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Una economía sólida que genera mejores salarios

El bienestar de los panameños depende de un crecimiento económico más sólido. Archivo | La Estrella de Panamá
  • 17/05/2025 23:00

La teoría económica explica que la acumulación de riqueza en gran parte es consecuencia de la meritocracia: si trabajas duro y tienes talento, puedes ascender y llegar a la meta. Estar en la cima de la distribución de riqueza es el objetivo al que aspiramos todos. El sueño del ser humano es escalar y superarse. El problema es que existen pocas oportunidades para que quienes se encuentran en los quintiles más bajos de ingresos asciendan a un nivel superior.

Según cifras recabadas, la movilidad social es baja y lo ha sido durante mucho tiempo; de hecho, es considerablemente menor que nunca. La forma en que generalmente se mide la movilidad social consiste en determinar si los hijos de padres pertenecientes a un quintil de ingresos —por ejemplo, el 20 % inferior— pasan al siguiente quintil, y luego a uno superior.

En Panamá, más del 20 % de los hijos nacidos en 1950 de padres pertenecientes al quintil inferior ascendieron al quintil superior en la edad adulta, una proporción que bajó ligeramente para los nacidos en 1970, pero preocupantemente para los nacidos en 1990. En otras palabras, en 1970, un hijo con estas características tenía un 18 % de probabilidades de ascender a un quintil superior; para los nacidos en 1990, las probabilidades eran menos del 10 %.

Pero por cada niño que asciende al quintil superior de ingresos, en términos generales, alguien debe salir de ese quintil. Y la proporción de quienes ascendieron probablemente nunca ha sido robusta. Por eso, lo que importa aún más es la movilidad “absoluta”: el grado en que la economía puede generar salarios crecientes para todos.

Es decir, la clave es ampliar las oportunidades para toda la sociedad, lo cual solo puede lograrse si los salarios reales promedio aumentan. Ganar más que tus padres es tanto o más resultado del aumento de los salarios después de la inflación en toda la economía como un reflejo de la movilidad social. Con lo cual, si usted nace en el quintil inferior, pero los salarios reales aumentan, probablemente superará los ingresos de sus padres incluso si permanece en ese quintil. Y eso se logra solamente con una economía pujante que crece y ofrece oportunidades a todos.

Esa es la esencia del sueño americano y fue lo que precisamente ocurrió a lo largo de los siglos XIX y XX en Estados Unidos, especialmente en los veinte o treinta años posteriores a la Segunda Guerra Mundial. De 1950 a 1973, la tasa de crecimiento de los ingresos de una familia típica estadounidense fue inusualmente rápida, duplicándose y hasta triplicándose prácticamente en una generación. Sin embargo, desde 1973, el aumento a lo largo de una generación ha sido mucho menor, alrededor del 15 %.

Estas comparaciones históricas de los ingresos familiares pueden ser engañosas. Por un lado, las familias tienden a tener menos hijos que hace una generación, pero por otro, el rápido crecimiento de los hogares con ambos padres trabajadores genera costos adicionales para el cuidado infantil. La distribución de los ingresos familiares también está sesgada, ya que nacen más hijos de madres solteras, quienes no se benefician de dos ingresos. Sin embargo, nada de esto invalida la conclusión básica de que el crecimiento de los ingresos familiares se ha desacelerado.

Actualmente, tenemos ingresos estancados para la gran mayoría de trabajadores e ingresos descontrolados en la cima, especialmente en el 1 % más rico. De nuevo, esto no se trata tanto de un problema de desigualdad, sino de un desfase de políticas sociales y económicas que no han sabido promover un crecimiento sólido ni generar salarios más altos para todos.

Pero también por la falta de medidas de estímulo serias, en particular, programas puntuales que mejoren los niveles de ingresos de los trabajadores a través de la educación formal o pasantías profesionales que permitan ampliar la red de oportunidades laborales. El gobierno también debe facilitar el crecimiento económico a largo plazo, incluyendo una expansión inteligente y dinámica de industrias claves como la apertura de la mina de cobre, la expansión de la cuenca del Canal de Panamá, la construcción de carreteras y caminos de penetración, el mejoramiento de infraestructura de los servicios públicos, y el aumento sustancial de la producción de rubros agrícolas de exportación.

Es innegable que el bienestar de los panameños depende de un crecimiento económico más sólido. Esta recuperación económica, hasta la fecha, ha sido lenta y zigzagueante. El sobreendeudamiento derivado del sobregasto ineficiente explica en parte este problema, pero la falta de políticas adecuadas para contrarrestar las consecuencias de la falta de oportunidades y de inversiones a largo plazo es inexcusable. Los esfuerzos para mejorar la movilidad social por sí solos no pueden ser la solución.

*El autor es empresario