Desarrollo desenfrenado en la Bahía de Panamá

PANAMÁ. Poco a poco la bahía de Panamá está dejando de ser un refugio de vida silvestre y una zona de manglares y humedales para convert...

PANAMÁ. Poco a poco la bahía de Panamá está dejando de ser un refugio de vida silvestre y una zona de manglares y humedales para convertirse en un centro de desarrollo urbano. Un recorrido por el área permitió observar que ‘en sus alrededores se están levantando nueve nuevos proyectos inmobiliarios’, denunció Rosabel Miró, directora de la Asociación Audubon.

Ella no miente. El Estado ha aprobado Estudios de Impacto Ambiental (EIA) para construir desde escuelas, condominios, centro comerciales hasta parques industriales. Todo esto se está dando pese a que las leyes establecen que las zonas de manglares y humedales son inadjudicables. ‘No hay autoridad, no hay seguridad jurídica’, dice Alida Spadafora, directora ejecutiva de la Asociación Nacional de la Conservación de la Naturaleza (ANCON), para expresar la impotencia que experimenta al ver cómo los rellenos cortan el flujo natural de agua a los manglares y estos mueren sin tener que ser cortados.

Todo fue muy bien planificado. Primero se retiró temporalmente la protección a la bahía de Panamá. Luego la Autoridad de los Recursos Acuáticos (ARAP) reduce de $150 mil a $10 mil el permiso de tala de manglares. Y la cereza del postre la puso el Ministerio de Vivienda cuando empezó a autorizar usos de suelos distintos a los de reserva ecológica, explicó Zuleika Pinzón, directora ejecutiva de la Fundación MarViva.

Pero, el problema no es nuevo. En el 2010 cuando la bahía aún era área protegida, la Autoridad Nacional del Ambiente (ANAM) ya estaba aprobando el EIA del proyecto Panamá Bay.

LOS AFECTADOS

El desarrollo de la bahía no sólo es un problema ambiental, también lo es social. Cerca de 500 mil personas de San Miguelito, Las 24 de diciembre, Chanis, San Francisco, Juan Díaz, entre otras, se verán afectados. Estas comunidades están dos metros sobre el nivel del mar y las construcciones de la bahía, a seis. Cuando los ríos requieran liberar sus aguas al mar no podrán hacerlo por la altura de los rellenos. Lo más probable es que lo hagan alrededor de las comunidades ya establecidas. ‘Se está beneficiando el bienestar privado por encima del de la gente de estas comunidades, que van perder sus inversiones’, explicó Mayté González, de The Nature Conservancy (TNC).

Pero hay más. El Decreto 2339 de la Alcaldía de Panamá que prohibe movimientos de tierras, rellenos o construcciones en los humedales de la bahía no se respeta. El paso de retroescavadoras y camiones volquetes no se detiene en esta zona. ‘Debe haber voluntad política para detener el desarrollo y recuperar el ecosistema’, señaló Arturo Dominici, de Conservación Internacional.

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