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- 08/12/2019 00:00

En esta versión de Facetas entrevistamos a la catedrática universitaria uruguayo-panameña en teatro y literatura Alondra Badano, quien en su novela Miss Uruguay presenta unos personajes cuyas andanzas les llevan al desastre. En su larga y extensa trayectoria literaria ha obtenido en varias ocasiones el Premio Ricardo Miró en ensayo, con Parejas Desparejas (1997); teatro, con Jugada Partida (1999), Babilonia Way of Life (2004) y Sospecha de Sospecha (2013). En Uruguay obtuvo el Premio Juan Carlos Onetti con la novela La suerte del olvido (2011). Textos suyos han aparecido en varias antologías y ha sido traducida al francés y al árabe. En el Centenario de la República de Panamá (2003) fue incluida entre una de las cien mujeres más influyentes del país.
Mi novela tiene una construcción narrativa que parte de mis conocimientos y lecturas de la realidad que me toca vivir como latinoamericana. Y yo tengo una perspectiva ideológica que deseo exponer claramente. Toda mi obra tiene el mismo eje. Los hechos reales y/o imaginados se convierten en ficción con la elaboración literaria. Creo que todo texto puede leerse con las asociaciones que cada uno hace desde su experiencia lectora. Encerrar una obra a una sola interpretación o a un calco unívoco de lo real habla de un reduccionismo, tanto del autor como del lector.
El tiempo de la novela es mi tiempo de formación intelectual. Lo viví intensamente. Los autores hablamos de lo que sabemos y nos interesa. Era el momento de la contracultura, de las preguntas, pasaban cosas en América y había que entenderlas. Yo amo esa época que me dio la formación de los valores que tengo. Creo —y lo digo con nostalgia— que la juventud de hoy navega en un mundo confuso y alienante.

Sí, Uruguay y Panamá son países muy diferentes; eso es lo que me gusta, que puedo navegar en ambos mares y esas contradicciones me abren la mente. Sin embargo ambos son pequeños, la gente se conoce, hay una familiaridad en la vida cotidiana. Y son distintos porque Uruguay es un país más equitativo en el reparto de la riqueza , con un alto nivel educativo y sobre todo citadino. Acabo de venir de votar en las elecciones nacionales y me sorprendió la participación popular con tranquilidad. Lo mismo con la corrupción, ni sombra con lo que pasa en Panamá y eso me duele porque imagino que Panamá es más rico y las mayorías podrían vivir muy bien. No quiero hablar de mejor o peor, sino de una manera de ver la vida; porque la gente es la misma y tiene las mismas necesidades. Pero el panameño es un poco indolente ante el maltrato de los políticos. Nuestras historias también son muy distintas. Panamá ha sido muy castigado y me pregunto hacia dónde va. Creo que el Uruguay tiene más claro su futuro y podemos hablar de ello en unos años más.
Sí, mis personajes son seres fracasados. Se enfrentan a ilusiones de vida por lo que no asumen la propia. Piensan que los golpes de suerte les traerán mejoras y eso al final no resulta porque la suerte es la antigua rueda de la fortuna. Un día está abajo y otro arriba. Pero no doy lecciones de moral, solo expongo las psicologías en cada individualidad, no hay marca panfletaria.
Claro que el clima de Panamá todo lo destruye. A mí me dañaron muebles hermosos que traje de mi casa en Montevideo, ni hablar del cuero, se resquebraja todo. No, en eso no hay alusión ni al país ni al ser humano. Yo creo en la humanidad, saldremos adelante.