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- 20/12/2023 11:16
En los años 70 el boxeo, el béisbol, el baloncesto y la hípica fueron temas prioritarios de Estado. Eran parte de la política de desarrollo humano del gobierno militar de Omar Torrijos Herrera (1968-1981). Para aquella época cuando un panameño disputaba un título mundial, el gobierno pautaba patrocinando las transmisiones internacionales radiales y televisivas. Cómo olvidar el choque de Roberto Durán y el escocés Ken Buchanan (26 de junio de 1972), cuando Arturo ‘Chelo’ González anunciaba que: “El agua es barata, el desperdicio es caro”, “Instituto Nacional de Acueductos y Alcantarillado Nacionales (Idaan)”, y otras cuñas de entidades estatales como el Banco Nacional y la Caja de Ahorros.
“Nosotros subsidiamos a las empresas que traían la señal, que hacían posible que se vieran en directo las peleas. Así el pueblo se beneficiaba viendo a los panameños pelear en grandes escenarios”, dijo Rubén Darío Paredes, quien para entonces era coronel y alto comisionado del boxeo profesional.
El gobierno militar conseguía combates de campeonatos. Un recorte de periódico de la época lo registra: “El gobierno militar gestionará una pelea por el título mundial a Durán”. La noticia explica que el coronel Rodrigo García Ramírez, en representación de Omar Torrijos, recibió en su despacho al nuevo ídolo del boxeo panameño Roberto ‘Mano de Piedra’ Durán. “El gobierno hará todo lo humanamente posible para gestionar una pelea por el título mundial”, concluye el texto.
A Durán le consiguieron cinco defensas del título ligero en el gimnasio Nuevo Panamá (Ishimatsu Suzuki, Esteban De Jesús, Jimmy Robertson, Héctor Thompson y Ray Lampkin).
Cuando los militares irrumpieron en el país (1968), Panamá contaba con un grupo de destacados deportistas. “Existía un potencial enorme en la juventud”, afirma Paredes. “El general Torrijos capitalizó esa pasión de los jóvenes por el deporte en beneficio de la imagen del país, que estaba envuelto en una dictadura de corte populista. Hizo contacto con personalidades del mundo del deporte”, añade el exgeneral.
Torrijos promovió la realización de los Juegos Centroamericanos y del Caribe (1970) y los Juegos Bolivarianos (1973). Ello conllevó la construcción de cinco importantes obras de infraestructura deportiva (gimnasio Nuevo Panamá-Roberto Durán-; estadio Revolución-Rommel Fernández-; polígono de tiro El Renacer; piscina Patria-Eileen Coparropa- y velódromo Nueva Generación); además de otras remodelaciones y adecuaciones a instalaciones deportivas, recuerda Harmodio Cedeño, árbitro de boxeo, local e internacional, con más de 60 peleas de campeonato.
Al general Torrijos le gustaba el deporte, pero sobre todo “era un hombre proclive por el boxeo”, recuerda Paredes. Una imagen de la época lo demuestra. Capta a quien era el máximo jefe de la Guardia Nacional en un recorrido, acompañado a su izquierda por el entonces campeón Roberto Durán y a su derecha el prospecto Héctor Carrasquilla. Para entonces, Panamá era reconocida como “Tierra de campeones y grandes jinetes”, nos señala.
El respaldo al boxeo era evidente. Enviaron a Ernesto ‘Ñato’ Marcel a isla Contadora a entrenar para disputarle el título pluma al campeón japonés Kuniaki Shibata, el 11 de noviembre de 1971. Marcel tuvo un apoderado que era miembro de la entonces Guardia Nacional, quien no le cobraba. A cambio, los militares le exigían la apertura de una cuenta de ahorros. A los boxeadores se les orientaba, además, a invertir en bienes raíces para que cuando concluyeran su carrera no regresaran a los orígenes de pobreza de los que habían salido, rememora Paredes.
Cuando Alfonso ‘Peppermint’ Frazer se entrenó para su revancha con Antonio Cervantes ‘Kid Pambelé’, lo hizo en una instalación castrense (fuerte Cimarrón), supervisado por sargentos y tenientes. Bajo el régimen, Panamá alcanzó la más gloriosa época pugilística que dio como resultado 11 campeones mundiales. Entre ellos, uno de los más grandes de la historia, Roberto ‘Mano de Piedra’ Durán.
A los 16 años, en febrero de 1968 (el año del golpe militar), Durán debutó como profesional derrotando por puntos en cuatro asaltos a Carlos Mendoza. Con 21 años se coronó campeón por primera vez de los pesos ligeros, el 26 de junio de 1972. Es reconocido mundialmente como el mejor peso ligero de todos los tiempos.
El panameño, que creció pobre y trabajando en el barrio de El Chorrillo, llegó a ser tetracampeón mundial. “Es lo más grande que ha dado Panamá”, asegura Diego Victoria, promotor de boxeo.
