Chávez, Maduro y Panamá
- 16/09/2025 00:00
Cuando había democracia en Venezuela, la relación con Panamá fue excelente.
En las luchas por el Canal, el presidente Carlos Andrés Pérez se fajó hombro a hombro con los panameños para lograr su objetivo soberano. Rafael Caldera, Jaime Lusinschi y Luis Herrera Campins siempre apoyaron nuestras reivindicaciones democráticas. Pude conocer ese esfuerzo personalmente. Los exiliados panameños de la dictadura fueron siempre recibidos allá con los brazos abiertos, así como pasó lo mismo aquí cuando arreció la dictadura de Pérez Jiménez y muchos de allá encontraron refugio aquí.
Al final de la dictadura, así como en democracia, a partir de 1989, Venezuela se esforzó a enviarnos lo mejor de su servicio diplomático. Prueba de ello el inolvidable César Rondón Lovera que, a pesar de ser de partido diferente al del presidente Herrera Campins, supo representarlo de la mejor manera con todas las fuerzas políticas del país. Igual ocurrió con Luis Ochoa Terán, artífice del asilo diplomático al procurador Rafael Rodríguez, cuando lo persiguió la Guardia Nacional. Siempre fueron solidarios con nosotros.
En los 25 años de chavismo la situación cambió. Se impuso el interés económico sobre cualquier principio democrático. La dictadura venezolana nos trajo a muchos perseguidos, pero también a muchos chavistas que encontraron a Panamá su refugio para invertir y esconder todo lo robado. Adquirieron muchos apartamentos, haciéndose de grandes negocios, con la tolerancia de nuestros gobernantes que los vieron como un nuevo filón de riqueza. Poco importaba si el dinero traído era producto de corrupción, de drogas o de cualquier ilícito. Era bienvenido y en los bancos las preguntas escaseaban cuando al preguntar su origen. Lamentablemente eso sigue sucediendo.
Durante el gobierno de Mireya Moscoso, Hugo Chávez pretendió que Panamá nombrase como embajador en Venezuela, a José Antonio Gómez, uno de sus compañeros en la Escuela Militar. Querían controlarlo todo. Durante el gobierno de Martinelli se desarrolló todo aquello de la compra de divisas en dólares (CADIVI) que nuestra Zona Libre de Colón ayudó a sobrefacturar y a facturar falsamente para conseguir grandes cantidades de dólares por bolívares totalmente depreciados. Recuerdo haber visto una factura para adquirir miles de sillas de ruedas por $250 millones.
Fue mi intervención en el Concejo Permanente de la OEA el 16 de enero de 2013 la primera vez que se denunció en ese foro continental la falta de democracia en Venezuela. Ello motivó mi destitución. Panamá seguía haciendo negocios allá y por eso me sacrificaron como embajador.
El gobierno de Varela complació a Maduro deportando de Panamá a un inocente exmilitar, Eduardo Figueroa, acusado de rebelde, que yo representaba, solo porque le interesaba que el dictador asistiera a la VII Cumbre de las Américas de 2015. Igual hizo con Ecuador con el exiliado ecuatoriano en Panamá, Galo Lara, extraditado para lograr así que el tirano Rafael Correa asistiera a ese evento presidencial. Los principios democráticos fueron supeditados a mezquinos intereses políticos.
Con el presidente Cortizo Panamá apoyó al gobierno interino del diputado Juan Guaidó al igual que el presidente Mulino ha respaldado el resultado de las elecciones del 28 de julio de 2024, donde ganó abrumadoramente Edmundo González Urrutia. En las bóvedas del Banco Nacional están custodiadas las actas de ese rotundo triunfo electoral.
Sin embargo, todo ha seguido igual por los caminos torcidos de la corrupción bajo la presidencia de Chávez y Maduro. Recientemente, Transparencia Internacional Venezuela presentó públicamente, y con nombres propios, en medios locales (TV2 y La Prensa) revelaciones de investigaciones de medios independientes que señalan que el lavado de dinero entre los corruptos venezolanos sigue en Panamá. Lo que allí se hizo público ya había aparecido en sesudo reportaje aparecido en La Prensa, bajo la firma del periodista Rolando Rodríguez, con el provocador encabezado de “SE LLAMA CARRETERO, PERO SUS NEGOCIOS VUELAN CON MADURO”. Allí se describe con detalles la trama existente entre venezolanos vinculados a la familia de Maduro y sus socios donde han lavado en nuestra tierra miles de millones de dólares.
Esa relación ha permitido que continúen acumulando riquezas a costa de la tragedia de un pueblo donde, a través de esos negocios adquirirían hasta comida en Panamá a exagerados sobreprecios, para después entregarlas como dádivas a los necesitados en Venezuela en los famosos CLAP.
¿Habrá alguna investigación en Panamá por la variedad de delitos cometidos en nuestro suelo panameño y que tanta riqueza han facilitado a bellacos de allá y de acá? ¿O mirarán para otro lado por lo poderosos de los nombres allí involucrados? Siento mucha pena por eso.