Una relación ‘seria’ con su madre

A Gabriel García Márquez, sus padres lo abandonaron. Mientras en Cali se fundaba el club de fútbol América S.A., en Aracataca, departame...

A Gabriel García Márquez, sus padres lo abandonaron. Mientras en Cali se fundaba el club de fútbol América S.A., en Aracataca, departamento de Sucre, unas semanas después a las 9 de la mañana nacía ‘Gabito’.

Sus madre y su padre se mudaron a Barranquilla y lo dejaron en Aracataca bajo potestad de sus abuelos maternos. Cuando su abuelo fallece y su abuela perdía la batalla contra la ceguera, se muda a Barranquilla y vuelve a ver a su madre, poco después de su séptimo cumpleaños. Era evidente que ‘Gabito’ —apodo guajiro que se le da a los ‘Gabriel’— se había sentido abandonado, sobre todo porque cuando volvió a encontrarse con su progenitora, advirtió una numerosa cantidad de hermanos. Todos menores que él.

Sorprendentememente, ninguno de sus personajes femeninos —antes de Crónica de una Muerte Anunciada— se asemeja a Luisa Santiaga Márquez Iguarán, su madre. En Cien Años de Soledad aparece Úrsula Iguarán, quien de acuerdo con el propio autor tiene ‘algunos rasgos de ella, pero tiene mucho más de otras mujeres’ que ha conocido el escritor colombiano, hijo del telegrafista Gabriel García.

Sobre la relación con su madre, García Márquez dibuja la posibilidad de que sea la relación más seria que ha tenido en su vida. No había nada que ella y él no hayan podido decirse o algún tema que no hayan podido tratar. ‘Pero casi siempre lo hemos hecho, más que con un sentido de intimidad, con un cierto rigor que casi podría considerarse profesional’, dice. El vínculo que tenía ‘El Gabo’ con su mamá, era la de un ejecutivo con su homólogo en una reunión de negocios.

García Márquez baraja la probabilidad de que eso se debía a que empezó a vivir con sus padres cuando cuando él ya tenía uso de razón. Su ingreso al hogar, entonces, pudo haber sido como la entrada de un agente externo con el que la matriarca podía entenderse, a diferencia de sus otros hijos, bastante menores.

La madre de Gabriel siempre fue la más intuitiva de todos sus lectores. Podía identificar en la vida real a los personajes de los libros de su mayor hijo. ‘No es fácil’, sugiere el escritor. Lo que hacía su madre era eliminar a punta de instinto los atributos ficticios que su primogénito le agregaba a sus personajes, y reconocía con exactitud de qué persona hablaba una novela. Algo que quizás adornaba el vínculo entre Doña Luisa y su hijo Gabriel.

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