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- 03/03/2012 01:00
P artiendo del hecho de que todos los seres humanos somos sexuados y, que por tanto, la sexualidad es una cualidad intrínseca que nos caracteriza, ¿dónde estarían las diferencias en cuanto al desarrollo y/o uso que hacemos de ella en la actualidad? Se posee lo que se conoce como Sistema de Apego, una tendencia innata a crear lazos afectivos con un reducido número de personas desde el nacimiento y tiene un valor altamente adaptativo, ya que, asegura la supervivencia. Estos esquemas de apego condicionan a futuras relaciones en dos aspectos: la vinculación afectiva y el sistema sexual.
Y, en esta unión es dónde surgirían las primeras diferencias en ambos sexos. Según numerosos estudios, los hombres tienen una mayor tendencia a separar ambos mecanismos, pudiendo funcionar perfectamente. En cambio las mujeres tienden de forma innata a reaccionar en estas dos vías.
Por otro lado, atendiendo a las variables más ecológicas u ambientales, ejercen un gran peso los prejuicios, expectativas y, la educación diferencial en ambos sexos. En cuanto a los prejuicios, los valores religiosos que están en la base de mucho valores de nuestra sociedad sitúan a la mujer en un escalón de apariencia virginal, mientras que el hombre no se devalúa por el tipo y número de relaciones. Todo esto sigue induciendo una conducta de carácter represivo en la mujer, que por mantener una buena apariencia no da rienda suelta a sus instintos.
Estas ideas se han reducido considerablemente desde la incorporación al mundo laboral de la mujer. Esto la ha dotado de una independencia económica y social que le ha dado cierto poder. Este dominio de competencias se traduce en una búsqueda de igualdad también en las relaciones intimas de pareja.
Sin duda hemos avanzado hacia una apertura al desarrollo sexual satisfactorio y hemos distanciado las diferencias entre hombres y mujeres pero, ¿realmente necesitamos ser iguales en la vivencia de la sexualidad? Tener una vida sexual satisfactoria no tiene por qué llevar implícito una igualdad de formas y, sí de oportunidades y de satisfacción mutua.
En definitiva, se debe potenciar las cualidades individuales, ya sean, femeninas o masculinas para llegar a un mayor número de posibilidades que enriquezcan la sexualidad. Y, la mejor manera para ello es respetar cada espacio del otro y, que jamás lleven a una lucha de poder sexual.
PSICOSEXÓLOGA