Durán era un muchacho de barrio que inesperadamente cayó en los tinglados. Quería ser luchador como su ídolo mexicano ‘El Santo’, pero practicaba boxeo callejero para sumar ingresos y comprar comida para la familia. Ahorraba dinero para ir al cine a ver las películas de lucha libre que se pasaban en el teatro Ancón y otros cines de Santa Ana. Los fines de semana asistía a la lucha libre en el gimnasio Neco De La Guardia, en El Chorrillo. Un día, su hermano mayor que entrenaba boxeo, lo llevó al gimnasio. ‘Toti’, como apodaban al hermano mayor de Durán, estaba haciendo guantes con Adolfo Oses.
Durán observó a su hermano con la vestimenta de boxeador. Le gustaron los botines, los guantes y la cabecera. Cuando Toti terminó de hacer guantes le preguntó: “¿Cómo hago yo para tener todo eso?”. “Métete a boxeador”, respondió el hermano. “Lo demás es historia. Días después comenzó a entrenar...”, afirma Gabriel Francisco Cordero, periodista especializado en boxeo.
Llevó el pugilismo panameño e hispano a los más altos niveles, enfrentándose a los mejores boxeadores de la época en distintas categorías. Sin embargo, el combate que lo catapultó fue el que realizó con ‘Sugar’ Ray Leonard, en 1980 en el estadio Olímpico de Montreal, Canadá, por el cinturón del peso wélter del Consejo Mundial de Boxeo (CMB); fue el primero de tres enfrentamientos que tuvieron. Durán entrenó en la lejana isla de Coiba, donde no había más que un cuartel militar y una prisión.
Los días previos a la pelea había mucha efervescencia. Existía un sentimiento encontrado con los estadounidenses que estaban acantonados en la Zona del Canal, en un pedazo de tierra que los panameños reclamaban y a la que no podían ingresar ni a coger un mango. Durán, sin saberlo, llevaba la bandera de la lucha por la soberanía en sus ‘Manos de piedra’. Reivindicación política y deporte se juntaban.
El máximo ídolo del boxeo panameño se enfrentaba al “campeón mimado” de los estadounidenses, un pugilista carismático, invicto, ganador de la medalla de oro olímpica de Montreal de 1976 y considerado el sucesor de Muhammad Ali (Cassius Clay). ¿Podría vencerlo? Leonard era favorito 9-5 en las apuestas.
En una anécdota personal que solía contar con emoción el periodista deportivo René Rizcalla, quien fue a cubrir la pelea acompañando a Durán en el viaje a Montreal, narraba un momento de singular significado: durante el vuelo se conversó qué podía hacer ‘El Cholo’ para ganar simpatías con la afición local que se inclinaba por Leonard. Cuando Durán se presentó a todos los medios de comunicación presentes y expectantes, apareció portando en su mano una banderita: la de Canadá. El gesto simbólico se regó como pólvora, registrándose en noticieros y prensa impresa. Durán había pegado su primer golpe echándose al bolsillo a gran parte de la afición canadiense.
La agencia de noticias AP en un despacho, el día previo al desafío, informó desde Montreal: Bob Arum, promotor con Don King de la transmisión por televisión en circuito cerrado de la pelea, dijo que se habían vendido un millón de suscripciones en distintos sitios. “Todo esto, junto con lo que se recaude por concepto de la venta de entradas en el estadio Olímpico, podría llegar a los $30 millones, suma que es increíble”, expresó Arum. “Es imposible que la cantidad que Leonard perciba baje de los $8 millones. Creo sinceramente que podría ascender a los $10 millones”, añadió. Dijo que Durán percibirá millón y medio de dólares.
El inédito día de la pelea (20 de junio de 1980), desde tempranas horas de la tarde, los panameños se reunieron en el patio de sus casas y sacaron los televisores para presenciar en directo y a color el reto del panameño. En las calles no había peatones ni automóviles. Las empresas les permitieron a sus empleados salir temprano. En ese momento fue un hecho inédito en un país de 3 millones de habitantes. Era el desafío deportivo más importante del siglo pasado.
Durán resultó “...un demonio de Tasmania ... Parecía que estaba peleando con tres o cuatro tipos. Ese era su principal poder”. Así describió ‘Sugar’ Ray Leonard la fuerza del boxeador panameño.
Al vencer por decisión dividida en un combate épico a este referente norteamericano, hubo un estallido de alegría y patriotismo. “Derrotamos a un gringo”, dijo un parroquiano que estaba sentado en el parque de Santa Ana jugando dominó. ¿Cuándo llega el campeón?, era la pregunta. Tres días después, en un avión, el mejor deportista panameño de todos los tiempos mostraba el cinturón del peso wélter, a un agitado y orgulloso país.
Con la firma del presidente de la República, Aristides Royo (1978-1982), el Órgano Ejecutivo expidió el Decreto Número 67 del 20 de junio de 1980, mediante el cual declaró el día 23 de junio Día de Roberto ‘Mano de Piedra’ Durán. Era un lunes y fuentes oficiales indicaron que se debía acudir al trabajo, que no era libre. Ese día no hubo más tema que todo lo relacionado con Durán. El recibimiento fue apoteósico, emotivo.
