Estigmas y palabras médicas desalentadoras

Roberto Barrios | La Estrella de Panamá
  • 02/11/2025 00:00

El cáncer no es solo un crecimiento celular exuberante. La depresión tampoco es simplemente una cuestión de sentirse triste. Asimismo, la obesidad no es una simple cuestión de vivir en un cuerpo más grande. Pero el cáncer, la depresión y la obesidad son palabras médicas que pueden resultar abrumadoras y mal utilizadas. Y cada una de ellas puede traer estigma para complicar cualquier esfuerzo por superar el impacto en la salud del diagnóstico.

Cada vez más, escuchamos de personas vinculadas con salud pública y nutrición que tienen dificultades para enseñar sobre las implicaciones para la salud de la obesidad. Algunas personas están promoviendo la idea de que la obesidad es una mala palabra (https://www.instagram.com/p/CAbP57WpNo1/?hl=en). Compartiendo las experiencias de expertos, un distinguido profesor de nutrición de La Universidad de Nueva York me escribió recientemente: “Ni siquiera pueden decir la ‘palabra O’ por temor a ser señalados. Si lo son, están seguros de que sus universidades no los respaldarán”.

Pero evitar la realidad médica desterrando la palabra no resuelve ninguno de los dos problemas, ni el problema médico ni el problema del estigma.

El estigma de la enfermedad complica la cura de muchos padecimientos. Por eso, tal vez deberíamos consolarnos un poco al saber que el estigma de la obesidad no es un problema limitado a las personas con problemas de peso. Es un problema grave para la salud mental. Conozco innumerables casos en los cuales el tratamiento de la obesidad se interpone en el camino del cuidado de la salud mental. Se convierte en una barrera que limita el acceso a la atención. Con el estigma, los resultados empeoran para las personas que se enfrentan a un diagnóstico de salud mental.

Incluso con el cáncer, el estigma es un problema que complica la vida de las personas que lo padecen. Por ejemplo, el estigma del cáncer tiene un vínculo con la discriminación laboral y la pérdida de los sobrevivientes de cáncer (https://onlinelibrary.wiley.com/doi/10.1002/pon.5690). Es difícil pensar en un ejemplo más claro de agregar sal a la herida.

Si no hablamos del tema, el problema permanece. El estigma no desaparece cuando evitamos hablar de diagnósticos difíciles (https://bmcmedicine.biomedcentral.com/articles/10.1186/s12916-019-1271-3). De hecho, cuando un tema se vuelve tabú, el estigma y el aislamiento aumentan. Así que pretender que el problema con la obesidad, el cáncer o la depresión se desvanecerán si no usamos estas palabras es absurdo.

Somos de la opinión que las personas enfermas en todo momento necesitan y merecen mayor respeto, más cuidado, menos exageración y nada de catastrofismo. Si queremos que desaparezca el estigma de la enfermedad, todos debemos trabajar para lograr una mejor conciencia de las formas sutiles del sesgo implícito. Cuando los promotores entusiastas de la salud estigmatizan la obesidad, se suman a complicar aún más el problema. Hacen incluso que el problema parezca más abrumador que nunca, al mismo tiempo que le faltan el respeto a las personas que lo enfrentan.

Pero los problemas de salud se vuelven menos estigmatizados cuando son más manejables. Las colonias de leprosos desaparecieron cuando la lepra se volvió curable. El estigma del VIH se desvaneció cuando la infección se volvió manejable. En lugar de exagerar el problema de la obesidad, necesitamos más énfasis en abrir las puertas a las soluciones.

Para la obesidad, las opciones para hacerle frente se multiplican en la medida en que se plantee el problema y se busquen soluciones. No siempre el tema está relacionado a una dieta salvaje, dañina y cargada de comida chatarra y burundangas. En algunos casos, el asunto es de origen genético, de naturaleza hormonal o incluso consecuencia de otras enfermedades. Así que tenemos la oportunidad de suavizar esta palabra desalentadora en la medida en que encontremos receptividad y buena voluntad. De esta manera, abrir las puertas para una discusión seria del problema y un mejor acceso a la atención puede desempeñar un papel en la reducción del estigma de la obesidad.