora fue un hombre de cuentos. Los primeros los escribió durante sus años de escolar, en La Salle. Una de aquellas piezas fue para ‘la india dormida' coclesana.

Graduado de abogado en la estatal Universidad de Panamá, se instaló por seis años en Ginebra, para asesorar a la Conferencia sobre el Desarrollo Comercial. Luego fue por estudios a Londres.

A su regreso al país fundó Bufete Fonseca Mora, empresa que luego fusionó con el Estudio Jurídico Jurgen R. D. Mossack. Así nació, en marzo de 1986, Mossack Fonseca, la firma que aparece hoy en los periódicos de todo el planeta.

Cuando en marzo pasado Fonseca Mora se vio obligado a presentarse ante los medios por una primera vinculación de su firma con la investigación judicial ‘Lava Jato', en Brasil, no sabía realmente lo que se le venía encima.

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Fonseca Mora solicitó la baja como asesor del presidente de la República, Juan Carlos Varela, de cuyo partido político es presidente, para salir a defender su reputación y su negocio, señaló entonces. ‘Una mala noticia', dijo de la decisión judicial brasileña.

En periodos de mandato del partido Panameñista, el abogado ocupó cargos sin sueldo fijo y con Mireya Moscoso, fue directivo de la Autoridad de la Región Interoceánica y hasta este año, asesor en el Palacio de las Garzas.

En el mundo de ficción, cosechó éxitos que pocos escritores han alcanzado en Panamá: dos premios de literatura Ricardo Miró y ventas por 75 mil ejemplares.

En 2001, entrevistado por el escritor argentino Christian Kupchik le confesó que quería llegar todavía más alto. ‘Yo quiero ser como Gabriel García Márquez', aseguró. Ante la incredulidad del entrevistador, el ahora denostado abogado tespondió: ‘lo tengo todo. Solo me falta la trascendencia'. La notoriedad que ha alcanzado con el megaescándalo que tiene a su firma en el ojo del huracán mediático ha hecho que se le acumulen las solicitudes de entrevistas, que filtra un asesor de imagen que elige con quien habla y con quien no. Ese es el precio de la fama.

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