Destino de las áreas revertidas de la zona del canal
- 02/12/2025 00:00
El Banco Mundial presentó al Gobierno de Panamá la década pasada la “Estrategia para el Desarrollo de las Áreas Revertidas”, con un “plan que analiza la utilización óptima... con el objeto de maximizar su potencial económico, social y ambiental.” Fueron estudiados Fuerte Davis, Isla Telfers, Fuerte Sherman Sur e Isla Largo Remo, en el sector Atlántico; y Horoko y Veracruz, en el Pacífico, sin consecuencias concretas.
Esta vieja y buena noticia me recordó los esfuerzos de más de tres años de duras negociaciones en las que participé (1974-1977), con negociadores militares de Estados Unidos, en el tema de tierras, aguas y administración del Canal. El resultado final fue lo acordado en los Tratados Torrijos-Carter. El 1 de octubre de 1979 revirtieron al pleno uso de Panamá 64% de todas las tierras y aguas de la Zona del Canal que desapareció jurisdiccionalmente ese día, y el resto, con poblados y bases militares lo hizo, según estaba programado en el Tratado del Canal de Panamá, durante el período que concluyó el 31 de diciembre de 1999 cuando hasta el Canal pasó a propiedad panameña y cesaron todos los derechos de Estados Unidos en territorio panameño.
Sería largo contar todo lo que sucedió desde entonces. Hubo aciertos y errores a pesar de que desde 1979 planificamos la puesta en vigencia de los Tratados Torrijos-Carter en el Ministerio de Planificación y Política Económica. Sin embargo, durante los primeros 25 años se hizo muy poco. Por ejemplo, se administraron con tal irresponsabilidad, por propuesta de un influyente grupo político gubernamental estatista, los puertos de Balboa y Cristóbal como el Ferrocarril de Panamá, que terminaron por caer en ruinas, con miles de empleados costosos e ineficientes. Sucedió hasta que la administración de Ernesto Pérez Balladares diera en concesión a empresas internacionales esos bienes y reestructuró la Autoridad de la Región Interoceánica (ARI de 1993) en 1995 bajo el mando del doctor Nicolás Ardito Barletta. Comenzó una gran labor, primero de planificación del uso de los bienes revertidos y luego de su puesta ordenada en el mercado, basados en los planes regional y general, con criterios y programas realmente efectivos. Extraordinaria labor con muchos logros que fue truncada en el 2000 con una administración nombrada por un nuevo gobierno de inferior calidad.
Al extinguirse la ARI a finales de 2005, sus funciones se transfirieron al Ministerio de Economía y Finanzas (MEF), Unidad Administrativa de Bienes Revertidos. Esta oficina trabajó con menos ímpetu puesto que después de 20 años observamos áreas y estructuras abandonadas en muchos lugares, especialmente en Fuerte Sherman y en Amador. Allí, en medio de la ciudad de Panamá, apena observar edificios frente al Canal que caen en ruinas y valiosas áreas entregadas a la Caja del Seguro Social siguen abandonadas. Mientras que Fuerte Sherman quedó casi paralizado cuando había sido sitio escogido para importantes actividades turísticas y de logística ya planificadas. La Ciudad del Saber, hermoso proyecto, tiene todavía potencialidades de convertirse en faro principal de educación universitaria de gran calidad para toda la región latinoamericana, mientras que el exclusivista Parque Natural Metropolitano le quitó a la capital su merecido y necesario Parque Central concebido para un uso mucho más popular como se planificó en la ejecución del Tratado del Canal. Ahora la ACP y el MEF, bajo una competente dirección, pueden relanzar, con mayor éxito, el desarrollo de las áreas revertidas.
La desidia de varios gobiernos se excedió, así como sucedió, por ejemplo, con el poblado de Veracruz que pocos kilómetros de carretera inconclusa separan aún de Vacamonte. Se evitó construir más puertos internacionales como en Farfán, recomendado por los japoneses (JICA), y Corozal, ambos paralizados, además de los puertos en Isla Largo Remo y en Isla Margarita objetados, sin razón, por supuestos “ambientalistas”. Jamaica, Colombia, Ecuador y Costa Rica, se aprovecharon del abandono panameño para desarrollar alternativas portuarias exitosas. Los proyectos de Corozal e Isla Margarita han sido afortunadamente reactivados en 2025 por el presidente José Raúl Mulino y la ACP acaba de añadir Telfers.
Mencionemos también los aciertos, ampliamente mayoritarios, en el uso de las áreas revertidas. Primero, la mejor articulación jurisdiccional y funcional del territorio del Gran Panamá Metropolitano, y de Colón. Segundo, la renovación y densificación de urbanizaciones para el uso de clientes públicos y privados en los sectores pacífico y atlántico. Tercero, la ampliación y modernización del sistema vial, incluyendo la autopista Panamá-Colón y dos puentes sobre el Canal, en el Pacífico y el Atlántico, y la ampliación de la calzada de Amador, para actividades turísticas y de logística. Cuarto, el proyecto de Panamá-Pacífico, inmensa zona económica de más de mil hectáreas residenciales, aeroportuarias, comerciales, industriales y logísticas, modelo muy exitoso. Quinto, la creación del mayor sistema portuario de Latinoamérica y el Caribe, con la ampliación-modernización de los puertos de Balboa y Rodman, en el Pacífico, y Cristóbal y Coco Solo, en el Atlántico, como del Ferrocarril de Panamá. También el nuevo puerto de cruceros en Amador. Todavía más ingente fue la ampliación del mismo Canal con su tercer juego de esclusas, obra enteramente panameña (ACP), que duplicó su valor y capacidad en 2016.
Queda pendiente el cuarto puente en el Pacífico, con un gran retraso por la irresponsabilidad del último gobierno, así como sucedió con el metro que conectará el centro del Gran Panamá Metropolitano con su sector oeste, empresa retomada por el nuevo gobierno desde 2024. ¡Quedan aún oportunidades extraordinarias para Panamá en las áreas revertidas! Sólo falta aprovecharlas.