Mitos y verdades de noviembre, mes de la patria

Roberto Barrios | La Estrella de Panamá
  • 11/11/2025 00:00

Todos sabemos que durante el mes de noviembre sucedieron los dos acontecimientos cimeros de nuestra historia política republicana. Primero, la independencia de Panamá de la Corona española en 1821; luego, la separación de la República de Colombia y la creación de la República de Panamá en 1903. Menciono, al principio, algunos mitos sobre esos acontecimientos.

Primero, que Panamá se independizó de España y después se unió a la Gran Colombia de Bolívar. En realidad, fue un acto simultáneo en la misma declaración, aunque el Libertador, nuestro primer presidente republicano, recibió la noticia más tarde, en enero de 1822, y aceptó naturalmente dicha unión.

Segundo, que ambos fueron eventos con protagonismo de clases populares. La verdad es que fueron dirigidos por las élites municipales de la capital y del interior reunidas en sus cabildos y consejos municipales exclusivistas. Después, buscaron apoyo en grupos más populares y en el siglo XX hasta inventaron una heroína santeña para 1821, Rufina Alfaro.

Tercero, que Panamá tuvo siempre una fuerte aspiración de independencia de 1821 a 1903 cuando el deseo de sus élites políticas y económicas fue el autonomismo, representado por Justo Arosemena y su Estado federal de 1855. Las varias “independencias” fueron temporales, mientras se rehacía el tejido nacional fracturado por las luchas civiles y los caudillismos colombianos del siglo XIX.

Cuarto, que Colombia trataba selectivamente peor a Panamá cuando el tratamiento de las autoridades bogotanas era semejante para todo el territorio nacional. En todas partes de Colombia y en general de Hispanoamérica en el siglo XIX predominaban la pobreza, la falta de buena infraestructura pública, educativa y sanitaria, el analfabetismo, la superstición disfrazada de religión, la lucha entre los conservadores clericales y los liberales laicos, etcétera.

Quinto, que la República de Panamá se creó el 3 de noviembre de 1903. En verdad, ese día se propuso la República municipal capitalina puesto que se fundó mediante el acta del cabildo de Panamá antes de designarse los gobernantes iniciales, el día 4, el triunvirato -Arango-Arias-Boyd, “mientras se constituye la nueva República” todavía inexistente, dice dicha acta. Era natural, porque ese cabildo no representaba a más del 10% de la población ístmica. Para legitimar su decisión solicitó enseguida a todos los otros consejos municipales, la adhesión a su propuesta, lo que sucedió para la mayoría entre el 4 y el 11 de noviembre.

La geopolítica dominó la historia de Panamá. Por ejemplo, los próceres de la independencia de Panamá de España, primero de la Villa de Los Santos y luego de la capital en 1821, bajo el liderazgo del coronel José de Fábrega, se unieron a la Gran Colombia de Bolívar por las debilidades geopolíticas del istmo frente a las apetencias de las potencias coloniales, España y Gran Bretaña, principalmente.

La República de Panamá nació gracias a una concordia bipartidista que aparece en el primer acto fundacional el 4 de noviembre de 1903 y en el escogimiento de una Asamblea Constituyente en enero de 1904 que eligió al primer presidente de la República, Manuel Amador Guerrero. Nació también gracias a la Convención del Canal Ístmico de 18 de noviembre de 1903, hija de su tiempo y de la geopolítica vigente, que permitió la construcción del Canal de Panamá y la protección de un poderoso aliado que ayudó al frágil Estado soberano que se integraba a la comunidad internacional.

La separación de Colombia y la creación de la República tuvo éxito porque igualmente contó con la participación del general Esteban Huertas, jefe militar, y los liberales mayoritarios de la masa popular, dirigidos por el general Domingo Díaz, además, por supuesto, del apoyo decisivo del gobierno de Estados Unidos y el presidente Teodoro Roosevelt.

Nació la República de Panamá cercenada de su territorio más valioso; amputada de su capacidad jurisdiccional en el corazón del paso transístmico; disminuida en su condición de Estado soberano, miembro pleno de la comunidad internacional. Fue el precio que tuvo que pagar para existir. Se creó en 1904 la Zona del Canal como un enclave extranjero y entró la nueva República en un largo conflicto diplomático y político con sus protectores estadounidenses, el cual terminó con la firma el 7 de septiembre de 1977 de los dos Tratados Torrijos-Carter, vigentes desde el 1 de octubre de 1979 cuando también se eliminó la Zona del Canal. El Tratado del Canal de Panamá expiró el 31 de diciembre de 1999, cuando desaparecieron las últimas bases militares y se transfirió a Panamá el mismo Canal. Quedó vigente el Tratado de Neutralidad Permanente del Canal, nuestra mayor coraza ante amenazas externas.

Los fundadores de la república, herederos del positivismo del siglo XIX, liberales en el fondo, aunque vestidos de rojos y azules, creyeron que la tarea primordial para edificar un Estado moderno y funcional era la conformación de una élite bien formada, capaz de comunicar y de inteligenciarse, en un plano de igualdad, con sus correspondientes en el concierto de las naciones al que accedía Panamá, aunque de manera menguada, desde noviembre de 1903. Por ello otorgaron a la educación prioridad absoluta entre sus planes de gobierno.

Al esfuerzo reforzado de alfabetización, presente desde las últimas décadas del siglo XIX -suspendido por la Guerra de los Mil Díaz-, los próceres añadieron un programa especial de becas, para que los alumnos más sobresalientes, independientemente de su situación económica, pudiesen acceder a lo mejor que en el mundo se impartía como educación superior inexistente en Panamá hasta 1935. Lograr una educación masiva de verdadera calidad queda pendiente aún hoy, en pleno siglo XXI.