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- 08/10/2017 02:05
El concepto de nación es de reciente creación, igual que la realidad simbólica a la cual el concepto alude. Su ‘materialidad' —si se permite tal metáfora— está íntimamente vinculada a procesos de naturaleza moderna, como es la emergencia del estado y sus burocracias, racionalización y secularización de relaciones sociales, clases sociales de naturaleza capitalista, etc. Si hubiera que establecer un ‘momento fundacional' del tales procesos, este no podría estar más allá del siglo XVII. Sin embargo, historizar estos procesos no está exento de valoraciones de naturaleza ideológica. La práctica de ideologización y manipulación de la cuestión nacional es lo que llamamos nacionalismo.
LA NACIÓN EXPLICADA
Dado que no es un proceso ‘natural' y único, la nación tiene que ser explicada como un complejo proceso históricamente situado. Es aquí donde entra la cuestión del Estado en la constitución de la nación y de la nacionalidad. Como dice Hobsbawm, ‘para nuestras necesidades del análisis, el nacionalismo es anterior a la nación. No son las naciones las que hacen a los Estados y al nacionalismo; es a la inversa'. En definitiva, son los Estados modernos los que crearon las naciones, y cuyo despliegue dialéctico estará sometido a las especificidades y contingencias de un conjunto de circunstancias históricas. Circunstancias que modelan también la construcción de identidades y sus modalidades de conciencia subjetiva. Al final, en este nivel, todo se resuelve en un ‘nosotros' que es pensado siempre a partir de una intersubjetividad de carácter horizontal.
Para Pierre Vilar, la nación surge de un encadenamiento de acontecimientos que se despliegan en un arco temporal de ‘muy larga duración' (lingüísticos, psíquicos, culturales, territoriales); la nación pertenece también en su condición de fenómeno histórico a una temporalidad de ‘duración media', ya que su emergencia se inserta al interior del ascenso del modo de producción capitalista. Finalmente, lo atraviesan ‘acontecimientos y hechos' de corta duración que la relacionan a las clases sociales y sus intereses, en cuyo conflicto promueven, afirman, adversan, apelan a la cuestión nacional como ‘colectividad de larga duración'.
EL ESTADO-NACIÓN
En su libro Entrevista sobre el siglo XXI , Eric Hobsbawm distingue dos significados del vocablo estado-nación: en su sentido político, donde la población que habita un marco territorial ejerce una soberanía política, al amparo de una constitución y una institucionalidad jurídico-política determinada. Este es el estado-nación que emerge de la Revolución Francesa y que da lugar en parte a los Estados Unidos. El otro significado se instituye bajo la concepción de un estado en un sentido étnico o lingüístico y cuyo marco territorial pertenece a un pueblo determinado, cuyos atributos étnicos, lingüísticos o culturales constituyen la nación. Este concepto de reciente creación apela a una nación identificada con un grupo y del cual no todos los habitantes del territorio forman parte.
La cuestión catalana sería un ejemplo del segundo caso, ya que está asentado que el pueblo catalán en sus diversas clases y grupos sociales no se sienten españoles. No obstante, los mitos nacionales construidos desde lo popular o desde el poder, imponen una atmósfera de radicalidad a las identidades y subjetividades, propias de toda fuerza ideológico-política de naturaleza sectaria y por lo mismo funcional a la idea de nación. La nación y los nacionalismos tendrán que ser comprendidos hoy en un contexto de globalización en donde lo político adquiere preeminencia. Como dice Hobsbawm: ‘Podemos tener una economía globalizada, podemos aspirar a una cultura globalizada, tenemos ciertamente una tecnología globalizada y una sola ciencia global; pero de hecho, políticamente hablando, el mundo sigue siendo pluralista, dividido en estados territoriales'.
NACIÓN LATINOAMERICANA
Para el caso latinoamericano, se sostiene que la idea de un ‘pasado nacional' fue una operación ideológica desarrollada a lo largo de todo el siglo XIX (Palti). Esta construcción ideológica es el resultado de la necesidad de darle legitimidad a los recién creados Estados por parte de los hacendados criollos y en el afán estratégico de darle cohesión y sostenibilidad al elemental andamiaje estatal recién creado. Como se sabe, el conflicto armado por la independencia –ahí donde los hubo— fue el enfrentamiento entre la libertad (de comercio) y el despotismo entre ‘españoles americanos y españoles europeos'. Sin embargo, la nación latinoamericana es anterior al concepto de nacionalidad que es un ‘fenómeno tardío y complicado'. La nación surge en relación al Estado como una manifestación coextendida, presentándose ante la comunidad internacional como un Estado-para-la nación. En ese sentido, la nación es un referente del Estado y como ‘generalidad concreta' sirve para dominar homogenizando, para crear una identidad colectiva por encima de las diferencias socioeconómicas o étnico-culturales (O'Donnell).
PANAMÁ EN SOLER
En el caso panameño, el federalismo liberal del siglo XIX creaba los fundamentos ideológico-políticos para la denominada autodeterminación nacional en los límites del Estado Federal colombiano. Sin embargo, cuando Ricaurte Soler problematiza la participación panameña en la Guerra de los Mil Días y la coloca como una lucha de liberación nacional a escala del todo el Istmo, queda claro que lo que subyace a la guerra como idea-fuerza es la realización de un Estado; pero de un Estado que se enmascara en torno a la idea de nación: al final, todo se reduce a dominación+territorio+población. Estamos aquí ante una construcción Estatal-nacional con un claro sentido político. Llama poderosamente la atención, que una de las razones que da Soler para explicar la incapacidad de las élites del Istmo para no proponer un Estado al momento de la disolución de la Gran Colombia en 1830 es la ausencia de núcleos urbanos en el territorio, con el potencial de generar fuerzas sociales con la densidad suficiente para organizar el Istmo en torno a la idea de Nación y afirmar el Estado.
LA CUESTIÓN CATALANA
Estudioso de la cuestión catalana, Vilar afirmaba hace muchos años (1980), que en una España desigualmente desarrollada, solamente el País Vasco y mayormente Cataluña consiguieron desplegar el modelo industrial europeo. Y agregaba ‘la exaltación constante de las solidaridades ‘catalanas' contra el centralismo madrileño, demasiado poco atento a los intereses de la industria, acabó creando un ambiente masivo de oposición común, en el que terminaron yuxtaponiéndose las protestas de clase y las protestas de grupo. A partir de ese momento podemos hablar de ‘catalanismo' popular, pequeño burgués, intelectual, campesino y, en parte (según el momento), obrero'.
Vilar adelantaba, ‘y es interesante entonces ver a la burguesía, creadora del ‘movimiento nacional', asustarse ante este aspecto popular de la oposición catalanista, y buscar en Madrid, en los instrumentos de estado, las garantías contra una eventual revolución'. Hoy, esa burguesía dirigiendo un bloque histórico independentista rompió las alianzas tácticas y cruzó la cerca, acicateada y empujada por los banderillazos del centralismo conservador madrileño del Partido Popular. Detrás de Cataluña están los vascos, gallegos, valencianos y demás. Incinerado el espacio político, pareciera que no hay puentes de acercamiento y diálogo para resolver la más grave crisis institucional de España después de la dictadura de Franco. La política y no el caos, entendámoslo, es la escalera o el camino de salida a las crisis.
MISIÓN Y VISIÓN DE FLACSO
La Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) es un organismo regional, instituido por la Unesco para impulsar y satisfacer necesidades en el conocimiento de las Ciencias Sociales.
El Programa Flacso-Panamá busca dotar a la población de análisis sobre los principales problemas que la aquejan, y contribuir con las estrategias de programas de solución.