“¡Inolvidable!”, recuerda Antonio Pérez, que para entonces era un niño aficionado al boxeo y posteriormente un periodista que cubrió la especialidad. Para ese momento histórico, el gobierno militar movió todos sus recursos para apoyar a los boxeadores. Durán era apreciado por Torrijos. En una imagen que circula en redes sociales se les ve a ambos dándose un afectuoso apretón de manos.
“Nunca pensé en llegar hasta donde he llegado, nunca pensé en llegar a ser campeón mundial, yo solamente quería comprarle una casa a mi mamá. Cuando lo hice, dije que me iba a retirar del boxeo y mi mamá me dijo: ‘estás loco’. Ahora te falta la casa tuya...”, dijo Durán. Y así prosiguió su gloriosa carrera.
Otro de los gladiadores de la época militar era Ernesto ‘Ñato’ Marcel. Nunca perdió su corona del peso pluma de la Asociación Mundial de Boxeo (AMB). Ni mucho menos escuchó la cuenta de 10 segundos en la lona. Se retiró después de cuatro exitosas defensas de su título para cumplirle una promesa a su mamá, que sufría mucho cuando su hijo subía a un tinglado.
En esa generación de boxeadores y campeones está Eusebio ‘El Alacrán’ Pedroza. Es el campeón pluma con más defensas exitosas que ha hecho de su título en la historia: 19 triunfos.
Cincuenta años después, con cuatro organismos de boxeo, hay una enorme brecha. La fábrica de boxeadores parece haberse detenido en el tiempo. ¿Qué ocurrió?
Apuesta impensable
Aunque usted no lo crea, como el título de las legendarias historias contadas por Robert Ripley, el 11 de junio de 1980 (nueve días antes del combate Leonard-Durán), “La Estrella de Panamá” publicó una noticia en la primera plana que causó revuelo y especulaciones: ¿Apostaría usted? Panameño acepta apuestas a Leonard por B/.50.000. En la entrada de la información señalaba: “Cincuenta mil balboas (B/50.000) en efectivo a favor de ‘Sugar’ Ray Leonard está dispuesto a apostar un ciudadano panameño que considera que el compatriota Roberto ‘Mano de Piedra’ Durán no ganará el combate. El ciudadano, que prefirió omitir su nombre, pero dejó su número de teléfono para quien acepte el reto, considera que el panameño Roberto Durán no tiene la menor oportunidad de ganar”.Ir en contra del ídolo deportivo nacional era un sacrilegio, pero la propuesta no dejaba de ser “muy” tentadora, ¡50.000 dólares en 1980! Solo había que llamar al teléfono 64-1476 para concretarla. Lo que no se supo después fue qué pasó con el apostador y si algún panameño tuvo la fortuna de arrebatarle esa cifra al “insolente” que se creyó el vaticinio de las casas de apuestas. El triunfo de Durán desbordó al país y acaparó todos los titulares.
Respuesta peligrosa
Promocionada en inglés como The Brawl in Montreal (La pelea en Montreal), el combate recibió en Estados Unidos la mayor cobertura deportiva del momento.
El prestigioso diario “The Washington Post” envió al periodista Dave Kindred a Panamá para que les contara a sus lectores en un reportaje, lo que representaba Durán. La nota reproducida por “La Estrella de Panamá” el 15 de junio de 1980. Se tituló: “Hombre ingenioso de gran sencillez es Durán”, dice Blades. Reproducimos partes del reportaje de Kindred: “Tomé un taxi en el aeropuerto de Panamá. Dije al conductor: “Llévame a donde Roberto”.
No necesita decirle el nombre completo. Existe un solo Roberto en Panamá. Tampoco necesita darle dirección al taxista. Todos saben en Panamá donde vive Roberto Durán. Al llegar se toca y pregunta por Roberto. Durán lo invitará a entrar”.
“Roberto es el más popular panameño que ha existido”, dice Rubén Blades, amigo del púgil y cantautor que es para la música de Panamá lo que Durán para el boxeo.
“Lo clasificaría como alguien que muestra sapiencia dentro de la sencillez”, dice Blades. Añade: “todo el dinero y la fama no han podido cambiarlo y por eso lo adoran los panameños. Admiran su naturalidad”.Roberto Durán, este príncipe de la modestia, este hombre auténtico, es un jugador de dominó. “También canta”, dice Blades, cantante. ¿Canta bien Durán?
“Es excelente jugador de dominó”, dice Blades mientras ríe.Ah, sí, otra anécdota de Durán. Mantiene un león en el patio de su casa. “Es de este alto”, dice Blades mientras se coloca la mano a la altura de la cintura. Hay silencio en la sala mientras todos de seguro piensan en el león que tiene Roberto en el patio. ”Durán tiene el animal desde que era cachorro”, dice Blades. Blades expresa enseguida la opinión de que “Roberto es el único que puede disponer de un león así. Y cuando Roberto sale de casa pregunta: ¿Quién sacará al león de paseo?
Mañana: IV entrega