Decenas de famosos alabaron este lunes el estilo de los dandis negros y lucieron conjuntos de sastrería extravagantes en su honor en el preludio de la...
- 19/11/2019 00:00
Las pelucas han existido desde tiempos remotos. Su uso es estético y ha sido de utilidad para disfrazarse o simular cabello real. En la actualidad, las pelucas son mucho más sofisticadas que en la antigüedad y pueden ayudar a personas que por diversas razones sufren pérdida de cabello. Ya sea porque estén bajo tratamiento médico o padezcan alguna enfermedad.
En los últimos tiempos, las pelucas se han convertido en una de las piezas más buscadas por el mercado femenino. Pueden estar fabricadas por diversos materiales y se personalizan según el gusto de cada persona.
“Las pelucas de pelo sintético son una buena opción para utilizar de forma temporal. Están hechas de microfibra y no se deben exponer al calor ni a químicos (tintes), porque se dañan. Algunas son semihumanas (combinación de pelo sintético y humano), esta mezcla las hace verse más naturales”, cuenta la propietaria de Yoshira Extensiones.
Indica que otras son confeccionadas con pelo 100% humano. “Son tan naturales que parecen tuyas”, afirma.
La especialista en pelucas asegura que existe una amplia variedad, lisas, rizadas, de contextura gruesa y delgada.
Yoshira señala que a la hora de adquirir este producto es importante revisar su calidad, por lo que aconseja cerciorarse sin son de tipo 10 A (buena calidad). “Hay que estar claros que una peluca sintética se reconoce porque brilla excesivamente, en cambio, en las humanas el brillo es más opaco”.
Las pelucas han evolucionado, hoy las fabrican dependiendo de las dimensiones de la cabeza.
“Si la forma de tu cabeza es ovalada, no debes colocarte una peluca que esté diseñada de forma redonda. No se ve natural. Simplemente no luce bien”, advierte.
En cuanto al largo, aclara que pueden llegar a ser muy cortas o muy largas. “En promedio hay algunas que son de 10 pulgadas, pero en Panamá se venden muy poco. Las más buscadas son el estilo bob, que llegan a la altura de los hombros. Hay quienes la prefieren hasta de 28 pulgadas y estas quedan debajo de la cintura. Su precio puede variar según el tamaño. Su valor mínimo es de $100 y algunas cuestan hasta $700”.
Yoshira afirma que las favoritas en estos momentos son “las de tono castaño, rubio y rojo; son las que están de moda”.
Recomienda que antes de adquirir este elemento, primero se busque la asesoría de un profesional. “Es importante decidir cuál forma de ajustar es la más conveniente, más allá del material con el que están hechas. Esto puede influir qué tan natural se vea la peluca y permita además que tengamos una actividad normal sin miedo a que se desprenda”.
La experta en pelucas manifiesta que algunas son ajustables y se pueden sujetar y quitar fácilmente. “Estas son usadas por personas que están en tratamiento de quimioterapia, pues no necesitan goma para fijarse”.
Asegura que uno de los temores más grandes de las mueres es que la peluca se les caiga, por eso algunas optan por colocárselas con pegamentos.
“Las pelucas con fijación tienen una malla muy fina que se adhiere a la piel. Puede ponerse al frente o en la nuca. Van fijas con una 'pega especial' al cuero cabelludo. También pueden ir cosidas a la raíz del cabello”, comenta.
Otra opción que se encuentra en el mercado son las pelucas parciales, estas son utilizadas por las personas que tienen alopecia. “Pueden colocarse en la parte frontal. Todo depende de la zona donde se presente la pérdida del cabello”.
Yoshira señala que en el caso de los hombres que presenten pérdida de cabello el bisoñé (que cubre solo la parte delantera de la cabeza), es la prótesis diseñada para ellos. “Colocarlas dura dos horas, primero se tiene que cortar el cabello con una navaja buscando la forma del bisoñé, posteriormente se adhiere con un pegamento y se estiliza con el secador. La prótesis capilar dura hasta ocho meses”, comparte.
“Uno de los momentos más bonitos que disfruto en mi trabajo es ver cómo las clientas que vienen a mi local cabizbajas por una enfermedad crónica, en busca de una peluca, salen con la autoestima alta y sonrientes, después de habérsela colocado. Más allá de la parte estética, la peluca es una compañera que ayuda a estas guerreras a batallar con estos padecimientos”, reflexiona.
Para que una peluca dure, Yoshira asegura que el mantenimiento es esencial. Se deben tener cuidados específicos para conservar su belleza.
“Cuando las pelucas son fijas o no, independientemente de su material, de igual manera se debe hacer un mantenimiento cada 15 días porque el cabello va trenzado y si se deja mucho tiempo debido al sudor la hebra puede debilitarse y caerse. Es importante aclarar que el 'blower' no seca del todo el cabello, de todos modos, se deben soltar las trenzas para darle un respiro al cabello”, puntualiza.
También recomienda lavarlas con champú y tratamiento, en caso de que sean humanas y semihumanas. Advierte de que se deben desenredar con cepillo, porque la peinilla hace que la peluca pierda las hebras de cabello.
“El tiempo de duración de las pelucas siempre va a depender del cuidado que la clienta le dé. Pueden durar un año o más. Al momento de hacer cambios por lo general se realizan en el frontal, debido que allí se ubica la malla y es donde más se aprecia el desgaste”, expresa.

Los egipcios fueron buenos artesanos elaborando pelucas que se confeccionaban con cabellos naturales. Hoy en día, se conservan buenos ejemplos de dichas confecciones en diferentes museos del mundo. También eran populares las pelucas entre los pueblos asirio y fenicio.
Las pelucas también eran populares en la época clásica, en Grecia y Roma. En el siglo I A.C. tuvieron gran aceptación las pelucas rubias en Roma, confeccionadas con cabellos de los pueblos germánicos sometidos por el Imperio. En el siglo XVI se volvió a rescatar el uso de pelucas con la finalidad de compensar la calvicie. Por ejemplo, a medida que envejecía la reina Isabel I de Inglaterra se fue haciendo con una importante colección de pelucas rojas, elaboradas y peinadas al estilo romano. Las pelucas también tenían el propósito de prevenir la tiña y los piojos, enfermedades muy frecuentes en aquella época debidas a las malas condiciones de higiene, así como encubrir la suciedad. Mientras, el rey Luis XIII de Francia puso de moda a partir del siglo XVII que los hombres llevarán pelucas. Las pelucas se introdujeron en el mundo anglosajón en la época del rey Carlos II de Inglaterra durante la restauración del trono en Inglaterra después de un largo exilio en Francia.
Estas pelucas llegaban a la altura de los hombros, imitando los largos cabellos tan de moda entre los hombres desde la década de 1620. Siendo las pelucas una prenda obligatoria para los hombres de prácticamente toda extracción social, el gremio de los peluqueros, que se estableció en Francia en 1665, ganó un prestigio considerable. En esa época eran muy elaboradas y cubrían fácilmente los hombros y el pecho.
En el siglo XVIII las pelucas se llevaban empolvadas, para darles su color blanco característico. Las que usaban las damas de la corte solían ser tan recargadas y voluminosas que se veían obligadas a viajar con la cabeza gacha en sus carruajes para no estropear el efecto de sus aparatosos tocados. En el siglo XIX existía una gran variedad de pelucas disponibles, si bien las pelucas completas no estuvieron de moda a lo largo de dicho siglo y a principios del XX, pues las utilizaban las damas mayores que habían perdido su cabello.